MIAMI.- El anuncio de la creación de un gran jurado en Washington, para investigar la supuesta interferencia de Rusia en las pasadas elecciones presidenciales, disparó las “apuestas” por encausar a la Casa Blanca, pero en el fondo sólo podemos decir que se trata de un nuevo paso que podría extender la pesquisa durante los próximos meses.
El fiscal asignado por el Departamento de Justicia, Robert Mueller, no lo ha anunciado, y probablemente no lo hará, como es la tradición, pero fuentes cercanas a él adelantaron a The Wall Street el jueves de que la creación del jurado indagatorio ya está acordada y que la orden está dada para requerir documentos y declaraciones, de quienes participaron en una reunión con los rusos en el Trump Tower el pasado año.
Sin embargo, el abogado y consejero especial del Presidente, Ty Cobb, aseguró que no estaba informado de que Muller haya convocado a crear un gran jurado.
“Estos asuntos son normalmente conducidos en secreto”, señaló Cobb. “No obstante, la Casa Blanca favorece cualquier decision que acelere el proceso…La Casa Blanca está comprometida a cooperar con el señor Mueller”, añadió.
Mientras tanto, el presidente Donald Trump continúa negando cualquier tipo de conspiración entre su equipo de campaña y los rusos, luego de que su hijo mayor, Donald Trump Jr., puso en manos del escrutinio público, a través de Twitter, el pasado 11 de julio, sus contactos con Moscú, a partir de una invitación que recibió desde Moscú para supuestamente difundir información negativa sobre la aspirante demócrata a la presidencia, Hillary Clinton.
De hecho, Trump Jr. publicó los correos tras ser advertido por el rotativo The New York Times de que los tenía y de su inminente divulgación, mientras el Presidente alabó la “transparencia” de su primogénito al divulgar el contenido de los mensajes.
“Mi hijo es una persona de altos atributos y aplaudo su transparencia”, sostuvo Trump en un comunicado que fue leído por la entonces portavoz adjunta de la Casa Blanca, Sarah Huckabee Sanders, hoy secretaria de Prensa.
Además, el canal de televisión de noticias CNN comentó que el FBI continúa investigando la probabilidad de un vínculo financiero de la firma Trump con Rusia, que según fuentes anónimas, citadas por el medio de comunicación, podría llevar el asunto a un caso aún más incriminatorio que la llamada conspiración rusa.
Rutina
Para otros comentaristas, como Howard Kurtz, de FoxNews, quien fue reportero del Departamento de Justicia por varios años y calificó a la prensa de celebrar una “orgía de especulación noticiosa”, el llamado a una comisión indagatoria de esta índole es un “asunto rutinario”.
“La noticia sería si Mueller no convocara un gran jurado”, resaltó.
El resultado, como elocuentemente Kurtz argumentó, podría ir en una dirección u otra: “La acusación formal que muchos esperan o el veredicto de no culpabilidad, al menos para el Presidente y su círculo más cercano”.
Y luego añadió: “No quiero minimizar la importancia de la movida de Mueller. Un gran jurado podría representar una seria amenaza para la Casa Blanca”.
Filtraciones
Por otra parte, el procurador general, Jeff Sessions, lanzó una campaña contra las filtraciones de información a la prensa y anticipó que los transgresores del estatuto de fidelidad serán procesados, luego que el presidente Trump manifestó públicamente su “decepción” con la manera que esta situación era atendida por la Justicia.
“Ningún gobierno puede ser efectivo si sus miembros no pueden confiar para hablar”, señaló Sessions el viernes, para referirse directamente a la filtración a la prensa, el día anterior, de la transcripción de las conversaciones telefónicas del Presidente con los dignatarios de México y Australia, que saltaron a la prensa el día anterior.
El alto funcionario del Gobierno de Trump, que ostenta el equivalente de la cartera del ministerio de Justicia, aseguró que cuatro personas han sido imputadas formalmente por proveer información confidencial (a la prensa)” y que el ritmo de las investigaciones se ha triplicado.
Asimismo, Sessions indicó que ha instruido a su asistente Rod Rosenstein y al nuevo director del FBI, Christopher Wray, supervisar todas las investigaciones sobre filtraciones y estar al tanto del desarrollo de las mismas.
También advirtió sobre la creación de una unidad de contrainteligencia y cómo había indicado a la División de Seguridad Nacional priorizar los casos relacionados con “divulgaciones no autorizadas”.
“No escatimaremos en aplicar la ley y los cargos criminales adecuados a quienes abusen de la confianza de la nación”, resaltó Sessions.
De cualquiera manera, probar el delito o enjuiciar a quienes divulguen información a la prensa nunca ha sido una tarea fácil.
Hace apenas un par de años el entonces procurador general Eric Holder, durante el Gobierno de Barack Obama, estableció la pauta para obtener pruebas de la prensa pero en la práctica no dio buen resultado ante la presencia del llamado privilegio del reportero, con el cual, bajo derecho constitucional, el periodista estaría exento de revelar la fuente de información.
Aun así, durante los ocho años de Obama nueve casos de filtraciones fueron probadas, más que todas las administraciones anteriores sumadas.
Si tenemos en cuenta el reporte publicado por el panel de seguridad del Senado republicano el mes pasado, en el que calificaron de “alarmante” la cantidad de filtraciones, sabríamos que según los cálculos cada día “alguien” en el Gobierno actual filtra alguna información confidencial a la prensa.