MIAMI- Como una manzana podrida con potencial de echar a perder a las demás, las células del Partido Comunista Chino (PCCh) están invadiendo empresas occidentales que invierten o comercian en la República Popular China (RPC), otro de los graves peligros que conlleva hacer negocios con el régimen comunista de Beijing.
A tenor de lo trascendido, el presidente chino Xi Jinping no hace más que ejercer presión para que funcionarios del Partido incrementen su poder sobre las empresas extranjeras, lo que aumenta notablemente el riesgo de comercializar con el gigante asiático.
La intromisión política en el comercio
Por muy increíble que parezca, la Comisión Reguladora de Valores de China está implementando cambios en sus reglas para exigir a los administradores de fondos de propiedad extranjera que creen células del PCCh cuando operen en suelo chino, anunció The Wall Street Journal (WSJ) en un análisis sobre el tema.
Significa un enorme riesgo y daño que haya un núcleo del Partido Comunista de China dentro de BlackRock o Fidelity, multinacionales estadounidenses de gestión de inversiones y servicios financieros, respectivamente. Esto podría ocasionar enormes afectaciones a esas y otras muchas empresas norteamericanas que operan en territorio chino.
BlackRock es el administrador de activos más grande del mundo y uno de los principales defensores de los lazos financieros con China. Dado su tamaño e influencia, la mayoría de las firmas financieras occidentales establecidas en suelo chino se verían forzadas a seguirle si este se viera obligado a aceptar una célula del partido, ejemplificó el diario estadounidense.
La misma fuente añadió que, si estas firmas responsables de los ahorros de miles de millones de jubilados fueran forzadas a aceptar un comité del PCCh, como precio del acceso continuo a los mercados chinos, sus directivos estarían obligados a buscar consejo en el partido sobre decisiones estratégicas. [Y lo que es peor], "los riesgos políticos internos chinos se exportarían rápidamente a la industria financiera occidental".
Si esta intromisión política en el comercio por parte dde China se vuelve una práctica común y de carácter obligatorio, bien podríamos decir que "el riesgo legal y regulatorio de hacer negocios en China aumentaría mucho más", tal como aseguró el diario.
Desde el mismo momento en que un comité del PCCh coexista en una firma extranjera, sea del país que sea, la toma de decisiones corporativas y sobre el futuro comercial de la empresa podrían resultar muy perjudicadas.
Por supuesto, es imposible saber cuál es la función exacta que estos grupos comunistas desempeñarían en el marco de una empresa foránea; sin embargo, de acuerdo con la misma fuente, "bajo las reformas de Xi, a las células del partido se les están dando cada vez más roles en la toma de decisiones estratégicas y el reclutamiento".
"Algunas empresas chinas, incluso, han enmendado sus estatutos para decir que en las decisiones corporativas clave, la junta directiva buscará primero la opinión del grupo líder del partido de la firma", algo que bien podría replicarse en el seno de corporaciones estadounidenses o de otras naciones que igualmente operen en territorio chino.
Al ahondar más en este tema, el WSJ remarcó que, "si Xi se sale con la suya, estas empresas responderán no sólo ante sus accionistas, sino también ante los funcionarios del partido". Está claro que, por la doctrina que enarbola el PCCh, los chinos comunistas asumirán las decisiones sobre el rumbo de las corporaciones extranjeras en su territorio.
A juzgar por lo que se avizora en el horizonte del comercio entre China y firmas occidentales, igual podría decirse que "los inversionistas ordinarios, ya sean fondos de pensiones o individuos, no podrán discernir si los directivos de esas empresas toman sus decisiones estratégicas basadas en el juicio comercial o bajo la dirección de los burócratas del Partido Comunista Chino", señaló la propia fuente.
Ni hablar de las transferencias forzadas de tecnología a subsidiarias chinas y el robo de propiedad intelectual de los que hacen gala los autócratas chinos, devenidos ladrones a cuatro manos que no se cansan de hurtar secretos comerciales de toda índole: industriales, científicos, tecnológicos, sanitarios, académicos y hasta militares.
El basamento de la intrusión comunista
Según lo divulgado por The Wall Street Journal, desde 2016 Xi Jinping ha presionado para que las empresas estatales y las subsidiarias de corporaciones de propiedad extranjera establezcan células a través de las normas dispuestas en los Artículos de Asociación del Partido Comunista de China.
