lunes 18  de  marzo 2024
MIAMI

Cónsul Lior Haiat: "Quisiera que me recuerden como el amigo que traté de ser para todos"

Tras casi cuatro años de permanecer al frente del consulado general de Israel en el sur de Florida, Lior Haiat se muestra muy agradecido del respaldo inestimable que encontró para su pueblo y su país en la diversidad de comunidades y grupos religiosos con los que interactuó en Miami
Por ILIANA LAVASTIDA Y JESÚS HERNÁNDEZ

MIAMI.- Un gran amor a su Patria, alto sentido de responsabilidad y una curiosidad insaciable, son las cualidades que debe tener un diplomático, además ser humilde y amable con los demás. Así lo asegura Lior Haiat, quien desde febrero de 2016 se desempeñó como cónsul general de Israel para Alabama, Mississippi, Florida y Puerto Rico.

Al término de su misión, Haiat deja un legado de afectos que a través de este tiempo fomentó “tendiendo puentes entre comunidades”, como él suele decir, más allá de quienes integran la comunidad judía en EEUU.

En un momento de reflexión sobre su experiencia, este hombre que siente orgullo de ser portador de la cultura y los valores de su pueblo, concedió una exclusiva a DIARIO LAS AMÉRICAS.

- ¿Cuáles son las cualidades que debe tener un diplomático?

Sentir curiosidad es la primera cualidad que debe tener una persona que se dedique al oficio de diplomático. Hay que ser curioso para disfrutar esta vida que es muy interesante pero, a la vez, muy difícil. Cada tres o cuatro años tienes que dejar todo atrás y volver a empezar, en otro lugar, otra cultura, a veces en otro idioma. Si no tienes curiosidad, primero, no lo vas a disfrutar, y segundo, no vas a hacer el trabajo bien. También hay que tener un nivel de patriotismo muy alto, amar tu patria, en Israel lo llamamos sionismo. Es aceptar que tú representas tu patria, para bien y para mal, porque no hay ningún país en el mundo que sea perfecto, pero aceptar esa bandera y esa responsabilidad es muy importante. Lo tercero es ser amable y humilde en dos sentidos: primero: si eres la cara de tu país y la gente quiere contactar con tu país, tiene que estar interesada en contactar contigo; ser amable es una cosa básica, tratar a la gente bien, dar respeto a los demás. Lo otro es ser humilde en el sentido de que siempre hay que recordar que la mayoría del buen trato que recibes es por tu puesto y no por ti mismo, la gente te ama por ser representante del estado de Israel. El título es el que abre las puertas, después, uno hace lo que puede.

La primera sensación cuando me dijeron que mi misión como cónsul de Israel en Miami terminaba fue de mucha tristeza. Sabía que estaba en ese proceso. Hacía unos meses ya que me estaba preparando para esa decisión, pero cuando llegó esa llamada telefónica, en lugar de estar muy feliz por el nuevo puesto, aunque me alegro de la decisión, me sentí mal porque el reloj comenzó a contar los minutos hasta que llegara el momento de mi despedida de Miami. Me encantó estar aquí, ser parte de esta comunidad. Es el único lugar en el que viví y me sentí en casa desde el día en que llegué. En todos los lugares en que he vivido he sentido conexión, pero en Miami es diferente. Miami tiene un ritmo que no existe en ningún otro lado. Tiene burbujas de Israel y de Cuba, de Brasil y de tantos otros sitios que uno puede elegir dónde va a pasar su día. Pero creo que lo más interesante es que ser diferente en Miami es ser igual que todos los demás, todos somos diferentes y Miami acepta esa diferencia. Por eso viene esta tristeza.

Por otro lado, me alegra la promoción porque voy al puesto que quería ocupar desde que entré al Ministerio de Relaciones Exteriores. Ser el portavoz del Ministerio es, de alguna manera, ser la voz de Israel para el mundo. Creo que es un desafío enorme, siempre, y en estos días aún más. La responsabilidad es enorme, pero es una manera de estar en el lugar justo donde se toman las decisiones. La influencia de ese puesto en lo que es la imagen de Israel es parte de lo que he estado haciendo desde que entré al servicio exterior de mi país.

