domingo 23  de  marzo 2025
OPINIÓN

¿Cuánto cuesta el discurso de un supremacista blanco en la Florida?

El gobernador de Florida declaró el estado de emergencia por el discurso que un nacionalista blanco tiene previsto dar el jueves en la Universidad de Florida
Diario las Américas | MARIAM NUÑEZ MAS
Por MARIAM NUÑEZ MAS

Un supremacista blanco dará un discurso en la Universidad de Florida y la institución educativa ha de gastarse medio millón de dólares para evitar incidentes violentos. Un tal Richard Spencer desencadenó el protocolo policial. Las fuerzas de seguridad que se encargarán de aplacar el impulso de sus provocaciones racistas ya están activadas. La declaración del Estado de Emergencia mediante una orden ejecutiva firmada por el Gobernador de la Florida, Rick Scott, así lo dispone.

El Gobernador declaró la emergencia para poder incrementar la fuerza policial porque un discurso posicionado en el radicalismo racial puede incitar a la violencia más cruel, al ensañamiento irracional y colectivo de otros supremacistas ávidos de cumplir literalmente los reclamos de exterminación y dominación del orador-líder.

El discurso del supremacista-nacionalista blanco será el jueves, pero desde el lunes la orden ejecutiva firmada por Scott ondea en el Condado de Alachua como si de un escudo protector se tratara. En consecuencia, las fuerzas policiales podrán proteger con más garantías a los estudiantes universitarios y a la ciudadanía. Imposible olvidar lo que pasó en Charlottesville hace solo unos meses.

El discurso de Spencer no asusta tanto como la interpretación que puedan hacer de sus palabras una pequeña multitud descontrolada. Hitler quiso vivir de sus pinturas hasta que dio su primer discurso y fue aclamado. Al final de la II Guerra Mundial había logrado exterminar a millones de hebréos.

Las medidas preventivas para atajar las ínfulas que deriven del discurso de Spencer estarán justificadas si después de la última frase de su arenga los asistentes logran marcharse pacíficamente conminados por la eficacia del operativo.

Como sociedad, además deberíamos reflexionar sobre el contenido de un discurso y de una situación que no deberían extraernos el dinero de los bolsillos. Al fin y al cabo los potenciales amenazados somos precisamente los pagaderos.

"La orden ejecutiva de Scott permitirá incrementar la fuerza policial para brindarle la mayor protección a los residentes y estudiantes", dicen todos los medios y nos confiamos en que nos cuidarán. "La universidad comunicó que espera gastar 500 mil dólares en seguridad", y debemos creer que será suficiente.

La orden ejecutiva, fue firmada el lunes en el condado de Alachua, territorio cuya población tiene una composición racial muy desbalanceada con respecto a la Florida multicultural. Alachua está muy al norte y más del 73% de sus habitantes son blancos. El otro 26% está compuesto por el 19% de afroamericanos, al 0,25% de nativos americanos y a casi el 7% de asiáticos, isleños del Pacífico y otras étnias. La población de origen hispano o latino es residual en Alachua, alcanza solo el 5,73% de la población.

En ese territorio floridano, uno de los más puros según el criterio supremacista, está la Universidad de Florida de Gainesville, lugar desde donde Spencer quiere alebrestar a los suyos.

Scott, al firmar la orden ejecutiva para incrementar la fuerza policial, dijo que la "amenaza de una posible emergencia es inminente". Así que acto seguido, activó la Guardia Nacional de Florida por si las hechos llegan a sobrepasar las retrógradas consignas xenófobas.

El orador, si es que se le puede llamar así a alguien que vomita fuego exterminador por la boca, se llama Richard Spencer. El, nada perezoso, al leer la noticia de la declaración del estado de emergencia, utilizó twitter para quejarse del estado de cosas y decir que todo ese despliegue es una estrategia para cancelar el evento, tal como sucedió en Charlottesville el 11 de agosto.

Spencer es un líder para los nacionalistas, estuvo en la manifestación nocturna con antorchas de nacionalistas blancos por el campus de la Universidad de Virginia en Charlottesville. A las 24 horas, uno de los radicales participantes en el acto, se sintió en el deber de cumplir ciegamente los mandatos racistas de sus líderes y atropelló a una multitud de manifestantes que clamaban tolerancia, concordia y respeto. En menos de un minuto mató a Heather Heyer, de solo 32 años, hirió a 19 personas y encendió una alarma que parecía apagada. Los supremacistas blancos están esperando algo concreto para volver a salir a la calle, que todos hagamos silencio.

Richard Spencer lleva dentro un mensaje de odio, de la misma forma que Kane llevaba a una criatura letal en su pecho en "Alien, el octavo pasajero".

Estados Unidos fue un país de supremacistas blancos antes de la Guerra de Secesión. El manto racial de su mensaje cubría lo político, lo social y lo económico. Hoy ese mensaje racista, nacionalista y etnocéntrico está latente, agazapado. Si además de aprobar gasto público en incremento de fuerza policial y en seguridad, los políticos alineasen sus mensajes contra la xenofobia y los discursos antirracistas.

Sobre todo en Florida, las creencias confusas de Spencer, no deberían ser noticia. Tampoco debería ser noticia qué hacemos los demás ciudadanos para protegernos de las ideas retrógradas fascistas.

Es fácil saber que los efectos de la arenga de un supremacista blanco sobre un Estado colmado de inmigrantes, como es Florida, no quedará neutralizada por la declaración del estado de emergencia. Esa disposición podrá aplacar, aplazar, aminorar, pero nunca de eliminar, borrar, apartar.

Un supremacismo blanco y todos sus aliados no deberían tener el poder de cambiar la agenda de un político o de atravezarse en la cotidianeidad de miles de personas.

No obstante, prevenir es sabio. Ben Shapiro, un polémico orador de ultraderecha, desencadenó una serie de incidentes violentos en la Universidad de California, con un solo sermón. El operativo policial y de seguridad del evento costó 600 mil dólares.

Sería justo abrir los periódicos y leer que todos los políticos se pronuncian claramente en contra de lo que hacen y dicen los supremacistas blancos, los fundamentalistas cristianos, y todos los grupos y facciones racistas. Sobre todo daría gusto escuchar al presidente de este país reconociendo que esta nación es de todos los que viven en ella.

Una orden ejecutiva no es un escudo protector contra el racismo, pero una sociedad que lo rechaza claramente por medio de todos los recursos materiales e intelectuales disponibles, sí lo es.

FUENTE: EFE

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