@menendezpryce
La economía de Estados Unidos ha marchado durante el año 2018 de forma excelente. Domésticamente comenzó con la disminución de la presión fiscal para empresas y trabajadores. Hacia el exterior, la Casa Blanca empuñó el escudo proteccionista. En este contexto los índices macroeconómicos, que en definitiva son los que hablan, demuestran el buen estado de salud de la primera economía del mundo.
¿Pero qué son esos índices y que señalan?
Los indicadores macroeconómicos indican la situación real de una economía dada. Observando su estado somos capaces de entender si esta crece, se estanca o decrece. Incluso podemos predecir con cierto rigor el futuro económico del país analizado.
Los economistas dicen que para saber si una economía marcha bien debemos prestar atención al producto interno bruto (PIB), la inflación, las tasas de interés, el índice de desempleo, y la balanza de pago.
Producto interno bruto
El PIB es el indicador que mide el valor de todos los bienes y servicios producidos en el país durante un periodo determinado. Se calcula toda la producción realizada dentro de las fronteras geográficas por personas, empresas, tanto nacionales como extranjeras, para hallar el valor de la actividad económica del país.
Durante el tercer trimestre del 2018 el producto interno bruto fue de 3,5%. Decreció 0,9% respecto al trimestre anterior que había alcanzado el impresionante 4,2%. O sea, el PIB estadounidense del tercer trimestre se cuantificó en más de 5.700 millones de dólares con lo que se situó a la cabeza del mundo en ese índice. El PIB per cápita de EEUU en el penúltimo trimestre del año fue de 17.700 dólares y ocupa el número seis del orbe.
Se espera que al final de año el resultado del crecimiento del PIB se encuentre en el rango de 2% al 3%. Un segmento ideal para la salud económica.
Inflación
Por su parte, para medir la inflación se tiene en cuenta la evolución del Índice de Precios al Consumo (IPC), que indica el comportamiento del conjunto de precios de bienes y servicios que consume la población. Es decir la alimentación y bebidas, las bebidas alcohólicas, el tabaco, los artículos de vestir, el alquiler de viviendas, los artículos domésticos, las medicinas, el transporte, el ocio, la cultura, la enseñanza, los hoteles, los restaurantes entre otros.
Si los precios suben más que los salarios, el poder adquisitivo de las personas se deteriora. O lo que es lo mismo, con igual salario se adquiere menos bienes y servicios. Pero a menor inflación mejor marcharía la economía.
La inflación acumulada hasta noviembre ha sido baja, de 2,2%. Los precios de la ropa y el calzado disminuyeron un 3,2% para un interanual del -0,4%. Sin embargo, es bueno señalar que los precios de la medicina han subido 0,3% para situarse en una tasa interanual del 2%.
Se espera que la inflación al final del 2018 se mantenga en el saludable rango del 2%.
Tasas de interés
Las tasas de interés es el precio del dinero. Es decir, cuánto alguien debe pagar por pedir dinero prestado. Su incremento o disminución afecta a los pagos de las hipotecas y los préstamos en general.
Una de las funciones de la Reserva Federal (FED) es precisamente mantener a raya la inflación subiendo o bajando el precio del dinero. En lo que va a año la FED, dirigida por Jerome Powell, ha elevado los tipos de interés (el precio del dólar) en varias ocasiones hasta el 2,5%.
En el actual escenario las subidas de los tipos puede ser un reflejo de fortaleza e indicarían que la economía estadounidense no necesita más de estímulos para motivar el consumo. Pero el resultado práctico de tales subidas es que sea más caro para empresas y particulares obtener préstamos, se tienda a reducir el gasto de capital y se afecte casi de forma inmediata las ventas de propiedades y solicitudes de nuevas hipotecas.
Sin embargo, la realidad indica que los productos bancarios crecieron un 4% durante el tercer trimestre. Y el dólar se ha fortalecido, pero solo modestamente.
El índice de desempleo
Las cifras de empleo en EEUU se están moviendo en niveles de récords históricos. La tasa de desempleo es de 3,7%. Algunos analistas hablan de pleno empleo. Para ver algo parecido en la historia económica estadounidense habría que retroceder medio siglo, hasta el 1969. Este es uno de los mejores indicadores macroeconómicos del país.
Por citar un ejemplo, sólo en el mes de noviembre se crearon 155.000 nuevos empleos mientras el salario promedio aumentó 6 centavos para alcanzar los $27,35 la hora. El aumento en el salario se mantuvo sin cambio a 3.1% anual.
