WASHINGTON — El presidente Joe Biden se dispone a firmar una partida de gastos por 13.600 millones de dólares de ayuda militar y humanitaria a Ucrania, como parte del presupuesto federal de 1,5 billones que no incluye dinero contra la pandemia del coronavirus y aprobado de forma bipartidista.
Ahora la Casa Blanca, en otra de sus estrategias políticas, quiere más dinero fuera del presupuesto: “Necesitamos que el Congreso apruebe 22.500 millones de dólares en fondos de emergencia para mantener nuestra respuesta al COVID-19”.
La cepa de ómicron se desarrolló como una gripe común y científicos afirman que las demás que surjan tendrán características similares por la degradación del virus durante más de dos años de pandemia.
No obstante, los demócratas insisten en seguir gastando dinero en ayudas a los estados en momentos de una inflación desorbitante que se encuentra por encima del 8%, agudizada con la guerra en Ucrania, los precios internacionales del petróleo y la dependencia energética de EEUU creada por la administración Biden.
Los egresos para COVID tuvieron que ser sacrificados para poder aprobar el proyecto de gastos más amplio e incluir la ayuda a Ucrania. La Casa Blanca había pedido 22.500 millones de dólares para vacunas y tratamientos, pero durante las negociaciones el monto se redujo a 15.600 millones y eventualmente a cero. Ahora, y fuera del acuerdo logrado, desean más fondos de gastos.
“Hemos logrado avances en la lucha contra el COVID-19, pero aun nos queda mucho trabajo por hacer”, tuiteó Biden el martes.
El coordinador de la respuesta contra el COVID-19 de la Casa Blanca, Jeff Zients, destacó las “consecuencias” que tendrá la falta de recursos a la respuesta oficial contra el virus, incluyendo el respaldo federal a los estados, en momentos en que las variantes de la pandemia no muestran una amenaza real para la salud de los contagiados y surgen con síntomas comunes.
La Casa Blanca sostiene que sin los recursos adicionales, el gobierno federal la próxima semana tendrá que dejar de aceptar pedidos de dar tratamientos contra el virus para personas no aseguradas, y que los fondos estatales para tratamientos monoclonales tendrán que ser cortados en un 30% para prolongar las existencias.
Analistas consideran que esta es sólamente otra de las presiones empleadas por los demócratas y su alianza con la extrema izquierda para ampliar aún más los gastos federales, ya de por sí acrecentados por las crisis creadas por el gobierno de Biden en la frontera sur, la salida de afganistan, las ayudas excesivas federales a padres y otros programas sociales improductivos para sectores de bajos ingresos, utilizando como pretexto la pandemia de COVID-19.
El gobierno insiste además en que necesita más dinero para adquirir más píldoras antivirales y tratamientos profilácticos para personas con sistemas inmunológicos vulnerables, así como vacunas para el caso de que los expertos recomienden más dosis de refuerzo o dosis contra una nueva variante.
“En momentos en que aumentan los casos del virus en el exterior, pero no las muertes ni las hospitalizaciones, expertos en ciencia y medicina han dicho que podrían aumentar los contagios de COVID-19 aquí en EEUU”, declaró la secretaria de prensa de la casa Blanca Jen Psaki.
Durante sus más de dos años de propagación y supuestamente por la "efectividad de la vacunación" y la llamada inmunidad de rebaño, los científicos afirman que las nuevas variantes por venir del COVID-19 podrían ser altamente contagiosas, pero como los otros miles de virus que conviven entre los humanos desde los últimos siglos.
FUENTE: Con información de AP