martes 18  de  marzo 2025
ANÁLISIS

Las preocupantes intrigas del FBI

Agentes de la importante agencia federal hablan de inquietantes maniobras
Por MARTÍN AROSTEGUI

Hubo indignación por el allanamiento del FBI a la residencia del expresidente Donald Trump, lo que desató divisiones en el seno de la agencia federal, ya que un número de agentes expresaron disconformidad con lo que describen como excesiva “politización”, que acudieron a congresistas y abogados para quejarse.

Las denuncias resultaron en el retiro forzoso de Timothy Thibault, jefe de la estratégica oficina de Washington DC, donde se organizó el registro de Mar A Lago. La misma oficina también ejecutó el arresto del importante ayudante de Trump, Peter Navarro, quien fue encerrado y puesto en cadenas por negarse a testificar ante el comité del Congreso investigando la revuelta del 6 de enero, que muchos consideran “una inquisición demócrata”.

Cartas dirigidas al inspector general del Departamento de Justicia por congresistas, citando múltiples denunciantes del FBI, alegan una creciente maniobra en la agencia y lo que parece ser una red política que opera en ella.

“Como sabemos, el agente especial adjunto a cargo Tim Thibault no es el único agente políticamente sesgado en la oficina de Washington del FBI.", escribió el senador Chuck Grassley.

Al mismo tiempo que perseguía a Trump y sus aliados, Thibault obstruyó una investigación sobre lavado de dinero al hijo del actual presidente Joe Biden, encubriéndola para no entorpecer al candidato demócrata en las últimas elecciones presidenciales, a pesar de que datos extraídos de la computadora de Hunter Biden, que fue confiscada por el FBI, contiene informaciones que pudieran ser incriminatorias sobre las relaciones de su familia con China.

Fuentes

Según dicen varias fuentes, Thibault no solo impidió que el FBI afirmara tales informes ante miembros del Congreso, sino que intentó suprimirlas con falsos informes de que era “desinformación rusa”.

Incluso se habla de que Thibault llegó a intimidar a otros agentes para que “no se metieran con la computadora” del hijo del presidente Joe Biden, de acuerdo con testimonios de denunciantes hechos públicos por miembros del Congreso.

“Thibault no tenía autoridad para hacer eso”, señaló el exdirector adjunto del FBI Chris Swecker en declaraciones a la prensa, añadiendo que la agencia puede quedar “desacreditada por dejar que ideologías se imponga sobre su profesionalidad”.

El exdirectivo dijo estar “asombrado que tal cosa pudiese ocurrir en una investigación abierta sobre lavado de dinero”, indicando que Thibault actuaba con una importante red de apoyo.

“El FBI necesita una limpieza desde abajo hasta arriba”, declaró Swkert a Fox News.

Llamamientos para solicitar la renuncia del actual director Chris Wray empezaban a sonar días atrás. El senador Grassley y el representante Jim Jordan, que son miembros de los comités jurídicos en sus respectivas cámaras, aseguraron que recibieron denuncias de agentes que alegan haber sido firmar declaraciones juradas falsas.

“Escucho por parte del personal del FBI que han perdido confianza en Wray y que debería irse”, señaló el abogado Kurt Suzdiak, quien representa a los denunciantes.

Jordan dijo estar preparando una investigación en la Cámara de Representantes, donde algunos de los denunciantes podrían testificar, si finalmente se supera la norma de que el FBI impide denuncias públicas a sus empleados.

El director Wray no niega las alegaciones. Las califica de “inquietantes”, en un intento de ponerse al frente del caso.

Acorde con los declarantes, las acusaciones incluyen prácticas como asignar “terrorismo” a casos que no lo son, con el aparente objetivo de justificar poderes y recursos especiales a ciertos jefes de unidades y oficinas de campo, lo que, de ser cierto, resultaría en algo peligroso en momentos en que el presidente Biden lanza discursos llamando “rebeldes”, “extremistas” y “fascistas” a republicanos seguidores de Trump.

