viernes 29  de  noviembre 2024
Análisis

La verdadera historia de Hermanos al Rescate

Nacido en Santiago de Cuba en 1940, Basulto se opuso desde el comienzo al régimen de los hermanos Castro. Participó en varias operaciones que buscaban derrocar el totalitarismo en su país
Diario las Américas | LUIS LEONEL LEÓN
Por LUIS LEONEL LEÓN

En 2019 entrevisté al piloto y luchador anticastrista José Basulto, fundador y presidente de Hermanos al Rescate (HAR), con el propósito de explorar y dar a conocer la verdadera historia de esta organización sin fines de lucro, que el castrismo aún sigue intentando tergiversar dentro y fuera de la Isla, y que tantos miles de balseros ayudó a rescatar hasta que en 1996 sufriera un ataque devastador, cuando un avión de guerra ejecutó en el aire a 4 de sus jóvenes pilotos.

Nacido en Santiago de Cuba en 1940, Basulto se opuso desde el comienzo al régimen de los hermanos Castro. Participó en varias operaciones que buscaban derrocar el totalitarismo en su país, entre ellas las actividades clandestinas previas a la fracasada invasión de exiliados cubanos a Bahía de Cochinos en abril de 1961, que reconoce como uno de los golpes más dolorosos de su vida, sólo superado por el derribo de las avionetas de HAR, hace ya 25 años.

Conversé largamente con él en su casa, en el sur de Miami. Me acompañó mi amigo el camarógrafo y editor Jesús Acosta, quien registró el encuentro, siendo el primer eslabón fílmico del largometraje documental que intentamos hacer realidad, con el apoyo de otros amigos y colegas. A partir de aquella charla publiqué un primer texto en el Anuario Histórico Cubanoamericano (número 3, 2019) de la Academia de la Historia de Cuba en el Exilio, que comparto con los lectores en una versión ampliada.

CONTROL MILITAR (En Cuba): Síganlo. No pierdan la otra avioneta.

MIG-29 (En espacio aéreo internacional): Está en la región, está en la región donde cayó el objetivo, hace falta que nos autoricen.

MIG-29: Oye, el SAR [Servicio de Búsqueda y Salvamento] no es necesario. No queda nada, nada.

CONTROL MILITAR: Correcto, sigan al avión. Se van a quedar encima de él.

MIG-29: Estamos encima de él.

CONTROL MILITAR: Correcto.

MIG-29: ¿Para qué?

MIG-29: ¿Está autorizada la otra también?

CONTROL MILITAR: Autorizada.

24 de febrero de 1996

Este día, en que el avión de guerra MIG-29, siguiendo instrucciones de los más altos mandos militares de la dictadura, derribó fuera del espacio aéreo cubano a 2 de las avionetas de Hermanos al Rescate, marcó para siempre la historia de esta organización humanitaria.

La masacre fue denunciada ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), órgano principal y autónomo de la Organización de los Estados Americanos (OEA), encargado de la promoción y protección de los derechos humanos. En su informe sobre el caso, “con base en un exhaustivo análisis de los fundamentos de hecho y de derecho”, la Comisión concluyó que “el Estado cubano es responsable de la violación de los derechos consagrados en la Declaración Americana”.

Mucho tiempo antes, José Basulto, legendario piloto y opositor al régimen de Fidel Castro, ya tenía entre sus preocupaciones la gran cantidad de cubanos que se lanzaban al mar, en precarias embarcaciones, con tal de escapar de la isla comunista y llegar a Estados Unidos. Pero no fue hasta 1990 –cuando en una de las reuniones que habitualmente sostenía con sus amigos anticastristas, Bill Schuss y Benito Clark, compañeros suyos de la época de las operaciones de la invasión fallida a Bahía de Cochinos– que se gestó la idea de Hermanos al Rescate.

Le dijo Bill: “Vamos a usar a los pescadores y sus embarcaciones para tratar de encontrar a los balseros que están en el estrecho de la Florida”. Ya habían muerto miles de balseros y en ese momento el objetivo era exclusivamente ese: salvarles la vida.

“Vamos a tratarlo, pero antes vamos a pensar en otras alternativas más prácticas. Yo tenía un avión, que usaba en ese momento para pasear, y le dije que era mejor usar aviones, ya que desde la altura de un avión tienes un horizonte más grande, puedes ver más lejos y es más fácil pasar la comunicación a tierra para que un barco pueda recogerlos”, le explicó Basulto, quien rápidamente comenzó a pensar en los detalles necesarios para que el proyecto fuera posible.

Los primeros experimentos los realizó con su avión, acompañado de pilotos que le servían de observadores, piezas claves para localizar a los balseros en el estrecho, pues la efectividad de este tipo de vuelos de búsqueda depende no sólo del piloto sino también de los observadores.

