SAN BERNARDINO (CA).- EFE.
La ciudad tiene este jueves una sensación mezcla de conmoción e incredulidad después de la matanza que causó al menos 14 muertos y 21 heridos, según las últimas cifras oficiales.
SAN BERNARDINO (CA).- EFE.
La población de la ciudad de San Bernardino (California) tuvo este jueves una sensación mezcla de conmoción e incredulidad apenas un día después de que un tiroteo en un centro de ayuda para discapacitados causara al menos 14 muertos y 21 heridos, según las últimas cifras oficiales.
La tarea de identificación de los cuerpos todavía no ha finalizado, pero las autoridades esperan poder ofrecer los nombres de las víctimas durante la jornada, según explicó el jefe de Policía de San Bernardino, Jarrod Burguan, en una atestada rueda de prensa con más de 70 cámaras y otros tantos periodistas.
Los hechos, que hicieron trizas la habitual tranquilidad de la ciudad, comenzaron a las 11 de la mañana (hora local) del miércoles, cuando se dieron los primeros avisos de un tiroteo.
Cientos de personas fueron evacuadas del Inland Regional Center, el edificio atacado, muchas de ellas saliendo en fila y con las manos en alto, y puestas a salvo.
El cruce de las calles Waterman y Vanderbilt es hoy la "zona cero" para los medios, a poca distancia del edificio donde sucedió el tiroteo, que permanece custodiado por la Policía.
Desde ese punto, las autoridades informan de las novedades del suceso y hasta allí se desplazan numerosos vecinos en busca de respuestas, algunos de los cuales, visiblemente asustados, se acercaban este jueves a los periodistas a preguntar si es seguro salir a la calle.
Entre ellos estaba un vagabundo llamado Marvin, que acudió la pasada noche a la vigilia que tuvo lugar en el cercano centro Kingdom Culture Worship en memoria de las víctimas.
Reacciones de la población
"Yo no espero nada de esta vida desde hace tiempo, pero cuando veo algo así pienso que es el fin del mundo. ¿A qué nos abocamos?", se preguntaba Marvin en declaraciones a Efe.
Muy afectado parecía también el mexicano José Luis Ramírez, encargado de mantenimiento del hotel Quality Inn, localizado a escasos metros del lugar de la masacre.
"Yo fui para allá antes de que llegara la Policía. Había gente en el suelo sangrando, gritando y pidiendo ver a sus familias", explicó Ramírez.
"La Policía se demoró. Llegaron antes los paramédicos, las ambulancias y los bomberos. Cuando estaba allá, aún escuchamos disparos y salimos corriendo. Primero sentí miedo y después impotencia, sólo impotencia. No podía hacer nada. Es un centro con niños especiales. No es un lugar para este terror", dijo Ramírez.
Los agentes indicaron que, por el momento, se desconoce el móvil del crimen, aunque aseguraron que existía planificación y que no se trató de algo espontáneo, por lo que no descartan motivaciones terroristas.
"¿Motivos? Son terroristas. Esta gente no tiene corazón. Eso es lo que pienso y eso es lo que escuché de la gente que gritaba allí en el suelo", agregó Ramírez.
Hallazgos
Mientras los vecinos asimilan la tragedia, la Policía encontró doce bombas de fabricación casera en el domicilio de Syed Farook y Tashfeen Malik, los dos sospechosos implicados en la matanza, que fueron abatidos el miércoles por las fuerzas de seguridad.
La Policía informó de que esa casa relacionada con los sospechosos en Redlands, ciudad anexa a San Bernardino, forma parte del "núcleo de la investigación", ya que han encontrado, aparte de las bombas, armamento como rifles y cartuchos.
El director asistente del FBI en Los Ángeles, David Bowdich, pidió hoy "paciencia" con las indagaciones, ya que hay múltiples víctimas y escenarios en los que recopilan pruebas, y dijo que es "demasiado pronto" para especular sobre la causa de la masacre.
No obstante, Bowdich indicó que, teniendo en cuenta el armamento con el que contaban los sospechosos, así como si aparentemente bien elaborado plan, resulta "obvio" que tenían una misión.
Los esfuerzos de la Policía por esclarecer los hechos se mezclan con la incredulidad y los relatos de los vecinos.
"Yo estaba trabajando en la oficina cuando ocurrió", rememoró para Efe Mitesh Patel, gerente del Days Inn, otro hotel cercano al lugar del tiroteo.
"Escuché las sirenas de los coches de policía y cortaron las calles de inmediato. La oficina se llenó de llamadas y mensajes y no sabíamos nada. Fue desesperante", añadió.
Patel, al igual que los demás residentes de la zona, fue enterándose de la situación a través de la televisión y la radio.
"Había -relató- hasta seis helicópteros sobre nosotros. La Policía apareció completamente armada y entonces supimos que era grave. Luego el número de muertos fue en aumento y todo parecía una pesadilla. Nunca esperas vivir algo de esta magnitud".
"En San Bernardino", una ciudad de más de 200.000 habitantes situada a unos cien kilómetros al este de Los Ángeles, "nunca pasa nada", según el testimonio de Patel.
"Estamos lejos de todo. Siempre escuchas todas esas tragedias que ocurren en el mundo y, de repente, sucede a media milla de ti. Cerca de tu propia casa. Ahora, San Bernardino está en el mapa por este tiroteo igual que Columbine. Esta tragedia nos va a marcar para siempre", valoró.
Por su parte, Dhan Bhathta, otro residente del barrio objeto del ataque, reconoció que la situación es "aterradora" y que "nunca" había experimentado una amenaza "a este nivel".
"El terror está en casa ahora", apuntó Bhathta.
"Desde luego -añadió-, que esto nos pone a todos los ciudadanos en alerta y nos deja tremendamente inquietos. Te levantas un día tan normal y, de repente, la vida de esa gente se acaba. Es algo difícil de asumir".
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