Desde 2018, analistas del propio gigante asiático han advertido que esas leyes no sólo incluyen a negocios locales y corporaciones estatales, sino que también podrían afectar a empresas foráneas que operan mediante firmas conjuntas chinas. De hecho, desde ese mismo año, empresarios extranjeros han informado que el partido se les ha acercado con dicho objetivo.
El WSJ puntualizó que, "en septiembre de 2020, la Oficina General del Comité Central del Partido Comunista emitió la "Opinión sobre el Fortalecimiento del Trabajo del Frente Unido de la Economía Privada en la Nueva Era”, instando a los Departamentos de Trabajo del Frente Unido del país a fortalecer su participación en el gobierno corporativo".
En respuesta a tal petición, "la Cámara de Comercio Europea en China advirtió que el fortalecimiento del papel de las células del partido, tendría un impacto considerable en el sentimiento empresarial y podría llevar a las empresas extranjeras a reconsiderar inversiones futuras e, incluso, actuales en China", agregó la fuente.
A pesar de eso, las compañías financieras occidentales se amontonaron en China, atraídas por la perspectiva de altos rendimientos y convencidas por contactos chinos de que el compromiso con el PCCh es el precio que hay que pagar para hacer negocios en la llamada fábrica del mundo.
De momento, no se sabe cuántas células comunistas existen en el seno de las empresas extranjeras operativas en suelo chino, pero sí existe la confirmación de que las hay, según diversos reportes de prensa.
El supuesto símbolo de la excelencia
Hace seis años, Fresenius Kabi —compañía alemana de alcance global especializada en fármacos y tecnologías médicas con sede en Bad Homburg— accedió a crear una célula del Partido Comunista Chino en su organización, indicó el principal diario de la RPC, People's Daily, haciéndose eco de un reporte de la agencia de noticias china Xinhua.
De acuerdo con ese artículo, el gerente de la filial de la firma alemana en Nanchang, Yang Zhiming, dijo que al principio tenían miedo de que las actividades del partido pudiesen interferir en los negocios, dado que los chinos y alemanes tienen diferentes culturas, costumbres y formas de pensar; sin embargo, algo les hizo cambiar de opinión.
Zhiming señaló el cambio de idea fue el comportamiento de los miembros del PCCh en la filial ante una escasez de mano de obra. Integrantes del Partido movilizaron a toda la plantilla para encontrar candidatos que trabajaran en la empresa y tuvieron la iniciativa de ayudar a resolver disputas dentro de la firma.
Para el equipo ejecutivo alemán, "los miembros del PCCh tienen más autodisciplina y más voluntad de asumir tareas que suponen un reto. [Asimismo], se hacen cargo de más responsabilidades y se muestran más interesados en el negocio". Todo un amasijo de “buenas y nobles aptitudes”...
Veamos un segundo ejemplo de empresa extranjera con comités del PCCh en su organización. En este caso se trata de Metro Group, otra multinacional alemana, que opera tiendas de membresía comercial y cuya sede principal se encuentra en Düsseldorf.
Tal como contó a Xinhua el jefe de su célula partidista, Chen Siying, en dicha firma ocurrió una transición similar a la descrita anteriormente, en lo que respecta a la actitud de la dirección hacia los miembros del partido.
"Una vez teníamos que cargar un pedido muy grande y se estropeó el montacargas. [Entonces], algunos miembros del PCCh trabajaron más de 10 horas sin descanso para cargar las mercancías solo con sus manos", destacó Siying, alabando así las “generosas acciones” de los comunistas.
Un tercer ejemplo de intromisión política en los negocios ocurrió en Sedrin, filial en Nanchang de la firma belga AB InBev, multinacional de cervezas y bebidas, cuya sede central radica en Leuven. De acuerdo con Xinhua, su célula reúne a 18 integrantes, tiene una estructura organizativa clara y se rige por una serie de normas internas.
En opinión del jefe del partido en la empresa, Zheng Wenqing, "así es como vamos a implementar el espíritu del Congreso", en referencia al liderazgo general que están llamados a ejercer en todas las áreas de actividad en cada lugar del país como parte de las directrices del PCCh; directrices que hacen recordar a las de la estancada Cuba comunista.
