MIAMI.- Olga Díaz, 84 años, es la protagonista de una historia que bien podría estar reflejada en el Libro Guinness de récords mundiales.
La octogenaria es un símbolo de la inmigración cubana, marcada por el sacrificio y la esperanza de tener una vida mejor en tierras de libertad
MIAMI.- Olga Díaz, 84 años, es la protagonista de una historia que bien podría estar reflejada en el Libro Guinness de récords mundiales.
Esta señora oriunda Guanabacoa, municipio del sureste de La Habana, y su hija Nilda Cordero, arriesgaron sus vidas junto a otras 19 personas que salieron de Cuba de manera ilegal y emprendieron la arriesgada travesía de cruzar el Estrecho de la Florida.
Fue el 20 de agosto que pisaron tierra firme en Cayo Maratón, en donde fueron retenidos por la Guardia Costera y llevados a un centro de detención en Broward. A la fecha, Nilda aún sigue tras las rejas, pero Olga fue liberada a los dos días y, al igual que los cientos de balseros que son interceptados en alta mar o considerados admisibles para presentar un caso de miedo creíble, está bajo amenaza de regresar a Cuba con una orden de deportación.
“No quiero regresar”, comentó Olga visiblemente emocionada y describió la difícil experiencia vivida, a pesar de sus años.
“No sabía para dónde iba. Eran muchas personas. Recuerdo mucha agua de un lado y de otro. Me vomité y no aguanté los deseos de ir al baño”, relata la anciana.
Una experiencia que, además de ser frustrante para cualquiera persona, aún tiene en vela a toda la familia, asegura Maykol Hernández, nieto de Olga.
“Nos enteramos por una llamada que me hizo mi mamá y me dijo papi estoy aquí, estoy aquí. Yo no me lo creía. Hay felicidad y a la vez tristeza porque como quiera que sea falta una y está sufriendo porque está detenida. Si ella está sufriendo allí uno aquí afuera también, porque nadie quiere tener a un familiar preso”, comenta el joven hijo y nieto de las dos señoras.
La pesadilla de tener a su madre encarcelada es una incertidumbre que para Maykol y otros familiares continúa creciendo. Ahora solo claman porque las autoridades competentes le den la oportunidad a Nilda Cordero, quien permanece detenida, de comenzar una nueva vida en EEUU.
“Yo solo le pido a los funcionarios de inmigración que tengan un poco de piedad. Porque mi hermana tomó una mala decisión como dicen ellos y entró de manera ilegal, pero desde que mi sobrino se fue mi hermana no tiene vida. Los vecinos la vigilan, la sofocan, la persiguen. Pero lo más triste es que ellos vinieron en un barco robado y si regresan a Cuba van directo a prisión.”, comentó Dainay Cordero, hermana de la arrestada.
Dolor y sentir mutuo que se ve reflejado al otro lado del teléfono en una celda donde la voz de Nilda Cordero resonó en exclusiva para DIARIO LAS AMERICAS mientras su anciana madre era entrevistada.
“Le pido perdón a los Estados Unidos por haber entrado de forma ilegal, pero les pido que me ayuden porque yo vine a este país desesperada, lo que quiero es libertad, no podía soportar esa dictadura y me arrojé al mar con mi madre para llegar a este país libre. En Cuba hay una dictadura, no podíamos más. Les pido que me den la oportunidad vivir aquí con mi madre y de ser libre, imploró”.