martes 13  de  mayo 2025
ESCÁNDALO EN ARGENTINA

El Facebook de Cristina Kirchner

MIAMI.- En cualquier país normal, algún alto funcionario habría tomado contacto oficialmente con la familia, y –aunque sea mera retórica- habría prometido “llegar hasta sus últimas consecuencias con la acción de la justicia” y seguramente poner a cargo de la investigación a alguien más allá de toda sospecha. Pero Argentina ya no es un país normal

Por GUILLERMO LOUSTEAU

MIAMI.- Guillermo Lousteau *

Cristina Kirchner ha hecho uso y abuso de la cadena nacional de radiodifusión. A pesar de los requerimientos legales para su utilización (situaciones graves, excepcionales o de trascendencia institucional), la presidenta utilizó la cadena para asuntos triviales y actos intrascendentes, en una forma como nunca había sido utilizada antes. Hace poco tiempo resolvió, además, que las noticias de los actos de Gobierno se repitieran y difundieran en horario central.

Esta vez, sin embargo, no creyó necesario utilizar la cadena oficial, para referirse a la muerte violenta de un fiscal que había solicitado la indagatoria penal de la presidente, de su canciller, y de personas allegadas al Gobierno, en un hecho de gravedad institucional como no se ha visto en la historia argentina. Un mensaje de la presidenta sobre el tema hubiera superado cualquier audiencia hipotética en la historia de las comunicaciones. El país entero esperaba su palabra y su versión de los hechos. Sin embargo, la presidenta optó por usar su Facebook.

Facebook es una red social, utilizada básicamente para comunicaciones personales. Cristina Kirchner parece mostrar, una vez más, que identifica su persona con el cargo que ocupa, y en una circunstancia tan grave como ésta, le ha parecido suficiente para referirse al hecho.

En cualquier país normal, algún alto funcionario habría tomado contacto oficialmente con la familia, y –aunque sea mera retórica- habría prometido “llegar hasta sus últimas consecuencias con la acción de la justicia” y seguramente poner a cargo de la investigación a alguien más allá de toda sospecha. Pero Argentina ya no es un país normal.

La presidenta usó Facebook en dos cartas sobre el tema: la primera, el 19 de enero, y la segunda, el día 20. En total, unas 2.000 palabras, que pudieron haber sido leídas, en unos 15 ó 20 minutos. Eso es todo, hasta ahora.

Dos observaciones inmediatas sobre la primera carta. Comienza la misma sosteniendo que “la muerte de una persona siempre causa dolor y pérdida entre sus seres queridos”. Esa línea, que se limita a tratar el tema como una muerte más, no considera la conmoción nacional que significa la muerte violenta de un fiscal federal que la ha denunciado por graves delitos, horas antes de prestar testimonio ante el Congreso Nacional, en un hecho de gravedad institucional inusitada. Es obvio el intento de minimizar el problema.

La segunda observación, formal, está vinculada con la manía obsesiva de Cristina Kirchner a la autorreferencia: casi la mitad de las 2,000 palabras están dedicadas a sus experiencias personales, directas o indirectas, reales o no, sobre temas conexos.

Pero, ya en el primer párrafo la presidenta pisa en falso. Es en ese párrafo dónde sin dejar lugar a dudas, inequívocamente establece la tesis del suicidio que, afirma, ‘provoca estupor y después, interrogantes”. Esa gratuita afirmación lleva a preguntarse a santo de qué esa premura en sostener la tesis del suicidio. La sociedad entera, con o sin razón, no exime al Gobierno de sospechas. La liviandad y apuro con que la carta instala la tesis del suicidio y que habla de la terrible decisión de quitarse la vida (lenguaje repetido insistentemente por sus funcionarios, con llamativa similitud), no hace sino poner al Gobierno en una situación comprometida.

Siguiendo al estilo habitual del kirchnerismo, el grueso de la carta se propone crear dudas respecto a la conducta del fiscal Nisman. (Una vez más, la culpa se pone en la víctima para exonerar al victimario: la responsabilidad no es del violador, sino de la mujer violada). Así que de lo que se trata, según la presidenta, es de desviar, mentir, tapar, confundir.

Si algo ha caracterizado a este Gobierno, es la falta de credibilidad. Desde los datos oficiales hasta las afirmaciones personales son consideradas falsos por la sociedad argentina. Por eso es que las acusaciones abiertas con que intenta descalificar los actos de Alberto Nisman, no hacen mella en el ánimo ciudadano, y ello ha quedado reflejado en los actos de repudio que se han multiplicado en las ciudades argentinas, y frente a algunos consulados del exterior.

Si la presidenta quiere abrir el debate sobre sus dudas, será muy bienvenida. Así podría tomar conocimiento de que lo que hizo volver al fiscal de urgencia cortando sus vacaciones, como se pregunta en su carta, fue seguramente la noticia de que estaba por ser removido de su cargo, anulando toda su labor de 10 años, en un fallido intento de silenciarlo.

Aceptando las zonas oscuras de los tres componentes del caso (el juicio por el atentado a la AMIA, la denuncia del fiscal Nisman, y su muerte violenta) en ninguna de las hipótesis, el Gobierno sale bien parado. Y el Facebook de Cristina Kirchner no ayuda en el caso.

* El autor es presidente del Instituto Interamericano para la Democracia

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