viernes 29  de  marzo 2024
FLORIDA

Autoridades ignoran huelga de hambre del reo Flavio Santisteban

El cubano de ascendencia española, Flavio Santisteban, permaneció 40 días en ayuno buscando llamar la atención de la Justicia federal que, a su juicio, debe revisar su caso por irregularidades en el proceso
Por DANIEL CASTROPÉ

MIAMI.- El reo Flavio Santisteban, que cumple condena en una prisión de la Florida por la muerte de cuatro personas en un trágico accidente ocurrido en la autopista Turnpike, en el año 2005, desistió de una huelga de hambre que había emprendido para llamar la atención de la Justicia federal, sin lograr su propósito.

Rosario Yara, madre de Santisteban, dijo a DIARIO LAS AMÉRICAS que su hijo decidió dar por terminada la protesta, luego de permanecer 40 días sin consumir alimento, atendiendo una petición que ella misma le hizo ante el profundo deterioro que estaba sufriendo en su salud el preso cubano de ascendencia española.

Según el testimonio concedido por Yara, Santisteban perdió 44 libras a raíz del prolongado ayuno, pasando de 218 a 174 libras de peso corporal, lo que la condujo, acorde con su relato, a solicitarle que abandonara la huelga de hambre para evitar el riesgo de perder la vida.

Santisteban había iniciado el ayuno al conocer el resultado de una primera apelación presentada por el abogado Bryan Camareno, con la que se pretendía demostrar una serie de irregularidades cometidas durante el proceso en su contra por la fiscalía de Broward y jueces de esa jurisdicción, en un intento por lograr que el caso fuese revisado por una corte federal.

La madre del hombre recluido en el Correctional Institution Everglades señaló que no tuvo más opción que pedirle que desistiera de la huelga tras enterarse, por él mismo, de que estaba sintiendo fuertes y recurrentes dolores en el pecho. “Si no le pido eso, a mi hijo le pudiera haber dado un ataque cardíaco y morirse”, afirmó.

Agregó que Santisteban estaba decidido a continuar la protesta pese a que sus condiciones de salud empeoraban con el paso de los días. “Yo casi tuve que rogarle para que dejara eso, pero él me decía que tenía que seguir adelante porque lo que le ha ocurrido a él es algo muy injusto”, aseveró entre sollozos.

“Yo le dije que dejara la huelga. Él había perdido un poco la fe. Cuando finalmente la dejó, lloró mucho de la impotencia porque se arrepintió de haberla suspendido. Yo le pedí que la abandonara por los síntomas que él me dijo que teniendo. Y entonces le insistí en que la vida sigue y que eso que él está pasando no era para morirse”, apuntó.

Yara manifestó que tras deponer la protesta, y en consideración de unas palabras que le dijo telefónicamente, no descarta la posibilidad de que su hijo volviera a realizar una segunda huelga si la Justicia federal mantiene su silencio frente al caso.

“Cuando él me dijo que la huelga le sirvió para meditar, para pensar, para analizar las cosas, entonces yo pensé que al buen entendedor pocas palabras. Si él me dice que va a hacer otra huelga, me da alguna cosa. Pero yo sé como madre que si otra circunstancia lo llevara a hacerlo, él lo haría”, subrayó.

El drama de una madre

Rosario Yara siente que vive la vida por vivirla, pero Flavio siempre está en su mente. El único propósito de esta mujer de nacionalidad española es trabajar para ganar dinero y proveerle a su hijo las comodidades mínimas en la cárcel. “Es lo menos que una madre sufrida puede hacer por su hijo”, dijo.

De repente, como una explosión que sale de lo más profundo de su ser, Yara rompe en llanto. Son lágrimas que no la dejan hablar y que demuestran la impotencia de una madre que dice conocer el corazón de su hijo: “Él es un buen hombre. ¿Por qué le ha tocado vivir esto a mi pobre Flavio?”.

La madre del reo se considera una mujer que goza de una buena salud. Sin embargo, en su interior no tiene paz, según sus propias palabras.

Algunas veces cree que lo que está viviendo es una “horrible pesadilla” y que pronto amanecerá para descubrir que solo se trataba de un sueño incómodo. Pero no. Su hijo está condenado a 17 años de prisión por un caso polémico en el que se han denunciado una serie de irregularidades en la fiscalía de Broward.

Yara gana 1.300 dólares mensuales como empleada en una casa para el cuidado de ancianos. Vive interna en su lugar de labores para ahorrarse el dinero de la renta de un cuarto o un efficiency, que son las únicas opciones que tendría conforme a sus ingresos económicos.

Pero el dinero que percibe tiene una finalidad específica: Flavio. Lo poco que gana lo destina al pago de las costas del abogado, la comisaría [lugar donde adquiere productos de aseo personal y otros] y el celular de su hijo en el centro de reclusión. “El año pasado ahorré todo los meses de sueldo para poder pagar el servicio del abogado. Si no lo hago yo, ¿quién más podría hacerlo?”, se preguntó conteniendo el llanto.

“Él trabaja en la cárcel y no gana ni un centavo. Creo que a ningún preso le pagan salario dentro de la prisión. A los que trabajan en la calle les pagan centavos por hora, a lo mejor 5 dólares al mes. A él lo querían poner a trabajar en la calle por su buen comportamiento, pero se dieron cuenta de que todavía le faltaban muchos años de condena, y lo echaron para atrás”, acotó.

Santisteban, acorde con Yara, trabaja en la cocina de la prisión “picando viandas y verduras para las ensaladas”. Se levanta a las 3 de la mañana y trabaja hasta las 11 de la mañana. “Cuatro días después de terminar la huelga, volvió a trabajar a la cocina”, reveló.

¿Por qué está en prisión?

Flavio Santisteban conducía un camión cargado de gasolina por el Turnpike el 11 de febrero de 2005. Según su testimonio, sintió un golpe en la parte trasera de la rastra y se salió de la carretera. Después de detener la marcha, abandonó el vehículo y fue a auxiliar a las cuatro personas que viajaban en el vehículo con el que había colisionado.

Conforme a su relato, Santisteban pudo escuchar las voces de los tripulantes del vehículo comprobando que estaban bien, pero segundos más tarde explotó la carga de combustible que transportaba en el camión y el fuego arrasó el perímetro del accidente.

Santisteban dijo que lo siguiente que recuerda es cuando despertó en un hospital con el cuerpo severamente quemado, y que junto a él se encontraba Cari Ann, quien hasta hace alrededor de 4 años era su esposa. Ella le comunicó que los cuatro pasajeros del vehículo habían muerto.

Las víctimas del siniestro fueron Gloria Meryl Halpern, Anita Epstein, Alain B. Klein y Deborah Klein, todos pertenecientes a familias judías de “gran poder económico”, según la madre de Santisteban.

El cubano fue originalmente sentenciado a 36 años de prisión tras ser declarado culpable de homicidio involuntario, pero su sentencia se redujo a 17 años tras una revisión del caso y teniendo en cuenta algunas particularidades del proceso como los comentarios religiosos realizados por el primer juez, en los que se basó al momento de dictar la condena.

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