“El piloto, además de mantener el curso, debe llevar un patrón de vuelo que le permita de encontrar, marcar y después transmitir la información de la balsa que se ha encontrado”, explica Basulto.

En aquellas primeras prácticas nunca encontraron a ningún balsero, pero le sirvieron para establecer la altura ideal (no más de 500 pies) necesaria para tener un horizonte de una milla y media de distancia, aproximadamente, para poder detectar embarcaciones pequeñas, lo cual era extremadamente difícil.

Así empezaron los primeros vuelos y no mucho tiempo después decidieron echar a andar la organización, “cuyo objetivo número uno era salvar vidas. Número dos: darle a conocer al mundo, a través de la prensa, que estaba pasando una cosa horrible, que estaban muriendo muchas personas tratando de huir de Cuba. Y tercero: hasta dónde estaban dispuestos los cubanos a llegar para obtener su libertad. Era un mensaje claro, con acciones claras, que evidenciaban el sacrificio humano no solamente de los balseros, que corrían un riesgo inmenso, sino también de nosotros, porque nos estábamos jugando la vida, alegremente allí”, me contó Basulto.

Hermanos al Rescate, fundada principalmente por pilotos civiles, se inscribió como corporación sin fines de lucro en el Estado de la Florida, el 12 de mayo de 1991. Durante unos 8 años patrullaron el Estrecho para apoyar a los balseros. El primer avión que se usó, de un solo motor, era propiedad de Basulto:

“Cuando iba a las Bahamas lo volaba a unos cuantos miles de pies, por si acaso el motor fallaba tener tiempo de pedir auxilio y tirarlo al mar para sobrevivir, pero haciéndolo a 500 pies sólo tenía segundos para reaccionar, era muy peligroso, tanto así que tuvimos un accidente con este mismo avión, que se perdió cuando cayó al sur de Cayo hueso, con una periodista y fotógrafo que iban a bordo”.

Aquel percance obligó a Basulto a comparecer en los medios de comunicación para contar lo que había pasado y explicar que Hermanos al Rescate necesitaba el apoyo de la comunidad.

“Tuve que salir y decir: necesitamos aviones de dos motores. Y eso le puso un precio, que no era barato, a las operaciones, sin embargo la comunidad de exiliados respondió muy bien, dando lo que no tenían. Nosotros en el apartado postal que teníamos recibíamos todos los días un montón de cartas. El promedio de contribución eran 10 dólares, pero siempre hubo personas de muchos recursos que contribuyeron con muchísimo más, hasta donando aviones. Willy Chirino y otras personalidades del exilio se portaron muy bien”.

Una compañía de pasajes les ayudó a comprar un avión. Una señora les donó de un golpe 50 mil dólares, que igual usaron para comprar otro avión. Y hubo quien donó no uno, sino dos aviones.

Llegamos a tener 10 aviones. Unos eran nuestros, otros eran de personas que los tenían y nos los prestaban, como Alfredo Sánchez, que ni siquiera lo volaba él siempre, a veces lo dejaba para que lo volara otra persona cuando hiciera falta. Así montamos una pequeña Fuerza Aérea de Salvación”.

Fue una operación costosa, debido al mantenimiento regular de los aviones y la gasolina.

“Pero puedo decir que a nosotros nunca nos faltó el dinero. Cada vez que yo iba a la radio y la televisión y decía que necesitábamos fondos para poder volar, inmediatamente el correo postal nuestro se llenaba otra vez. Era la respuesta del exilio enviando un mensaje de amor a Cuba”, explica Basulto.

Hermanos al Rescate llegó a estar compuesta por unos 50 integrantes. “Así se fue haciendo aquello, poco a poco, mejorando los equipos y mejorando las comunicaciones, que en esto teníamos a un muchacho que era brillante, Osvaldo Plá, más conocido por los radioaficionados como Tito Fufú”.

“Tiempo después, cuando descubrieron que en Miami había espías metidos por todas partes, incluyendo la organización nuestra, se documentó, bajo juramento y una pesquisa hecha por el FBI, que los fondos se habían utilizado exclusivamente para hacer volar aquellos aviones”.

Los primeros pilotos eran los hermanos argentinos, Jorge, Guillermo y Adalberto Lares. “Ellos fueron la semilla de nuestros pilotos. Fueron ellos mismos los que me dijeron que necesitábamos más pilotos para salvar más vidas porque eran muchos los balseros”.

Pero Basulto, que conocía bien las estrategias del régimen castrista, les contestó: yo quiero que sean como ustedes, con la misma calidad humana, no importa que sean cubanos, lo que importa es el deseo de ayudar.