- ¿Cómo ha vivido el desempeño de su misión entre nosotros?

Miami es el lugar más fácil para ser un diplomático israelí, es el lugar más proisraelí en el mundo, a lo mejor, más que Israel mismo. Cuando un diplomático israelí viene a Miami y se dispone en su plan de trabajo con quién queremos crear lazos, la mayoría de las veces lo lazos ya existen.

Cuando mis hijos eran más pequeños y me preguntaban qué cosa es ser un diplomático, yo les respondía que trabajo en construcción, porque construyo puentes entre países y sociedades, economías, universidades. En Miami cada vez que vengo a construir un puente, ya existe, a lo mejor hay que hacerlo más ancho, hacer que la gente sepa de ese puente. Desde ese punto de vista, Miami es el lugar más cercano a Israel, quizás no geográficamente, pero mentalmente es increíble. Por eso al venir aquí tuve que elegir prioridades, el único límite que tenemos es el tiempo para hacer las cosas y hacerlas bien.

Recuerdo la primera llamada que recibí hace más de cuatro años, cuando me dijeron que iba a ser el cónsul general de Israel en Miami. Me llamó un amigo, un mentor que había sido cónsul aquí hace 10 años, Ofer Bavly, y me dijo: “Lior es como ganar la lotería, es el mejor lugar en el mundo”. Y desde que llegué, no ha habido un día que no me sienta el diplomático más afortunado, en todos los sentidos, por las facilidades para hacer el trabajo, pero también en la vida personal, el clima, la naturaleza, que es parte de la vida urbana de Miami. No hay muchas ciudades que tengan esa interacción simbiótica. Por eso tantas personas en el mundo quieren venir aquí de vacaciones.

El sur de Florida y, sobretodo, Miami, tiene una cosa muy similar a Israel: una sociedad muy diversa. Es algo mágico vivir en ese tipo de sociedad, es justamente el lugar para las nuevas ideas. La innovación y las nuevas ideas crecen en una sociedad diversa, no en una homogénea. Aquí, si vamos a la calles y le hacemos a 10 personas la misma pregunta, recibimos 10 respuestas diferentes. A lo mejor nueve de ellas equivocadas, pero una sola puede convertirse en un cambio para el mundo. Por eso siento que es tan similar a Israel. Aunque todos nos sentimos parte de Miami, cada uno viene con su bagaje cultural, su identidad, cada uno de los ciudadanos de Miami tiene su historia de qué hizo para venir, de dónde vino, cómo creó su vida aquí. Eso mismo pasa en Israel, porque esas historias diferentes son las que hacen grande a un lugar. Un lugar no es tú o yo, somos todos. Miami sólo puede existir si todos somos Miami, eso no existe en otros lugares. Aquí todo el que llega, al otro día, ya es parte de la ciudad. Si habla bien o no el inglés o el español, y si nació aquí, igual habla como si fuera inmigrante, pero lo aceptan como no sucede en otro lugar de EEUU.

Lior Haiat
Cónsul del Estado de Israel en Miami, Lior Haiat .

Cónsul del Estado de Israel en Miami, Lior Haiat .

- ¿Cómo asume su familia los retos de su profesión?

Si a alguien le ha tocado sacrificarse es a mi esposa. Hay que entender que ser diplomático es una decisión de la familia. Cuando yo recibo un nuevo puesto, les va a afectar a mi esposa, mis hijos, mis padres y mis hermanos, y es una aceptación que viene con una carga de responsabilidad porque ellos sacrifican mucho por mi sueño de ser diplomático. De hecho, estoy viviendo mi sueño, del cual no tenía conciencia hasta que comencé a hacerlo. El otro sueño que tengo es ser jugador de la NBA, a lo mejor estoy creciendo más para lograrlo (risas). Pero bromas aparte, si me hubiesen preguntado hace 20 años qué quería hacer con mi vida, hubiera elegido esto, sin saber el nombre, el título. Gracias a Dios y a mi familia que sacrificó tanto y lo sigue haciendo para permitirme seguir esta carrera. Mis hijos ya se sienten parte de Miami y ya tenemos que regresar a Israel. Aquí tienen a sus amigos, el colegio y tienen que dejarlo todo, porque su padre recibió un nuevo puesto. Y de un día al otro sus vidas van a cambiar de forma muy significativa.

