La cápsula despegó el jueves por la noche desde el Centro Espacial Kennedy, en Florida, como parte de una misión diseñada para demostrar que es capaz de proporcionar viajes seguros a los astronautas de la NASA.
Starliner siguió la trayectoria correcta, pero presentó problemas en dos de los 12 propulsores usados para la maniobra. Sin embargo, la anomalía, que está siendo investigada por los ingenieros de la agencia, no debería afectar la misión, informaron voceros de la NASA en una conferencia de prensa posterior al lanzamiento.
"En general, la nave está funcionando muy bien", dijo Steve Sitch, director del programa comercial de tripulación de la agencia.
Uno de los 12 propulsores de maniobra orbital y control de actitud (OMAC) de Starliner falló después de un segundo, momento en el que un segundo propulsor entró en acción, pero también se apagó a los 25 segundos.
El software de la nave activó entonces un tercer propulsor, que completó la combustión necesaria.
Los propulsores OMAC se utilizarán para acercar la cápsula a la ISS y para ayudar a retirar la nave de la órbita al final de la misión.
Starliner debe acoplarse a la ISS en horas de la noche, 24 horas después de su lanzamiento, y entregar más de 226 kilogramos de carga, incluyendo comida y otras provisiones como ropa o bolsas de dormir para la tripulación de la estación.
Su único pasajero es un maniquí llamado Rosie the Rocketeer -un juego de palabras acerca de la estrella de la campaña de reclutamiento estadounidense en la Segunda Guerra Mundial, Rosie the Riveter-, cuyo trabajo consiste en colectar datos de vuelo con sensores sobre lo que deberían experimentar los humanos.
"Estamos un poco celosos de Rosie", dijo el astronauta de la NASA Mike Fincke, quien se espera que figure en la primera tripulación seleccionada para una misión de demostración en caso de que OFT-2 tenga éxito.
El éxito de la misión es clave para reparar la maltrecha reputación de Boeing, después de un primer fracaso en 2019.
En esa ocasión falló el intento por acoplarse a la ISS debido a errores de software, que implicaron quemar demasiado combustible para llegar a su destino e incluso la posibilidad de destruir la nave durante su reingreso.
Un segundo intento estaba previsto para agosto del año pasado, pero fue retrasado desde la plataforma de lanzamiento para solucionar un problema de válvulas que no se abrían como debían, y la capsula debió ser devuelta a la fábrica.
La NASA busca certificar a Starliner como un segundo servicio de "taxi" para astronautas hacia la ISS, una función que ya cumple SpaceX, de Elon Musk, desde el éxito en 2020 de su misión de prueba con su cápsula Dragon.
Día de redención
Ambas compañías recibieron en 2014 contratos con montos fijos de 4.200 millones de dólares para Boeing y 2.600 para SpaceX, poco tiempo después del cierre del programa del transbordador espacial, durante una época en que Estados Unidos dependía de los cohetes rusos Soyuz para llegar al laboratorio orbital.
Boeing, con su historia centenaria, fue considerada por muchos como una apuesta segura frente a la prácticamente inexperimentada SpaceX.
Pero la empresa de Musk envió recientemente su cuarta tripulación de rutina a la plataforma de investigación, mientras que los retrasos en el desarrollo de Boeing han costado cientos de millones de dólares a la compañía.
La cápsula pasará unos cinco días en el espacio, antes de desacoplarse y volver a la Tierra el 25 de mayo, usando paracaídas para aterrizar en el desierto del oeste de Estados Unidos.
La NASA considera necesario tener un segundo proveedor de viajes a la órbita baja de la Tierra, en caso de problemas con SpaceX.
FUENTE: AFP