sábado 15  de  febrero 2025
FORO DEMOCRATA

Los demócratas lanzan los últimos dados en una nominación presidencial

Hillary Clinton, Bernie Sanders y Martin O’Malley son los tres demócratas que aspiran a sustituir a Barack Obama en la Casa Blanca

MIAMI.-RUI FERREIRA
Especial
@ruiefe

Anoche no podían parecer más diferentes en una reunión pública en Iowa patrocinada por la cadena CNN, previa al caucasus de la próxima semana donde, de creer en la tradición electoral estadounidense ahí se decidirá el futuro de la presidencia del país.

Y los tres no podían ser más diferentes porque, al contrario de sus contendientes republicanos que han pasado el tiempo dirimiendo rencillas personales, estos tres se han presentado la noche pasada como tres pilares diferentes de unas misma ideología, como que se complementan.

Clinton, ocupó la mayor parte de su tiempo dedicada a política exterior, Sanders se volcó hacia los problemas sociales de la sociedad que pretende que lo elija y O’Malley, en el fondo el único político profesional, como ex gobernador de Maryland, comenzó por quitarse el saco, arremangarse la camisa y explicar a la audiencia, reunida en una auditorio de Des Moines, en Iowa, que lo suyo es llevar a Washington la mejoría de la vida popular.

Para Clinton, Sanders es un candidato que ante todo mira la vida de una forma poética y la poesía no es, en su opinión, la realidad de la vida. “Vamos a ver. Él hace su campaña en poesía pero la verdad es que uno gobierna en prosa. En esta campaña necesitamos mucho más que poesía”, amonestó Clinton, cuando cuestionada por la filosofía de Sanders, un candidato que rehusó definirse como ‘socialista’ a secas, pero abogó por la necesidad de dar a la clase media un mayor poder que el que, en su opinión, dispone actualmente en su país y una vida en el seno de un ‘socialismo democrático’ al estilo europeo.

“Lo que para mi significa el socialismo democrático son los derechos económicos, el derecho a una seguridad económica que debe existir en los Estados Unidos de Norteamérica”. Para ello, ha ampliado, Washington debe disponer de un gobierno que escuche a la clase media de igual modo que “escucha a los ricos” y, por carambola, “un Gobierno que ayude a todos los estudiantes a acceder a la universidad, que produzca empleos para todos y no apenas a un grupo que está en la cima. Esa es mi definición de socialismo democrático”, ha afianzado Sanders.

Sin embargo, para lograrlo, el senador por Vermont ha admitido que se debe aumentar los impuestos. “Claro que si. Lo haré (si llego a la Casa Blanca). Pero al mismo tiempo vamos a eliminar las pólizas de seguros de salud. Es lo que debemos hacer”, ha enfatizado. Una propuesta que Clinton piensa que es de todo impracticable porque “no se puede dejar de lado a la iniciativa privada”, como ha subrayado su campaña en un comunicado el lunes por la tarde, previo a esta reunión en Des Moines.

Un poco separado del rifirrafe, por control remoto, entre Sanders y Clinton, se mantuvo O’Malley cuya cuestión más difícil fue su postura en relación a la discriminación racial. El ex gobernador también fue alcalde de Baltimore y ese fantasma salió a relucir en la conversación de anoche.

Una asistente afroamericana quiso saber como O’Malley lidia hoy día con la violencia racial como en su ciudad mientras era alcalde del 1999 al 2007. El hombre fue diáfano: “En esa época nuestra ciudad era muy violenta, la de mayores vicios y abandonada de todos los Estados Unidos. Y sí, los estaban matando y las vidas de los negros eran importantes”.

Pero, “aunque hicimos lo mejor para combatir la violencia lo que es cierto es que eso fue controversial”, añadió el ex alcalde al comentar la violencia policial que llevó, en esa época, la ciudad a la apertura de los noticieros de televisión. “Todas las vidas son importantes. Las vidas de los negros son importantes”, ha puntualizado, al tiempo que recordó que su política fue, en esa época, la de combatir la violencia policial, reprimir la delincuencia y, al mismo tiempo, reducir la rigurosidad de las sanciones carcelarias.

La conversación pública tuvo una característica. Los tres candidatos no debatieron entre si, sino que contestaron a preguntas por separado. Al final, Hillary Clinton fue la favorecida porque fue la última, escuchó todos los argumentos de su contendientes en bastidores. Y, como seria de esperar, estableció su presencia en explicar su mayor preocupación, su desempeño como secretaria de Estado, porque por eso, dicen los críticos, la van a juzgar.

Hillary se presentó como un personaje bastante “hollyduesco”. Un espectáculo en el cuál defendió la política exterior del presidente Barack Obama e intentó extender todo su tiempo (20 minutos) hacia ese espacio. “Estoy orgullosa de lo que hizo el presidente”, ha dicho.

Cuando la cuestionaron sobre la masacre en el consulado de Estados Unidos en Benghazi, Libia, que ha sido objeto de al menos 12 investigaciones congresionales, fue muy lineal. “No podía tomar una decisión sin saberlo todo. Y todas las investigaciones no han probado lo contrario. Cuando lo supe, lo hice”, ha dicho.

Es más, “no había forma de saber lo que sucedió y solo después he tomado una decisión. Y la tomé después de escuchar 42 recomendaciones. A todas les di el visto bueno”.

La suerte está echada en Iowa para los tres demócratas. El Caucasus lo dirá la próxima semana. Alea iacta est.

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