- Impresiones que haya tenido del papel de la comunidad judía en Estados Unidos y en el sur de la Florida

Durante mis primeras semanas en Miami, recuerdo el primer evento en el que participé con la comunidad judía. En América Latina y en España he visto las comunidades judías, pero cuando me vi en ese evento con más de 1.000 personas, en el mejor hotel de Miami, me hizo ver ¡qué poderosos son!, no sólo por la fuerza que puedan tener como comunidad, sino porque no tienen ningún problema de vivir en una sociedad que entiende que la comunidad judía es poderosa. Están involucrados en la política, la economía, la ayuda social, que es increíble, y me impactó ese mensaje. Tal vez EEUU es el único lugar fuera de Israel donde la comunidad judía puede demostrar su poder sin tener miedo de lo que van a pensar los demás. Por otro lado, aunque en número la comunidad judía es una minoría, en todo EEUU son menos del 2% de la población, alrededor de unos 6 millones, de alguna manera, no piensan como minoría. Y eso tiene su lado bueno, significa que se sienten parte de la sociedad y que la sociedad estadounidense los acepta como parte de ella. Pero, por otra parte, como judíos creo que nunca debemos olvidar que somos minoría y, en ese sentido, debemos mirar a los otros grupos minoritarios y decir estamos juntos en esto. Somos parte del mosaico de minorías que es EEUU y la lucha por los derechos de los ciudadanos, también es la lucha de los judíos. Nunca debemos dejar esa bandera. Tenemos que apoyar a las otras minorías (hispanos, afroamericanos, asiáticos), porque es nuestra lucha también. Los que odian a las otras minorías, nos odian también. El odio hacia los judíos viene del mismo lugar del odio a la homofobia, a la xenofobia. Estamos en el mismo lado de la historia, tenemos que recordar que no importa lo que nosotros hagamos, sigue habiendo quienes nos ven como minoría y nunca van a dejar de vernos así.

- Lo que más disfruta de su profesión

Cuando era joven los profesores me decían que tenía problemas para fijar la atención por mucho tiempo. Pero definitivamente tiene algo mágico saber que después de tres, cuatro o cinco años, cuando uno cree que ha hecho todo, puede levantarse un día y empezar todo de nuevo. No es fácil, pero me encanta esa época de concluir un término y comenzar otra aventura, porque cada puesto es una aventura, hasta volver a Israel. Hay mucho más que hacer en este nuevo puesto de lo que conozco, entonces cada día de los primeros meses va a ser de descubrimiento. Y esa sensación de aprendizaje, de empezar de nuevo, es increíble. Me da la adrenalina que, después de algún tiempo, en cualquier puesto baja, porque uno se coloca en una zona de confort, cae en la rutina. Pero para mí es algo que no funciona. Después de algún tiempo siempre necesito un cambio y lo bueno de mi trabajo es que siempre me esperan esos cambios, aunque para mi familia sea muy complicado.

- ¿Cómo se definiría a sí mismo?

La palabra que viene a mi mente es un amigo. Yo traté de serlo para todos, es parte de la manera en que veo el mundo. La amistad es el motor de la vida y, tal vez, como diplomático, es difícil, porque las amistades son cortas para nosotros. Después de cuatro años [término que dura la asignación de un diplomático] muchas de ellas se quedan en el espacio de las redes sociales, pero yo de verdad sentí amistad por toda la gente con la que he estado en contacto en Miami. Para muchos, lo más importante no va a ser si hice bien o no el trabajo; lo que la gente va a recordar y eso espero, es que había una persona que fue su amigo, que vino de Israel y era parte de esa sociedad, un loco por el deporte, alguien que les va a estar esperando en Jerusalén, en cualquier momento que lleguen ahí.

