KABUL- Los talibanes aseguraron el jueves que atenderán "todas las preocupaciones" de China durante una reunión en Kabul con el jefe de la diplomacia de Pekín, que visitó por primera vez Afganistán desde que los islamistas tomaron el poder.
China comparte una pequeña frontera de 76 kilómetros con Afganistán, en una zona de gran altitud, y Pekín teme que su vecino se convierta en una base para separatistas e islamistas de la etnia uigur.
El ministro de Exteriores chino, Wang Yi, llegó el jueves a Kabul y se reunió con el viceprimer ministro Abdul Ghani Baradar y el ministro de Asuntos Exteriores, Amir Khan Muttaqi.
En un comunicado emitido por el viceprimer ministro, sin mencionar específicamente a los uigures, los talibanes aseguraron a Wang que abordarían "todas las preocupaciones" que "crea que surja del suelo afgano".
Desde que volvieron al poder en agosto, los talibanes se han comprometido a no permitir que su país se utilice como base para grupos armados extranjeros.
Antes de su toma de posesión en Kabul, Pekín trató de mantener los vínculos con los fundamentalistas islámicos mientras las fuerzas de Estados Unidos y la OTAN se retiraban de Afganistán.
El objetivo es aprovechar las reservas naturales de Aganistán a favor de China que dará vida financiera y hará fuerte al gobierno talibán, ya de por sí armado militarmente con la desastrosa retirada de EEUU de Kabul.
"El Emirato Islámico quiere seguir ampliando sus lazos" con China, según el comunicado del viceprimer ministro.
Wang y Muttaqi también hablaron de ampliar los "lazos económicos y políticos" entre los dos países, dijo el Ministerio de Exteriores en Twitter.
Mina de cobre gigante
También hablaron del sector minero en Afganistán.
En 2007 China ya obtuvo por 3.000 millones de dólares la concesión de la gigantesca mina de cobre de Aynak, cerca de la capital afgana, el segundo mayor yacimiento del mundo.
Junto al jefe de la diplomacia china, el enviado especial ruso para Afganistán, Zamir Kabulov, también llegó a Kabul, donde iba a mantener conversaciones con funcionarios talibanes, según el Ministerio de Exteriores.
Afganistán sufre una grave crisis financiera y humanitaria, consecuencia de la congelación de miles de millones de activos en el extranjero y la brusca interrupción de la ayuda internacional que llegaba al país desde hace 20 años, y que ahora está regresando.
La visita de Wang llega una semana antes de una reunión prevista en Pekín con los vecinos de Afganistán, entre ellos Pakistán, para discutir la ayuda al nuevo régimen talibán y nuevos proyectos económicos.
Para China, una administración estable y cooperativa en Kabul también allanaría el camino para una expansión de su gran proyecto de infraestructuras llamado Nuevas Rutas de la Seda, al que Afganistán se unió en 2016.
Los talibanes, por su parte, ven en China una fuente crucial de inversiones y apoyo económico, ya sea directamente o a través de Pakistán.
A diferencia de varias potencias occidentales, China ha mantenido abierta su embajada en Kabul y su embajador sigue presente en la capital afgana.
Pekín repatrió a 210 de sus nacionales justo antes de que los talibanes tomaran la capital. Hasta ahora, ningún país ha reconocido oficialmente el nuevo régimen de Kabul.