Mientras se formaliza el acercamiento diplomático entre Estados Unidos y Cuba -con la apertura de las embajadas este lunes 20 de julio-, los inversores oportunistas están cada vez más ansiosos y expectantes ante las posibilidades de negocios que se abren en la isla con el restablecimiento de las relaciones. Y a su vez, el gobierno cubano y la población isleña también están deseosos de recibir el ingreso de capital y nuevas iniciativas.
Sin embargo, los potenciales proyectos comerciales y de inversión están rodeados por grandes trabas, por ahora. Por un lado están, la ley del embargo impuesta por EEUU -que aparentemente seguirá en pie mientras que el Congreso siga siendo dominado por los republicanos- y la falta de infraestructura, indispensable para el desarrollo de cualquier negocio en Cuba.
Por otro lado, la ausencia de respaldo y garantías legales para los inversores en la isla -otro factor indispensable-, y el hecho de que el Gobierno cubano influye y maneja casi todos los negocios, lo que limita, condiciona e interfiere las relaciones privadas, y además, el embargo no permite contratos con el gobierno cubano.
La firma de inversiones en bienes raíces JLL (Jones Lang LaSalle) hizo una investigación reciente sobre el panorama que se presenta para los inversores interesados en desembarcar en tierras cubanas, y su principal advertencia es sobre los “grandes riesgos” que supone esa aventura.
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Oportunidades coartadas
El estudio, que profundiza en las posibilidades comerciales en todos los sectores de Cuba, encontró que hay muchas oportunidades, pero “EEUU todavía no permite importar grandes cantidades de productos de la isla, e impone restricciones en los bienes que pueden ser enviados al país vecino, a pesar de que Cuba puede recibir mercancía”.
Las conclusiones de la firma JLL -una de las 500 compañías con mayores ingresos del país según la lista anual de Fortune-, señalan que todavía hay mucho riesgo, no hay un sistema bancario sólido que soporte los intercambios financieros, la infraestructura física del país es todo un reto y, al estar vigente el embargo, las compañías no están autorizadas a entrar en relaciones contractuales con el gobierno cubano.
Las oportunidades existen y se abrirán muchas más a futuro, pero los impedimentos que hay en el camino son muchos e importantes, según el reporte. La compañía JLL aconseja “prudencia” a los inversores de EEUU, que sigan expectantes y esperen a los cambios, y estima que “el proceso de integración con la isla, incluso si el embargo se levanta completamente, tomará décadas”.
Necesidad de protección legal
José Ferrer, nacido en Cuba y abogado socio en la firma Bilzin Sumberg de Miami, coincidió con los resultados del informe y dijo a DIARIO LAS AMÉRICAS que hay un interés enorme de inversores que quieren ver qué posibilidades tienen en la isla, pero “si el gobierno cubano no actualiza sus códigos legales con el objetivo de salvaguardar las transacciones comerciales, no habrán inversiones grandes ni mucho cambio en suelo cubano”.
Señaló la necesidad de que se cree un tratado de inversiones entre estos dos países para dar seguridad a los inversionistas, que les prevenga y los salvaguarde. “Hoy, invertir allí es una operación bien riesgosa, porque no hay un lugar neutro para aventar problemas y tampoco hay ningún precedente”.
Además, “por ahora, hacer negocios con Cuba significa hacer negocios con el gobierno cubano. Nadie puede hacerlo independientemente”, finalizó.
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