[email protected]
@hesushdez
[email protected]
@hesushdez
MIAMI.- El nuevo Congreso del país, cuya sesión número 116 arrancó con el cierre parcial del Gobierno y una tensa relación con el presidente Donald Trump, no solo tiene una mayoría demócrata que vuelve a tener a Nancy Pelosi por presidenta de la Cámara de Representantes, sino además cuenta con nuevas caras y diversidad de género.
Con 235 escaños para los demócratas y 199 para los republicanos, tal como fue anticipado, la Cámara Baja apostó por otorgar fondos de emergencia a determinados servicios del Gobierno federal, mientras se llegue a un acuerdo respecto al muro que el Presidente desea construir en la frontera de México.
Y también, tal como fue pronosticado, los demócratas aludieron a investigaciones y procesos de condena contra el Presidente, por alegatos de conducta impropia, obstrucción y otros asuntos.
Mujeres
Pero aún más importante que las discordias están los asuntos a tratar, en una nueva cámara que cuenta con 126 mujeres, la cifra más alta en la historia de la nación, 19 más que la pasada legislatura, y la manera que el factor género podría influenciar.
Por ejemplo, de Minnesota es la nueva congresista Ilhan Omar, oriunda de Somalia, que no esconde su afiliación religiosa al islam ni su solidaridad con los gay o las lesbianas.
“Hace 23 años vine de un campo de refugiados en Kenia. Mi padre y yo llegamos entonces al aeropuerto de Washington. Hoy regresamos al mismo aeropuerto en la víspera de mi juramentación como primera somalí-americana en el Congreso”, tuiteó la nueva congresista, junto a una foto al lado de su padre durante su regreso a la capital estadounidense.
Además de Omar, Rashida Tlaib, de Michigan, proviene de Palestina, de la llamada Cisjordania, también profesa el islam y fue electa congresista el pasado 6 de noviembre.
Igualmente están las nuevas congresistas Native American, descendientes de indios americanos, Sharice Davids y Deb Haalan, de Kansas y Nuevo México, respectivamente, así como las primeras dos latinas en representar a Texas, Verónica Escobar y Sylvia Garcia, un estado que nunca antes habló español en la Cámara de Representantes, a pesar del 40% que suma la comunidad hispana en el estado de la estrella solitaria.
De Connecticut es Jahana Hayes y de Massachusetts está Ayanna Pressley, las primeras dos mujeres afroamericanas que representan a esos dos importantes estados de la Unión Americana.
Otro récord más: la más joven en la historia del Congreso es Alexandria Ocasio Cortez, de Nueva York, con 29 años, hispana y progresista.
Decisiones
Cómo esta nueva avalancha femenina al Congreso, matizada por los colores de diferentes orígenes y posiciones, pudiera influir o incluso determinar el resultado de conversaciones, proyectos y votaciones es algo que preocupa a unos y entusiasma a otros.
No obstante, son muy pocos los que se lanzan a opinar, al menos en público, on-the-record, sobre lo que vislumbran acerca de los resultados que podría traer esta nueva amalgama de colores.
“Están las más jóvenes que reclaman nuevas caras en la dirigencia de ambos partidos”, alegó Charlie Anderson, profesor de ciencias políticas de George Washington University.
“Asuntos muy específicos”, continuó, “como las alegaciones sobre conducta del Presidente o su participación por probar en la trama rusa, podrían tener el respaldo de un alto número de congresistas mujeres”.
Por otra parte, temas aún más preocupantes para la ciudadanía, como la salud pública y el futuro de la Ley de Atención Médica Asequible, u Obamacare, “las probabilidades de mejorarlos son aún mayores”, señaló el académico.
De cualquier manera, a medida que nos acerquemos a las elecciones presidenciales 2020, incluso a las fatigosas primarias de republicanos y demócratas, “oiremos sorprendentes posiciones”, tal vez más radicales, “a un lado y el otro de la línea que divide a ambos bandos, que es precisamente lo que esta situación tan antagónica, entre Congreso y Casa Blanca, produce”, subrayó el profesor universitario.