Tengo 18 años de carrera diplomática, viví cinco años en Argentina, después cuatro en España y me sigo encontrando con gente de esos tiempos porque el mundo es muy chiquito. La gente viene y me dice: “fuimos amigos”, y les digo que seguimos siéndolo, a pesar de la distancia, de la desconexión, porque a veces es difícil. Por eso doy gracias a Zuckerber por haber creado Facebook (risas) que me permite saber lo que está pasando con mis amigos alrededor del mundo, con quienes me voy a reencontrar en cualquier momento, en Miami, Jerusalén o en cualquier otro lugar.

- ¿Cuáles son las expectativas de la responsabilidad que le espera en Israel?

Cero que preparar la agenda del día para un vocero del ministerio de Relaciones Exteriores en Israel es igual a aceptar el caos; todo puede pasar y uno (el vocero) no tiene ninguna influencia, ni sabe si ese día va a terminar a las 4:00 a las 6:00 de la tarde, a la medianoche o al día siguiente. No depende de ti. Hay que ser tan flexible. Cuando uno sale de su casa en la mañana le dice a su familia “nos vemos”, no sé si será más tarde, hoy o mañana. Puede suceder como me ha pasado, que me fui a trabajar un día y terminé en India, después del ataque terrorista en Bombay que viajé como vocero de la delegación de rescate. Es algo casi mágico, pero sobre que te obliga a mantener la ecuanimidad porque es una altísima responsabilidad.

- ¿Qué recuerdos se lleva?

Llevo muchas cosas. Hicimos las cajas para mandar nuestras cosas a Israel en un contenedor, es un proceso muy doloroso, pero no sólo nos llevamos las cajas físicas, también llevamos nuestras “cajas emocionales”. El listado de algunas cosas que me llevo no cabe en un contenedor. La importancia de las relaciones entre EEUU e Israel sólo la sentí aquí, lo que pone toda la diplomacia israelí en perspectiva. Lo que hacemos aquí por mejorar esas relaciones es parte de la seguridad nacional del estado de Israel y no es un juego de niños. Si perdemos ese apoyo, dañamos nuestra seguridad nacional. No lo tenía tan claro cuando trabajaba en otros lugares. Es importante el respaldo de las diferentes comunidades para construir el apoyo de EEUU, de los hispanos, los afroamericanos, los evangelistas, los católicos. Hay que trabajar con todos esos grupos para construir la base política y social del apoyo y la amistad con Israel. Desde el punto de vista personal, hay muchas experiencias pero voy a mencionar dos. El haber tirado el primer pitch [lanzamiento] de un partido de béisbol, fue mi primera experiencia, porque en Israel el béisbol no es muy popular. Así es que me tuve que preparar para mantener en alto la imagen de Israel, era una responsabilidad enorme. Gracias a Dios tiré un strike, no sé si es verdad o no, pero es mi historia. La segunda cosa también tiene que ver con el deporte. En una ciudad muy chiquita de Mississippi, donde me invitaron a ser el capitán honorario de un partido de un equipo de fútbol. Allí, el amor hacia Israel, en un lugar de donde la mayoría de la gente no ha salido en su vida, fue una cosa increíble.

Detrás de todo nuestro trabajo aquí tenemos que entender que la razón de la diplomacia Israelí es tener el apoyo político de los EEUU para Israel. Hacemos muchas cosas, para la economía, la cultura, pero el objetivo final es mantener el apoyo político norteamericano. Gracias a Dios, en Florida, Alabama y Mississippi ese apoyo es muy firme y se puede ver desde diferentes puntos. La misión que lideró el gobernador Ron DeSantis a Israel en mayo pasado (2019), una de sus promesas de campaña [electoral], fue la más grande de la historia de EEUU que viaja a Israel encabezada por un gobernador, un total de 111 personas del gabinete del gobernador, de universidades y de numerosas empresas locales. En una semana se firmaron 22 acuerdos entre Israel y la Florida en esa misión. Demuestra que apoyar a Israel es parte de ser floridano como dijo el propio gobernador DeSantis, además, que el potencial de esas relaciones es enorme y que hay muchas cosas más para hacer.

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