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MIAMI.- Basta consultar el portal de noticias Breitbart.com, que Stephen Bannon vuelve a dirigir, para darnos cuenta que no hay peor enemigo que un antiguo aliado resentido.
La salida del estratega jefe de la Casa Blanca el viernes pasado, que fue además jefe ejecutivo de la campaña presidencial de Donald Trump, ha abierto un frente de crítica que el mismo Bannon anticipó al salir del círculo más íntimo del Presidente.
El primer gran blanco parece ser el anunciado aumento de tropas estadounidenses en Afganistán, a pesar de las indicaciones de Bannon que apostaban por el retiro de los soldados, bajo el lema de campaña America First, o primero los Estados Unidos.
“El Presidente señaló que pondría fin a las precarias y restrictivas reglas de guerra del expresidente Barack Obama, pero lo que ha dicho es muy similar a lo que Obama dijo en 2009, tras reconocer que la guerra había durado demasiado tiempo”, argumentó el columnista Charlie Spiering, avalado por Bannon. La nota inclusive compara ciertas frases pronunciadas por Trump con otras que fueron dichas por Obama hace ocho años, cuando anunció el incremento de tropas luego de anunciar reiteradamente que los Estados Unidos debería abandonar la guerra en Afganistán. “Nuestro compromiso no es ilimitado, y nuestro apoyo no es un cheque en blanco ", dijo Trump. "El Gobierno de Afganistán debe hacerse cargo de su parte, tanto en el área militar como política y económica. El pueblo estadounidense espera ver verdaderas reformas, progresos y resultados”, subrayó el Presidente el lunes pasado. Por otra parte, Obama dijo entonces: "Este esfuerzo debe basarse en el rendimiento", dijo. "Los días de proporcionar un cheque en blanco han terminado."
A pesar de los 16 años de "sangre y sumas de dinero" empleados en Afganistán, como mencionó Trump, los Estados Unidos no parece tener una fecha para ponerle fin a una guerra que ha resultado ser la más larga de la historia del país hasta el momento.
“Comparto las frustración del pueblo estadounidense”, añadió Trump. “Demasiado tiempo, energía, dinero y lo más importante vidas, tratando de reconstruir países acorde a nuestra imagen”, enfatizó. Es la misma frustración que Bannon sostuvo desde su trinchera como presidente ejecutivo de un medio de comunicación conservador y que luego enarboló como jefe ejecutivo de la campaña presidencial y jefe estratega de la Casa Blanca.
Estudio
Bannon se hace eco además de un estudio que realizó University of Minnesota en los estados más afectados por las guerras en Afgansitán e Iraq, en los que Trump logró captar la atención y ganarle la batalla a Hillary Clinton.
Si Pensilvania, Michigan y Wisconsin “hubieran tenido una tasa de pérdidas humanas en esas guerras ligeramente inferior” habrían votado por Clinton. En otras palabras, continúa el estudio, “si Trump quiere ganar en 2020, su apuesta electoral debería descansar en el enfoque del costo humano de la guerra”.
Los tres estados antes mencionados fueron ganados por Trump con un estrecho margen y al final decidieron el triunfo del sorpresivo candidato republicano.
“El discurso político anti guerra ayudó a Trump a ser elegido presidente. Proyectándose menos agresivo que Clinton, Trump fue capaz de “conectar con los votantes de esos estados afectados por más de 15 años de guerra”, resaltó el estudio.
Y el columnista avalado por Bannon especificó que “hoy, que Trump es presidente y dirige las fuerzas armas del país, los votantes de zonas afectadas por la guerra podrían votar en su contra en vez de los políticos del llamado establishment”.
Esta vez la prensa centrista e incluso más moderada, como CNN o MSNBC, han hecho eco de las palabras más humildes que el Presidente pudiera haber pronunciado en sus primeros siete meses en la Casa Blanca, cuando reconoció que su “primer instinto era salir (de Afganistán)”.
“A mí, históricamente, me ha gustado seguir mis instintos, pero he oído toda mi vida que las decisiones son muy distintas cuando te sientas en la mesa del Despacho Oval”, reconoció.
De hecho, este fue el mayor reconocimiento público desde que asumió la Presidencia, el pasado 20 de enero, de lo distintas que se ven las cosas desde el poder.
Ni uno, ni el otro
El secretario de Estado, para asuntos exteriores, Rex Tillerson, fue tal vez más realista al decir a la prensa el martes que “esta estrategia”, de proseguir con la guerra, estaba diseñada para convencer a los talibanes de que “no ganarían en el campo de batalla”.
Y luego añadió, como si le hablara a los jefes del Talibán: “Tal vez no podremos ganar del todo pero ustedes tampoco”.
En realidad, los soviéticos no le ganaron la guerra a los muyahidines, que fueron los precursores de los talibanes, durante la guerra de nueve años, 1979-1989, que libró la extinta Unión Soviética en el país asiático para defender el gobierno marxista de un solo partido que gobernaba Afganistán entonces.
La peculiar geografía montañosa de la nación afgana y el concepto yihad de los rebeldes entonces y talibanes ahora, de “extender” la ley de Dios, como si de una vieja cruzada se tratara, definen el curso de cualquier guerra en este país sin salida al mar.