MIAMI.- En la era de las comunicaciones, todo aquel que disponga de un dispositivo electrónico: computadora, teléfono celular o tableta, en apenas segundos tiene la capacidad de difundir una información y hacerla llegar a cualquier distancia geográfica desde el lugar donde se encuentre.
Sin embargo, al mismo tiempo que contamos con ese poder de alcance, igualmente enfrentamos el reto de una realidad que acarrea consecuencias: no todo lo que se emite como información a través de internet en portales de noticias, blogs y redes sociales debe asimilarse como información veraz y algunos de los sucesos que directamente nos afectan en estos tiempos así lo demuestran.
Las llamadas noticias falsas o “fake news” en muchos casos son lanzadas con total intencionalidad para crear matrices de opinión, incentivar conductas e influenciar actitudes.
Las noticias falsas pueden estar relacionadas con un suceso en sí, un grupo humano o una personalidad de cualquier esfera de la sociedad o ámbito del conocimiento. Para “fabricar” noticias falsas, por lo general se toma un componente veraz del suceso o la persona de quien se trate, se adulteran cifras, se falsean argumentos, se atribuyen responsabilidades y se elaboran historias creíbles que la mayoría de las veces terminan siendo reproducidas como hechos ciertos.
Corresponde entonces a los comunicadores que asumen su profesión con el debido rigor, hacer un alto y lanzar una alerta que persigue poner fin a esa avalancha de manipulación intencionada que desvirtúa el papel de los medios.
La noticia que no venga respaldada por una firma o nombre autorizado póngala en duda, indague, investigue, no se conforme con un dato de procedencia desconocida y en cambio elija la información verificada, difundida por una fuente confiable.
Por el aval de 67 años de ejercicio de periodismo comprometido que identifica a DIARIO LAS AMÉRICAS, desde nuestras plataformas impresa y digitales, hacemos un llamado para que los diferentes canales de noticias se unan al propósito de emitir información responsable. La palabra tiene poder y su alcance debe ser utilizado para orientar, verificar y educar.