NUEVA YORK- El movimiento de consolidación continúa en el sector del petróleo y el gas en Estados Unidos bajo el gobierno de Joe Biden, con el anuncio este lunes de la compra de Endeavor por su compatriota Diamondback.
La operación de compraventa entre Endeavor y Diamondback crea un nuevo gigante de la energía centrado en los hidrocarburos de esquisto
NUEVA YORK- El movimiento de consolidación continúa en el sector del petróleo y el gas en Estados Unidos bajo el gobierno de Joe Biden, con el anuncio este lunes de la compra de Endeavor por su compatriota Diamondback.
El moto de la operación de compraventa asciende a unos 26.000 millones de dólares y creará un nuevo gigante de la energía centrado en los hidrocarburos de esquisto.
La compra valoriza a Endeavor en unos 26.000 millones de dólares, deuda incluida. El monto será abonado en acciones sumadas a 8.000 millones de dólares en efectivo, según un comunicado.
El sector se encuentra en plena consolidación, con fusiones y adquisiciones en un contexto particularmente propicio, ya que los precios altos de los hidrocarburos impulsan las ganancias de estas firmas.
En octubre, ExxonMobil anunció la compra por 60.000 millones de dólares del especialista en esquisto Pioneer Natural Resources, que también concentra su explotación, como Diamondback y Endeavor, en la inmensa cuenca pérmica del oeste de Texas y el sureste de Nueva México.
Chevron anunció por su parte, el mismo mes, un acuerdo para comprar Hess por 53.000 millones de dólares.
Esta cuenta representa 5,8 millones de barriles diarios de petróleo, alrededor de 45% de la producción del país.
Biden, junto a la extrema izquierda, emprendió una guerra contra las petroleras estadounidenses horas después de sentarse en la Oficina Oval de la Casa Blanca, donde firmó más de una decena de órdenes ejecutivas vinculadas a este sector. Canceló oleoductos, redujo las perforaciones, desalentó el "fracking" (fracturación hidráulica para estimular la extracción de hidrocarburos), entre otras medidas. En síntesis: convirtió a EEUU en una nación de súplica por la reducción de los precios del petróleo impuestos a nivel internacional.
El conjunto de medidas revirtió la independencia energética de Estados Unidos lograda por la administración de Donald Trump en 2019 y que convirtió a Norteamérica en el mayor exportador de petróleo del mundo.
Entre otras de las medidas de Biden se encontraban el freno a la expansión de terrenos para la exploración petrolera, reducir la producción de combustibles fósiles y no licitar contratos nuevos para la extracción, entre otras.
Lo anterior disparó el precio de los combustibles que derivó en la peor crisis inflacionaria en los últimos casi 50 años, con el sufrimiento para la gran mayoría de los consumidores estadounidenses.
Un año y medio después, cuando el precio promedio de un galón regular de gasolina sobrepasó los 5 dólares en EEUU, Biden se vio obligado a dar marcha atrás a buena parte de sus órdenes ejecutivas en medio de un caos energético que aumentó con la guerra de Ucrania y la dependencia de Washington a los precios internacionales del barril de crudo.
En 2023, y en el vórtice de una visible contradicción de lo que prometió la administración Biden, la industria petrolera de EEUU registró una cifra promedio récord de producción por encima de los 13 millones de barriles diarios de petróleo, respecto a los 12,2 millones de barriles diarios que se producían en 2019 durante el gobierno del presidente Donald J. Trump.
Y es que la invasión de Rusia en Ucrania -incentivada en parte por Washington-, el escaso o ningún efecto de las sanciones a Moscú y la negativa de Arabia Saudita y de la OPEP y OPEP+ a incrementar las exportaciones diarias de crudo no le han dejado ningún margen de maniobra a Biden que no sea evitar otro pico histórico inflacionario en EEUU.
FUENTE: Con información de AFP.