MIAMI- Los despidos masivos de grandes empresas en Estados Unidos (EEUU) indican cuán dolorosa será esta Navidad y el comienzo del 2023.
Varios cientos de miles de familias recibirán el nuevo año sin su empleo, ante el velo de incertidumbre que continúa sobre el destino de pequeñas, medianas y grandes empresas en EEUU por las fallidas políticas económicas de la administración Biden.
A pesar de que el empleo no es la preocupación actual en el país, debido a que existen más de 10 millones de puestos vacantes, pocos desean perder el trabajo y la estabilidad que han logrado con su esfuerzo.
La Federación Nacional de Minoristas (NRF) espera que las ventas navideñas, que oficialmente comienzan en noviembre y se extienden a diciembre, aumenten entre un 6% y un 8% respecto al año pasado, cuando se desplomaron por la inflación. Es decir, esos datos se analizan como negativos.
Esta vez la situación es peor, tras dos años de altísimos precios y el desgaste de las finanzas familiares de decenas de millones de estadounidenses.
La NRF informó que en 2020 las ventas navideñas aumentaron un 8.2% respecto al 2019, un año de excelentes resultados económicos durante el gobierno del presidente Donald Trump.
Desde mediados del 2021, las grandes compañías tecnológicas estadounidenses registran fuertes pérdidas en sus acciones en Bolsa ante el freno económico que llegaría con las acciones de la Reserva Federal para contener la histórica inflación en EEUU.
La decisión de despidos de Amazon, Alphabet (Google), Meta (matriz de Facebook, WhatsApp e Instagram), Microsoft, Intel, Tesla, Twitter y otras avalan el temor de los inversionistas a una recesión extendida, cuando la industria de la tecnología ha sido la de mayor crecimiento financiero y expansión en los últimos 10 años.
El gigante tecnológico Intel podría despedir a más de 22.000 de sus 113.700 empleados (cerca del 20%), por un decepcionante pronóstico de la compañía y después de que sus acciones se redujeron más de la mitad el año pasado.
Meta, por su parte, dejará sin trabajo a 11.000 personas, al tiempo que Microsoft se deshacía del 1% de su plantilla y Apple suspendía sus contrataciones en un primer paso, por ahora.
Meta, con sede en California, planea incluso cerrar su oficina de Manhattan (Nueva York), menos de un mes después de que The Wall Street Journal informara que está reorganizando departamentos y dándole un mes a sus 83.553 trabajadores para postularse a diferentes puestos dentro de la empresa.
Tesla se queda sin el 10% de su personal, al tiempo que Twitter, ahora en manos de Elon Musk, decide un reajuste general y elimina casi 4.000 puestos entre renuncias y cesantías.
"Desafortunadamente no hay otra opción cuando la empresa pierde más de 4 millones de dólares por día", dijo Elon Musk en su primer mensaje.
Desde mayo, Netflix y otras empresas dijeron que prescindirían de más de 15.000 empleados.
Otra de las grandes empresas (Lyft) reduce el 13% de su fuerza laboral. El mismo camino emprendió Uber, cuyos directivos desde hace meses trabajaban en una transformación casi completa de la empresa.
Tanto las automotrices como el fabricante de aviones Boeing congelaron sus contrataciones desde el 2021 frente a la grave crisis de semiconductores y otros problemas de suministros, debido a la preocupante dependencia del exterior, uno de los puntos centrales en las líneas de trabajo del predecesor de Biden.
Los falsos vientos de optimismo que levantaron Wall Street y la administración Biden se convirtieron en un fuerte temporal, sin un escape a corto plazo.
Los grandes medios de prensa de la izquierda siguen anunciando [una posible recesión], cuando EEUU se encuentra en ese túnel desde hace meses, tras dos descensos consecutivos del Producto Interno Bruto (PIB).
