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MIAMI.- Álvaro Zabaleta nació en Cartagena, una de las ciudades más emblemáticas de Colombia, y a los seis meses de vida sus padres lo llevaron a Nueva York. Christopher, su hijo, vino al mundo en Miami, la urbe de mayor influencia latina en los Estados Unidos. Pero, además del estrecho parentesco que los une, existe otro hilo fuerte que sería difícil de romper: ambos son policías.
Estas son las noticias recogidas en la edición semanal, que reúne trabajos de profundidad realizados para nuestra edición impresa
Álvaro Zabaleta ingresó a la academia policial el 1ro. de octubre de 1997 y comenzó labores en mayo del año siguiente. Desde hace 14 años, este colomboamericano es el vocero del Departamento de Policía de Miami-Dade. Su tarea diaria consiste en lidiar con periodistas que le solicitan información sobre delitos y otros sucesos que se registran en la jurisdicción del Gran Miami. Ha dedicado 21 años de vida a esa institución.
Por su parte, Christopher Zabaleta se hizo oficial hace tres años, y ya hoy es detective de la Unidad de Investigaciones de la Estación de Policía de Kendall, un sector situado en el suroeste del condado, en donde radica una gran parte de la comunidad colombiana del sur de la Florida. Creció y estudió en ese barrio, en donde vive todavía.
Pero entre padre e hijo saltan a la vista una serie de rasgos que los convierte en dos personas muy especiales: son de mediana estatura, enérgicos, de muchos amigos y, entre otras características, tienen una gran facilidad de expresión. “Yo creo que mi padre habla mucho más que yo, y podría ser un buen político”, apunta Christopher, entre risas, quien no descarta que su progenitor algún día llegue a convertirse en “alcalde”.
Sin embargo, en el trabajo los dos aplican el rigor y el método del anglosajón. No es para menos: saben que un policía tiene un deber social que demanda seriedad y compromiso. “También se trata de un trabajo que encierra un alto riesgo, y eso fue lo primero que le dije a mi hijo cuando me llamó por teléfono para informarme de su decisión”, dijo el portavoz policial.
Por tanto, lo más claro en la mente de estos dos oficiales, uno de 50 años y el otro de 27, es que la palabra “policía”, como organización contra el delito o profesión es sinónimo de “servicio”, y que el papel que cumple esa institución de 2.600 oficiales en el sur del Estado del Sol es vital para la “seguridad de todos” en esta vasta comunidad.
Kendall, un sector que los une
El día de la entrevista programada en el comando de la Policía en Kendall, Álvaro Zabaleta nos recibió. Fue en esa edificación donde hace 22 años el portavoz inició su carrera policiaca y, como quedó confirmado, en esa comisaría todo el mundo lo conoce y quiere. “Aquí estuve por ocho años; casi nada ha cambiado en este lugar. Muchas caras conocidas; mucho cariño por todas partes”, señaló.
Por coincidencia o predestinación divina, Christopher Zabaleta está comenzando un trabajo que requiere de una gran dedicación y entrega en esa misma estación policial que sirve al área comprendida entre las calles 40 y 152 del suroeste y la avenida 137 y la US-1 en Miami-Dade.
Sus primeros días, “como cualquier novato”, transcurrieron como patrullero en el turno de la madrugada. Actualmente, su jornada de trabajo es por el día. La función asignada por sus superiores jerárquicos es investigar casos de asaltos, robos e intentos de asesinato, entre otras tareas. “Nada que tenga que ver con crímenes mayores”, explicó.
Para los dos oficiales, Kendall es un lugar que tiene un espacio muy importante en sus vidas. Álvaro llegó a ese sector en 1979 cuanto todavía gran parte del suroeste del condado no estaba urbanizada. Viviendo ahí nacieron sus cuatro hijos. También se convirtió en paramédico en el entonces Miami Dade Community College, para después integrarse al cuerpo policiaco más grande de la Florida.
Christopher asistió a Miami Palmetto Senior High School. El joven quería ser futbolista y practicó ese deporte en diferentes canchas del barrio, pero una lesión que sufrió en un torneo realizado en Orlando, Florida, hizo desvanecer sus aspiraciones. Después soñaba con ser astronauta y viajar en alguna misión espacial. Finalmente, esa meta se le “salió de órbita”, por disímiles factores.
“Crecí rodeado de policías”
Ser lo que es hoy no es una coincidencia para el joven detective. Crhistopher recuerda que desde muy niño siempre estuvo rodeado de policías que entraban y salían de casa. En todas las fiestas familiares, tampoco faltaban oficiales que a pesar del tiempo aún no olvida.
“Crecí viendo a mi padre como un héroe, y después de tanto tiempo, sigo pensando lo mismo”, relata el investigador, quien también dice sentirse “muy, pero muy orgulloso” cuando alguien le pregunta si es hijo de Álvaro Zabaleta.
“Cada vez que cruzo la puerta de este edificio, tengo que llevar en alto nuestro apellido. No puedo quedarle mal ni a mi padre, ni a esta gran institución, que es la Policía”, asegura.
Profesor y consejero
El sentimiento del vocero policiaco frente a su hijo es similar. “Cuando Christopher estaba en la academia, da la casualidad de que yo también soy instructor, y me tocó ser su profesor”, rememora con entusiasmo. “Entonces, no solo tenía mandato sobre él en la casa, sino también en la clase”, dice dejando ver una sonrisa.
La palabra “orgullo” también se encuentra en el vocabulario de Álvaro. “No hay nada que me haga sentir más orgulloso que ser un oficial de la Policía de Miami-Dade. A esta institución le he dado mi vida, y también a toda la comunidad”, afirma lleno de seguridad.
El consejo más importante para su hijo se lo dio desde los primeros días como miembro de la Policía: “Le dije que nunca olvidara una cosa, y es que tiene una placa, y que estaba jurando servirle a esta comunidad”.
Pero Álvaro fue más al fondo al decirle como padre y policía que se ampara en su vasta experiencia: “Haz las cosas correctamente; no te desvíes porque es muy fácil coger el camino equivocado, como en cualquier otro trabajo en la vida”.
Al final de la entrevista, padre e hijo se miran fijamente a los ojos y se funden en un abrazo largo y sincero.