LA HABANA.- Iván García
LA HABANA.- No ha existido en la historia de la disidencia pacífica en Cuba otro movimiento con tanto alcance internacional como las Damas de Blanco. Tenían razones poderosas para marchar gladiolo en mano, reclamando la libertad de sus familiares
LA HABANA.- Iván García
Especial
En el verano caliente de 2003, recuerdo a Blanca Reyes, esposa del poeta y periodista Raúl Rivero, escribiendo cartas al Papa en el Vaticano, a las Madres de la Plaza de Mayo en Argentina y a Nelson Mandela en Sudáfrica, recordándoles que Fidel Castro había condenado a Rivero a 20 años tras las rejas por escribir sin mandato.
Reyes hablaba por su marido y otros 74 presos de conciencia detenidos en marzo de 2003. Conocí del sufrimiento de estas mujeres. En plena madrugada, cargadas de bolsas con alimentos y aseo, viajaban cientos de kilómetros para visitar en la cárcel a sus esposos, padres, hijos, hermanos...
Ellas también eran reos del sistema. Luego decidieron organizarse. Eran una piña. De forma natural, Laura Pollán comenzó a ejercer como líder y vocera del grupo.
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No ha existido en la historia de la disidencia pacífica en Cuba otro movimiento con tanto alcance internacional como las Damas de Blanco. Tenían razones poderosas para marchar gladiolo en mano, reclamando la libertad de sus familiares.
La represión
Sufrieron golpizas, humillaciones y linchamientos verbales por parte de paramilitares. Su simbolismo y valentía fue la clave para que el régimen de Raúl Castro, tras la muerte del opositor Orlando Zapata por una huelga de hambre en prisión, le pidiera a la Iglesia Católica que ejerciera de mediador ante aquellas mujeres indignadas.
Las Damas de Blanco obligaron al Gobierno a negociar a tres bandas, junto al cardenal Ortega y el canciller español Miguel Ángel Moratinos, la excarcelación de los presos de la primavera negra de 2003.
Le arrancaron otra concesión a la autocracia. La inédita autorización a marchar los domingos por un área de la Quinta Avenida, en Miramar. Con el destierro de la mayoría de los prisioneros de conciencia, las Damas de Blanco debieron reciclarse, refundarse.
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Nueva estrategia
Todavía tienen varias opciones a mano. Conformar un partido político y enfocar sus reclamos desde otras perspectivas. En la actual sociedad, no sólo sufren aquéllos que discrepan del régimen y son encarcelados. Ha aumentado la prostitución y la violencia de género.
En Cuba, las mujeres que trabajan reciben salarios miserables, pero tanto ellas como las amas de casa, tienen que luchar a diario por la supervivencia, en particular la búsqueda de alimentos. Ocuparse de las faenas domésticas y velar por la educación de sus hijos. También, de atender a padres y parientes ancianos y enfermos.
Las Damas de Blanco pudieran convertirse en portavoz de los muchos problemas que tienen hoy las cubanas.
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En su agenda ahora está la exigencia de la democracia y la libertad de presos de conciencia (algo que se debe redefinir, pues no queda claro que un exoficial de la contrainteligencia o personas que secuestran una embarcación tengan esa categoría). Pero ya dentro de la disidencia existen personas que cumplen esa función.
Lo que no abunda en la oposición son organizaciones que sean la voz de su comunidad. Las calles rotas y oscuras, el pésimo funcionamiento del transporte y el abasto de agua, la escasez de alimentos, los bajos salarios y servicios médicos y educacionales en caída libre, afectan a partidarios y detractores del régimen.
Es un campo donde las Damas de Blanco pudieran enfocar su trabajo. En la farsa de elecciones del próximo 19 de abril, convocado por el régimen para elegir delegados de barrios y municipios, las Damas de Blanco pudieran orientar a la ciudadanía a que voten en blanco.
Una necesidad
Por la Ley Electoral, cualquier ciudadano en Cuba puede supervisar el conteo de votos. El día que el número de ciudadanos que voten en blanco alcance altos porcentajes, ya tendríamos la materia prima para consolidar un poder real que propicie un cambio.
En estos momentos, la disidencia vende humo. Es más mediática que efectiva. No se puede pretender ser un actor en futuras negociaciones cuando no se es capaz de movilizar a miles de personas. Por su poder de convocatoria, lo ideal sería que las Damas de Blanco se enfocaran en sus vecindarios.
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No creo que la estrategia correcta sea centrarse en las negociaciones entre Cuba y Estados Unidos. Gústenos o no, ya eso es un hecho. El lobby político debe recaer en disidentes mejor preparados.
Berta Soler es una mujer de armas tomar. Pero se siente incómoda delante de un micrófono. Dedicarse a la política es más gratificante. Viajes al extranjero y estar en la cresta de la ola informativa.
Trabajo en Cuba
Pero en la isla lo que se necesita es gastar la suela de los zapatos en barrios y caseríos. Hacer proselitismo en esa mayoría silenciosa de inconformes con el estado de cosas, que prefieren ver el juego sentado en las gradas. Las Damas de Blanco, y otras organizaciones disidentes, pueden hacer esa labor.
El rifirrafe de Berta Soler con Alejandrina García fue mal manejado. Utilizar un acto de repudio para impugnar a García ha sido lamentable.
Aplaudo la decisión de Soler de convocar a elecciones internas dentro del grupo. Es una práctica sana y el resto de la disidencia debe tomar nota. Si se quiere tener credibilidad, la oposición política debe tener estatutos democráticos y practicar la transparencia.
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La mayoría de los conflictos dentro de la oposición en Cuba surgen por nepotismo, tráfico de favores y corrupción. Hay líderes opositores que hablan como demócratas, pero no actúan como tales. Y la membresía suele ser un coro de extras que sólo sirven para aplaudir y adular.
La génesis de las Damas de Blanco fue el colectivismo y la autenticidad. Si no dan un giro de timón en su estrategia, el movimiento fundado hace doce años puede acabar disipándose. Sería una pena.