En el tercer trimestre, el gobierno se atrevió a decir que el crecimiento había sido de 2,6%, algo que economistas y expertos honestos reconocen que es imposible en las condiciones actuales del país. Pero si todavía hay dudas, las grandes compañías -con sus masivos despidos- lo han confirmado.
El gobierno de Biden adornó la recesión de color rosa antes de las elecciones legislativas de medio termino, siempre con el respaldo de los medios liberales que se encargan de amplificar las manipulaciones de la Casa Blanca.
Con una inflación actual de 7,7% y la obligada política de la Reserva Federal de continuar con los aumentos de tasas, el 2023 posiblemente sea uno de los peores años en las últimas décadas para la economía estadounidense.
La administración Biden parece no reflexionar sobre las graves consecuencias que ha causado su plataforma de cambio climático y el seguimiento a una agenda de extrema izquierda.
La mayoría de los estadounidenses vive actualmente de cheque en cheque con la posibilidad de cero ahorros para enfrentar el alto costo de vida.
Los gastos de la canasta familiar se han duplicado y en muchos casos se han triplicado. Las familias, cuyos ingresos promedio no superan los 70.000 dólares anuales, ven evaporarse el 80% del salario en gastos fijos como alimentación, rentas o hipotecas, gasolina, seguros, electricidad y otros.
Los republicanos retomaron el control de la Cámara de Representantes, un importante freno a las líneas y nuevos planes de la Casa Blanca. Por su parte, el Senado se mantuvo casi igual y a la espera de una segunda vuelta en Georgia.
Biden dijo sentirse "listo en trabajar con los republicanos de la Cámara de Representantes para obtener resultados para las familias trabajadoras". Pero eso mismo afirmó durante su campaña electoral e hizo todo lo contrario.
El inquilino de la Casa Banca acaba de pedir otros 37.000 millones de dólares para Ucrania, que de ser aprobados harían un total de más de 100.000 millones destinados a financiar la guerra en el llamado Granero del Mundo. El compromiso de apoyar a Ucrania sí lo ha cumplido Biden a cabalidad, por encima de las necesidades actuales de decenas de millones de estadounidenses y los problemas generados por su gobierno.
El precio de la gasolina lleva cinco semanas consecutivas en alza, mientras que el de muchos productos también, no de forma tan acelerada como meses antes.
En octubre, el incremento promedio fue de 0,3%, respecto al mes anterior. Sin embargo, cada ascenso -por pequeño que sea- representa una considerable cifra después de dos años de una escalada atroz de precios.
Precisamente este panorama es el que han visto las grandes y medianas empresas, sin entrar en detalles sobre los pequeños negocios que sienten el impacto con mayor fuerza.
Y después de los reajustes que han tenido que hacer los grandes imperios estadounidenses, probablemente sean necesarios otros en 2023.
Un informe de Bank of America estima que el PIB se ralentizaría a casi 0% para el segundo semestre del siguiente año, a medida que la actual política monetaria estadounidense haga estragos directamente en la economía.
Nuestros peores temores en torno a la Reserva Federal (Fed) estadounidense se han confirmado: se quedaron muy atrás y ahora juegan un peligroso juego de ponerse al día”, escribió Ethan Harris, economista global de Bank of America. Analistas de otros grandes consorcios como JP Morgan Chase consideran lo mismo.
La prolongada espera de la Reserva Federal para actuar sobre la inflación profundizó la crisis de los niveles inflacionarios fomentada por Biden como parte de su guerra contra las petroleras estadounidenses, en su empecinamiento sobre la transición hacia las llamadas energía limpias.
Este peligroso e irresponsable intento luego de la peor pandemia sufrida en la era moderna, ha generado la desestabilización que hoy vemos incrementada con la guerra en Ucrania. Todo pudo evitarse con sólo seguir las directrices económicas que emprendió el gobierno de Trump, pero desafortunadamente el odio político y los intereses de la extrema izquierda definieron un rumbo desacertado, al menos por cuatro años.