“Y yo creo que esa decisión salvó el concepto de Hermanos al Rescate, porque de haber sido sólo cubanos le abríamos la oportunidad al gobierno cubano de infiltrarnos más espías que los que nos infiltraron en el exilio, que puede que hayan sido más de los 14 que salieron en la prensa, entre ellos René González, Juan Pablo Roque, y otros más que no quiero decir sus nombres porque no tengo las pruebas, pero que estaban envueltos en la conspiración para desbaratar Hermanos al Rescate”.

Según Basulto, el régimen cubano “le pidió a Estados Unidos de mil maneras que parara a Hermanos al Rescate. Pero EE.UU. no lo podía hacer. Nosotros no estábamos violando ninguna ley. Estábamos haciendo una labor humanitaria a cuenta y riesgos propios, y no había un argumento legal para decirnos que no podíamos volar. Varias veces nos sabotearon, por eso tuvimos que guardar los aviones en un hangar, cerrarlo y poner alarmas”.

“La razón más importante es que con nuestras acciones negábamos su mensaje de que estábamos en contra de los cubanos y que no nos importaba la suerte de nuestro pueblo. Para comienzos de 1994 ya habíamos salvado más de 4 mil balseros. Y durante el éxodo de los Balseros, que comenzó en agosto de ese año, ayudamos a salvar más de 30 mil”.

Pero llegó el fatídico 24 de febrero de 1996. Lo sucedido este día cambió la suerte de Hermanos al Rescate.

La Organización de Aviación Civil Internacional (OACI) confirmó que los pilotos y copilotos se reunieron este día en el hangar del aeropuerto de Opa Locka, a las 09:12 horas. José Basulto, jefe de la organización, presentó “los planes de vuelo según reglas de vuelo visual (VFR) con miras a efectuar un vuelo de rescate de balseros”.

Pero por “compromisos adquiridos por algunos de los pilotos” no despegaron como tenían planeado a las 10:15 horas. Luego de almorzar, los tripulantes de las 3 aeronaves Cessna 337, con matrículas N2506 (José Basulto, Arnaldo Iglesias, Andrés y Sylvia Iriondo), N2456S (Carlos Costa y Pablo Morales), y N5485S (Mario De La Peña y Armando Alejandre), partieron con rumbo oeste a las 13:11, 13:12 y 13:13 respectivamente”.

La CIDH asegura: “El paralelo 24 está situado bastante al norte de las doce millas de aguas territoriales de Cuba, y es el límite más septentrional de la Región de Información de Vuelos de La Habana. Aviones comerciales y civiles realizan vuelos de rutina en esta área, y las prácticas de aviación requieren que los mismos notifiquen a los controladores de tráfico de La Habana cuando cruzan al sur el paralelo 24. Ambos aviones de Hermanos al Rescate cumplieron con esta costumbre al comunicarse con La Habana, identificarse y declarar su posición y la altitud“.

En dicho informe la CIDH indica claramente que “en momentos que los dos aviones se encontraban aún al norte del paralelo 24 [es decir: fuera de las aguas cubanas, en espacio aéreo internacional] la Fuerza Aérea de Cuba ordenó el despegue de dos aviones militares, un MIG-29 y un MIG-23, operando bajo el control de la estación militar de tierra cubana. Los MIG portaban piezas de artillería, misiles de corto alcance, bombas y cohetes, y estaban piloteados por miembros de la Fuerza Aérea Cubana”.

Las avionetas, según la OACI, fueron derribadas a las 15:21 y las 15:27 horas, respectivamente, en espacio aéreo internacional. Los misiles aire-aire disparados por el MIG-29 las desintegraron, causando la muerte instantánea de 3 ciudadanos estadounidenses y un residente permanente.

La CIDH, en su informe sobre el caso, publicó extractos de las comunicaciones radiales intercambiadas entre el MIG-29 (que persiguió las avionetas hasta derribarlas) y la Torre de Control Militar de La Habana, que prueban la violación de todos los protocolos internacionales y la impunidad con que el Estado cubano consumó esta masacre.

En YouTube puede verse una reconstrucción del derribo de las avionetas utilizando el audio real.

Este audio y la transcripción de la CIDH de la comunicación entre el puesto de mando de La Habana y los pilotos que asesinaron a los miembros de Hermanos al Rescate, es evidencia irrebatible de la criminalidad del régimen cubano. A esta historia regresaremos en una próxima entrega. Pues la verdad, por muy dolorosa que pueda resultarnos, siempre ha de ser contada. No olvidemos que en esos oscuros túneles que a veces tiene el silencio es demasiado fácil que prospere la mentira.

(Cortesía de Gaceta de la Iberosfera)

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