Los lineamientos del Partido Comunista Chino
Entre algunos de los lineamientos del PCCh que todos sus miembros deben cumplir figuran: deben ser una vanguardia que lucha por la clase trabajadora china; deben servir al pueblo incondicionalmente y estar dispuestos a hacer cualquier sacrificio personal; deben separar los intereses públicos de los privados y anteponer los primeros; deben trabajar desinteresadamente y defender la simplicidad y la frugalidad, además de luchar contra el despilfarro.
Desde hace bastante tiempo, "la pertenencia al PCCh es una condición que se prefiere a la hora de contratar nuevos profesionales", remarcó Xinhua en su reporte y añadió: "El partido ha aumentado su presencia en el sector no público. [Y] las empresas de capital extranjero, [al igual que] las conjuntas, son una parte clave de su expansión".
Además de pertenecer a esos comités comunistas, aquellos que los integren, da lo mismo si pertenecen a firmas estatales chinas o trabajan para empresas occidentales que hacen negocios allí tienen que asistir a las actividades del partido, así como estudiar y debatir sus preceptos.
Lo peor de todo es que al cierre de 2016, de las más de 100 000 corporaciones de capital extranjero que había en la República Popular China, el 70% tenía células del partido, según el subdirector del Departamento de Organización del Comité Central del PCCh, Qi Yu.
Citado por la misma fuente, el profesor de la Universidad Fudan de Shanghai, Zheng Changzhong, dijo que "tras décadas de que empresas extranjeras empezaron a operar en China, estas han reconocido que las organizaciones del partido desempeñan papeles positivos en el desarrollo del negocio para generar beneficios".
Para Changzhong, "ser miembro del PCCh no es pertenecer únicamente a una identidad política, sino un símbolo de excelencia. [Básicamente], la integridad moral y la competencia en el trabajo son criterios necesarios para ser miembro de este partido, [por tanto], esa es la gran diferencia".
Y eso, precisamente, es lo que la China comunista le vende a empresarios e inversores occidentales: un tóxico argumento para atraerlos a su territorio como nación empecinada en conseguir la supremacía mundial. Con muchas firmas foráneas allí, contaminadas con miembros del PCCh, Pekín sabe que le será mucho más fácil lograr sus objetivos comerciales y otros.
Las manzanas podridas en el cesto de EEUU
En el caso de las corporaciones estadounidenses, habría que ver cuántas de ellas han sido corrompidas por las manzanas podridas del comunismo chino. Datos de 2020, divulgados por The Epoch Times, revelaron que algunas importantes multinacionales del patio ya contaban en ese entonces con el triste récord de acoger en su seno a empleados comunistas.
Entre esas corporaciones norteamericanas se encuentran: IBM, con más de 800 miembros; Dow Chemical Company, con 337; 3M, con 230; Nielsen Holdings, con 94; PepsiCo, con 45; MetLife, con 31; Westin Hotel & Resorts, de Marriott International, con 23, y Mars Food, con 14.
A nivel nacional en China, entretanto, la prensa estatal del país asiático informó en 2020 que la nación tiene casi 92 millones de miembros del PCCh. Según el corresponsal del Washington Times, Bill Gertz, "si bien la base de datos representa una pequeña fracción del total de miembros, esta es una pieza clave del rompecabezas para descubrir la penetración del régimen en las empresas internacionales".
Desde el punto de vista de este experto en seguridad nacional, que está muy claro en lo referente a la real amenaza de esta problemática, la pertenencia a dicho partido hace que las personas se dediquen no a la nación de China, o al pueblo de China, sino al Partido, como parte del impulso ideológico de esta idelogía política para apoderarse del mundo.
Como diría con razón Gertz: "Occidente, el mundo libre, necesita despertar y empezar a luchar contra el Partido Comunista Chino", estimo que ninguna empresa estadounidense debe permitir que se le embauque de este modo, por muy pintorescos que sean los cantos de sirenas provenientes de Pekín.
Sería algo así como dormir con el enemigo. O propiciar que todas las manzanas se pudran por el mero hecho de juntarlas. La fruta podrida que representa el PCCh, definitivamente, debe quedar fuera de cualquier entidad estadounidense.
Sobre el Dr. Rafael Marrero
Multipremiado economista, empresario, comentarista de noticias y autor Bestseller. Su nuevo libro “América 2.0: La Guerra de Independencia de EE.UU. Contra China” está disponible en Amazon. https://bravozulupublishers.com