En múltiples ocasiones Jayson González, hijo de padre mexicano, meditó acerca de cómo podía ayudar a sus padres a pagar sus estudios de contabilidad en la Metropolitan State University, en St. Paul, Minnesotta. Pensó en crear algún pequeño negocio -que a corto plazo- le produjera el dinero que necesitaba. Sin embargo, sus planes no pasaron de las ideas.
Jayson nunca imaginó que su pasión por los dulces y en particular por las donas le abriría no solo el apetito, sino el camino que tanto había dibujado en su mente. Con apenas dinero para llenar el tanque de gasolina de su auto y algo más para invertir, el joven comenzó su aventura.
Una madrugada, sobre las 2:00 a.m, puso en marcha su auto con destino a Iowa. Condujo casi tres horas hasta llegar a un establecimiento de Krispy Kreme y pidió varias docenas de donas. Arrancaba así su pequeño negocio.
En Champlin, el pequeño pueblo donde residía y donde cursó el High School, había muchos amantes a la repostería, pero no un lugar donde vendieran las donas de Krispy Kreme. Y ese fue el punto de partida del chico de 21 años, cuyo único propósito era hacer dinero para pagar sus estudios. Hasta aquí, la historia de Jayson es similar a la de millones de jóvenes en Estados Unidos que buscan costear su preparación académica con trabajo y esfuerzo.
Unas siete horas diarias empleaba para ir y regresar de Iowa, vender las donas y cumplir con sus obligaciones universitarias. Apenas dormía, pero el negocio iba bien y ya había empezado a ahorrar dinero. Estaba feliz y hacía una mayor inversión en cada viaje.
Un giro de 180 grados
Jayson no había sacado licencias ni permisos para su negocio personal. Usaba su propio auto para las ventas y atendía encargos. Una llamada dio un brusco vuelco a sus nobles intenciones. Por razones desconocidas, las ventas de Jayson llegaron a oídos de uno de los ejecutivos de la compañía Crispy Kreme, quien lo llamó para exigirle que dejara de vender donas al por mayor sin la autorización de la firma. Para poder hacerlo, el joven debía montar un establecimiento o pagar una costosa patente. Ninguna de esas opciones eran viables con sus escasos recursos ni los de sus padres. Pero no se rindió.
Hizo pública su historia en las redes sociales y llamó a algunos medios de comunicación, pero sin éxito. En apenas días, se hizo viral su versión y la prensa se interesó en su caso, entre ellos la cadena NBC que pidió una respuesta inmediata de Krispy Kreme, más allá de términos legales. Y varios medios se sumaron a pedir clemencia en apoyo al joven emprendedor.
Bajo tanta presión social, Krispy Kreme dio marcha atrás y llamó a Jayson para llegar a un acuerdo de trabajo y promoción. Surgía entonces lo que su abuelo le pronosticó: el esfuerzo siempre tiene una recompensa.
La Cámara de Comercio Hispana del Sur de la Florida (SFLHCC, por sus siglas en inglés) conoció la inspiradora historia de Jayson y en días recientes quiso invitarlo a Miami para que describiera su experiencia de tenacidad y desarrollo individual. La Florida International University (FIU) también lo recibió. La oficina del comisionado Esteban Bovo (distrito #13) y la comisión de Miami-Dade entregaron a Jayson un reconocimiento a su espontánea experiencia.
Casi al terminar sus estudios, Jayson tiene claro que para tener éxito en la vida profesional, el temor a perder no tiene cabida. Y el mejor ejemplo es su historia.
Jayson afirma que lo importante no es vender algo, "sino proponerse cambiar la vida cotidiana, salir de la zona de confort que nos creamos y tomar una de las tantas oportunidades que ofrece este país para cualquier joven".
"Mi deseo era solo ayudar a mis padres, pero luego el propio esfuerzo y la decisión de no rendirme, me abrieron las opciones para ir hacia adelante". Mi historia puede ser la de cualquier joven, pero es importante que cada uno se convenza de que no hay límites, que cada obstáculo puede convertirse en un triunfo".
Raíz latina
En la actualidad, casi un millón de estudiantes universitarios se encuentran amparados por el programa DACA y buscan un futuro próspero junto a su familia en este país. La mayoría de ellos trabaja y estudia para poder pagar sus facturas académicas.
Como hijo de padre inmigrante mexicano, Jayson aprendió desde muy pequeño que las metas se alcanzan con trabajo. Y es precisamente esa voluntad la que quiso premiar también el cónsul de México en Miami, Jonathan Chait Auerbach, y quiso conocerlo y hablar personalmente con él.
"Jayson forma parte de ese ejército de jóvenes emprendedores, que ponen todo su talento y conocimientos a favor de su familia. Son verdaderos ejemplos de sacrificio diario, de aporte para este país e inspiración para los más pequeños", expresó el diplomático. "Por eso, nuestra misión aquí es apoyarlos y decirles que valoramos todo lo que hacen para el bien de su familia y sus comunidades", concluyó.
La madre de Jason es maestra y su padre es handyman. Más que el dinero que pudo recaudar para ayudarlos, la acción de Jayson tuvo la respuesta justa y la recompensa de recibir el elogio y respaldo de miles de seguidores en las redes sociales, medios de comunicación, instituciones y de la propia compañía que lo juzgó en un principio. Ese ha sido su mayor triunfo.