Balanza de pagos
La balanza de pago permite conocer los ingresos que recibe un país, procedentes de las exportaciones y los pagos que realiza al resto del mundo a través de las importaciones de bienes y servicios. El resultado de esta balanza puede ser positivo, cuando se exporta más de lo que se importa y se genera un superávit, o negativo si sucede lo contrario. Es lo que se conoce como déficit.
Uno de los objetivos marcados por la actual administración es disminuir el déficit comercial de EEUU que en 2017 fue de $566.000 millones. Por ello además de utilizar toda clase de estímulos para mejorar la producción made in american ha iniciado una cruzada arancelaria contra sus principales socios comerciales presionándolos para renegociar las condiciones de los principales convenios comerciales. Así logró, el pasado mes de octubre, pactar un nuevo acuerdo comercial con México y Canadá (AEUMC).
No obstante a ese esfuerzo, la balanza de pagos se mueve en plano negativo. El déficit comercial de EEUU en el mes de septiembre fue del 10%, $54.000 millones. A pesar de la guerra arancelaria emprendida contra Pekín, imponiéndole $250.000 millones en aranceles, el déficit con China sigue engordando, solo en septiembre fue de $40.000 millones, una cifra récord.
Futuro
El estímulo fiscal aplicado por la Casa Blanca con el recorte impositivo para las empresas y trabajadores puede haber contribuido al bienestar de la economía actual. Muchas empresas han dejado de cerrar sus factorías para irse a buscar mejores plazas fuera de las fronteras estadounidenses.
Recientemente, Apple informó la creación de una nueva instalación en Austin que inicialmente tendrá unos 5.000 empleados y que llegará hasta 15.000. También informó inversiones por más de $10.000 millones para crear nuevos centros de datos en los próximos cinco años. La empresa de Cupertino emplea ya unos 90.000 trabajadores.
Por su parte, Amazon también anunció una importante expansión. Construirá una sede repartida entre Long Island City y Crystal City. Con tal objetivo invertirá $5.000 millones y se compromete a crear unos 50.000 empleos.
El otro lado de la balanza refleja que la cuenta le sigue sin darle a General Motor. El pasado 26 de noviembre el gigante del motor anunció un recorte de 8.000 empleos en Lordstown, Ohio y Hamtramck, Michigan y en Ontario, Canadá. El objetivo es reducir en $1.500 millones sus gastos de capital anual para aumentar la inversión en vehículos eléctricos y autónomos.
Mientras tanto, los índices de confianza del consumidor se mantienen altos. Aunque es una estimación subjetiva, estos estudios permiten evaluar el estado financiero, el poder adquisitivo y la confianza del consumidor promedio. A lo largo del 2018 dicho índice se ha comportado de manera creciente en enero era de 124 puntos y actualmente es de 135 puntos. Ojo, de octubre a noviembre hubo un retroceso de dos puntos.
Guerra comercial con China
La guerra comercial de Trump contra China persigue dos objetivos. Primeramente, tratar de equilibrar la balanza de pagos entre los dos países, a través de reescribir los convenios comerciales bilaterales. Además, trata de compensar lo que Trump considera “un robo de propiedad intelectual y de tecnologías” por parte de Pekín, al obligar a las empresas norteamericanas que invierten en el país asiático a revelar sus secretos tecnológicos.
Después de varios meses de zozobra por la escalada arancelaria, el 2 de diciembre Trump y Xi Jinping se vieron las caras en la Cumbre del G20 de Argentina y acordaron una tregua por 90 días, acogida muy bien por los mercados financieros.
Según los términos de dicha tregua, el gobierno de EEUU se comprometió a mantener en solo 10% los aranceles sobre un conjunto de bienes importados desde China, cuyo valor alcanza los $200.000 millones. Trump pospuso alzar las tarifas hasta el 25% como contemplaba hacer a partir de enero. Mientras tanto, China accedió a comprar una mayor cantidad de bienes agrícolas, industriales y energéticos con la intención de reducir el déficit comercial que tanto incomoda a EEUU.
Lo más importante es que ambos países acordaron comenzar negociaciones sobre la transferencia forzosa de secretos tecnológicos obligados por China a las empresas que invierten en su país.
Bajo el paraguas de la tregua llegaremos al 2019 y EEUU habrá cerrado un año brillante para su economía.