sábado 22  de  marzo 2025
ANÁLISIS

Cuba y EEUU se vuelven a sentar a la misma mesa... pero por poco tiempo

El secretario de Estado Rex Tillerson y el canciller cubano, Bruno Rodríguez, se reunieron el martes por la noche en un momento en que los Estados Unidos consideraron cerrar su embajada en La Habana
Diario las Américas | MARIAM NUÑEZ MAS
Por MARIAM NUÑEZ MAS

Anoche tuvo lugar el contacto diplomático de más alto nivel entre EEUU y Cuba desde el inicio de la administración del presidente Donald Trump en enero. Sin embargo no hubo fotos, ni prensa convocada, ni conferencia conjunta, ni ningún acto protocolario. Solo una reunión misteriosa a puertas cerradas entre el Secretario de Estado norteamericano Rex Tillerson y el canciller cubano, Bruno Rodríguez.

El máximo jefe de la diplomacia cubana, vino desde la Habana a Washington a una reunión urgente con el secretario de Estado norteamericano, Rex Tillerson. La reunión duró apenas una hora, pero pocas conclusiones han trascendido. La única evidencia de la fugaz, pero determinante reunión son las declaraciones redactadas prácticamente en forma de nota prensa, y que fueron leídas y comentadas al más estricto estilo de la alta diplomacia.

La embajada de Cuba en Washington describió la reunión anoche como cordial, además reveló que Rodríguez le explicó a Tillerson que Cuba "nunca ha perpetrado ni perpetrará ataques de ningún tipo contra diplomáticos". Agregó que su Gobierno tampoco permitiría a un tercer país hostil a los Estados Unidos usar atacar a los estadounidenses en territorio cubano.

La reunión no impulsó las conversaciones entre ambos países, pero tampoco evitó que retrocedieran las posiciones de ambos países. El máximo diplomático cubano insistió en que el gobierno cubano no tiene nada que ver con los "ataques" inexplicables a los diplomáticos estadounidenses destacados en la Habana. También aseguró que Cuba aún no tiene evidencia para explicar lo que pasó en La Habana. Ante estos argumentos Tillerson le recordó a Rodríguez la responsabilidad que tiene Cuba de proteger a los diplomáticos destinados en su territorio, independientemente de quién sea el culpable de los ataques.

De una lectura entre líneas de las declaraciones dadas por los respectivos departamentos se infiere que Cuba no está ni cerca de resolver la inescrutable y pavorosa crisis de salud generada por los ataques acústicos.

La reunión entre el secretario de Estado de EEUU y el canciller cubano fue apresurada. El gobierno cubano solicitó tener tal reunión, pero no solo para dar su palabra de inocencia en los misteriosos acontecimientos que han perjudicado en menor o mayor grado la salud de 21 diplomáticos estadounidenses y lamentar lo sucedido.

Existen al menos dos desenlaces no deseados para la Isla. Uno es un amago de cierre de la Embajada de Estados Unidos en La Habana, que haría retroceder prácticamente a cero al delicado acercamiento entre ambos países. La otra es que las regulaciones que implementarán los cambios propuestos por el presidente Donald Trump en junio no han sido publicadas aún en el Registro Federal ni en el Departamento del Tesoro de los Estados Unidos.

El Ministerio de Relaciones Exteriores de Cuba parece optar por unas relaciones si no distendidas, al menos, sin enfrentamientos frontales que agraven el estado de las relaciones diplomáticas y económicas de ambos países. A pesar de las ríspidas relaciones actuales, la hostilidad no llega a las posiciones radicales vividas entre ambos países durante más de 50 años, en actos que podrían parecer paradójicos han llegado a brindar ayuda humanitaria y personal médico tanto para Puerto Rico, como para Houston, Texas, tras el paso de los huracanes Harvey e Irma.

El nuevo momento de normalización -al menos- diplomática iniciado bajo la administración del presidente Barack Obama, corre mucho peligro. No es para menos, los ataques han sido certeros y concretos. Varios diplomáticos muestran dolencias tan graves como lesión cerebral traumática y otros tantos, sin que hayan trascendido los detalles médicos, sufren padecimientos de diversa índole. No es casualidad.

Rodríguez sostuvo que los Estados Unidos actuaron de forma inapropiada y precipitada en mayo al expulsar a dos diplomáticos cubanos destacados en Washington. El Departamento de Estado le respondió que el propósito era protestar por el aparente fracaso de La Habana en proteger a los diplomáticos estadounidenses en Cuba, no porque los Estados Unidos creyeran que el gobierno de Castro estaba detrás de los ataques. Rodríguez respondió que Cuba tiene un "récord impecable" en la protección de los diplomáticos, según las declaraciones emitidas por la embajada de Cuba.

Es un tema altamente sensible y delicado. El canciller cubano no tuvo solo que desplegar sus mejores armas diplomáticas de persuasión y convencimiento, seguramente desveló en Washington los resultados preliminares obtenidos por las autoridades cubanas en sus investigaciones, que, a su vez, integran la información proporcionada por las autoridades de EEUU y las pesquisas de los agentes del FBI que investigan en La Habana. Pero en concreto, todavía nada.

Tillerson, en el papel que le toca jugar, dijo Rodríguez que los Estados Unidos siguen teniendo "profunda preocupación" por la seguridad de sus diplomáticos en La Habana. Eso tiene sentido porque se han detectado otros incidentes de lesiones a diplomáticas confirmados desde el punto de vista médico en fechas tan cercanas como finales de agosto.

La portavoz del Departamento de Estado, Heather Nauert, volvió a transmitir la gravedad de la situación y subrayó "las obligaciones de las autoridades cubanas de proteger al personal de la embajada y sus familias en virtud de la Convención de Viena". La Convención de Viena es un tratado referido al derecho internacional que regula la manera en que los países anfitriones deben tratar a los enviados extranjeros.

Ninguno de los dos países, en sus descripciones de la reunión, ofreció detalles sobre lo que podría suponer la respuesta de los Estados Unidos. Sin embargo, Rodríguez le dijo a Tillerson que "sería lamentable que un asunto de esta naturaleza sea politizado", reviviendo un argumento que Rodríguez dio la semana pasada ante la Asamblea General de las Naciones Unidas.

Las deliberaciones en curso sobre una posible clausura de la embajada constituyen una evidencia de cómo estos incidentes están pesando sobre la relación entre Estados Unidos y Cuba. Los Estados Unidos y Cuba reabrieron embajadas en La Habana y Washington en 2015 después de que Raúl Castro y Barack Obama alcanzaran un acuerdo histórico para reanudar las relaciones diplomáticas tras medio siglo de enemistad y enfriamiento diplomático entre ambos países.

La investigación de los ataques acústicos podría revelar o todo o nada. ¿Cuál nación, organización o grupo de interés podría estar detrás del ataque a diplomáticos de EEUU y de Canadá? ¿Cuán infalible puede llegar a ser una fuerza de élite extranjera mientras actúa en hoteles y embajadas en uno de los países más monolíticos del mundo y que mejor controla la posesión de todo tipo de dispositivos? ¿Hasta dónde está bien vigilada la inabarcable frontera marítima de Cuba? ¿Quién o qué se beneficiaría de la enemistad radical entre Cuba y EEUU? Y otras incógnitas más que deberán ser desveladas para que ambas naciones al menos tengan una mínima oportunidad de diálogo y entendimiento.

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