De acuerdo con un exanalista de inteligencia del FBI, que fue contactado por DIARIO DE LAS AMERICAS, se ha creado una cultura “artificial” en la agencia que “se caracteriza en algunas operaciones para investigar a padres de familia enfrentados a autoridades educacionales sobre temas de contenido izquierdista y asuntos de transgéneros en las escuelas.

El allanamiento de la residencia de un expresidente, a base de lo que en esencia pudiera ser una disputa sobre documentos oficiales con la oficina de archivos nacionales, es el más reciente ejemplo.

“El FBI no tenía por qué meterse en esto”, comentó un exagente del FBI en televisión.

La cantidad de 18 documentos, de los cientos o miles que fueron encontrados y extraídos de Mar A Lago, cuentan con el sello de clasificación “ultrasecreta”, según el Departamento de Justicia.

En su mayor parte, según anticipan, son informes de inteligencia sobre Irán y de la vida privada de algunos lideres europeos.

No hay evidencia de “secretos nucleares”, que fueron antes nombrados por la prensa en alusión a información que obtenida del FBI.

La aprobación de un juez federal a la petición de Trump para asignar un observador especial es necesaria para lograr una revisión imparcial de los documentos.

“El 99% por ciento del FBI toman su profesionalidad muy en serio y podría haber habido motivaciones sinceras para el allanamiento”, aseguró un analista de seguridad del Gobierno federal, “pero vemos que hay divisiones dentro de la agencia y lo que estamos aprendiendo es preocupante”.

El uso político de agencias de inteligencia es usual en países del Tercer Mundo y pieza fundamental de las dictaduras de Rusia, China y otras potencias. Aun en las democracias europeas se dan múltiples casos en que órganos de seguridad del estado facilitan o encubren cuestionables actos a alto nivel.

Hasta ahora, el FBI se resistió a tales abusos por inquilinos de la Casa Blanca. Por ejemplo, los intentos del presidente Richard Nixon para involucrar a la agencia en su encubrimiento del caso Watergate fue lo que verdaderamente lo llevó a su enjuiciamiento.

El intrigante personaje garganta profunda de Mark Felt, quien guio las investigaciones de los reporteros Wodward y Bernstein de The Washington Post, que culminó con la dimisión de Nixon, fue un agente especial del FBI, de acuerdo con lo que el hombre confesó poco antes de su de muerte.

Pero el FBI ahora parece hacer otra cosa. Lo que se desluce de las actuales intrigas contra Trump es que Thibault forma parte de un grupo de agentes y fiscales federales que ejercen control político sobre la agencia.

Durante la carrera presidencial de 2016, el entonces director del FBI Jim Comey se negó a investigar a la rival de Trump, Hillary Clinton, a pesar de admitir tener claro conocimiento de que había indicios de secretos de Estado en su computadora particular, que estuvo conectada a servidores privados que pudieron haber estado accesible a conspiradores y gobiernos extranjeros.

Maniobras

Aunque el entonces jefe de contrainteligencia Peter Strzok fue relevado cuando se revelaron sus correos a una abogada del departamento de Justicia, asegurando que “vamos a frenarlo (Trump)”, la célula anti-Trump siguió operando. Thibault se declaró enemigo del expresidente en redes sociales al asumir el liderazgo de la oficina de Washington para organizar operaciones cuestionables contra Trump y proteger a Biden.

Incluso el dueño de Facebook, Mark Zukerberg, dijo haber recibido llamadas directas del FBI alertándole sobre una ofensiva de “desinformación rusa”, justo antes que saliese un artículo en el periódico The New York Post sobre ciertos contenidos en la computadora del hijo de Biden.

La falsa alerta guio su decisión de censurar la información en Facebook, mientras medidas similares fueron tomadas por otras redes sociales, bloqueando conocimiento de que Hunter Biden traficaba influencias para empresas ligadas al régimen comunista chino, lo que pudiese haber alterado el curso de las últimas elecciones.

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