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MIAMI.- Hace unas semanas Fernand Amandi fue noticia al igual que su empresa, una de las firmas encuestadoras del mercado hispano más importante de Estados Unidos. El programa de radio que tenía Amandi en la emisora WIOD 610 AM fue cancelado, y pocos días después su socio y amigo, Sergio Bendixen, falleció de forma repentina.
Fue su socio durante 15 años y “su gran maestro”, recordó Amandi. “Desde el punto de vista profesional estamos más que bien encaminados, operando con los criterios de excelencia, ética y ciencia que son la base de la empresa que Sergio fundó y a la cual yo me uní”.
Pero lo que sí extraña de la repentina ausencia de Bendixen es, sin duda, al amigo, discutir, hablar, “tener otro punto de vista con tanta experiencia y con tal conocimiento como el de Sergio”. Eso, para Amandi, es irreemplazable a pesar de que en los azares de la vida se aprende a entender, tal vez como una manera de evitar el peso de una ausencia definitiva, que nadie es irremplazable.
Amandi ha tomado con tranquilidad el no tener ya su programa de radio. Pero cree que en el ambiente crispado de la política estadounidense de la era Trump, se están creando cada vez más compartimentos estancos, cajas de resonancia en las que sólo las personas que comparten esos puntos de vista se sienten cómodas. Y advirtió: “Es una amenaza a la libre expresión y a la democracia que siempre ha sido la tradición en este país. Cada vez que se amenaza a la prensa libre, sea en este o en otro país, estamos amenazando la democracia y tentando a la dictadura”.
-¿Cree que la democracia estadounidense es mucho más amplia que la que dicen defender ciertos medios de comunicación?
Cada generación tiene el compromiso patriótico de seguir renovando la democracia y este regalo que tenemos, es decir, una república representativa. Esas instituciones también se pueden perder por hombres y mujeres como los que hemos visto en nuestros países hermanos. El caso de Venezuela hoy, y lo que vivieron Cuba y Nicaragua.
¿Dejará huella este Gobierno en el sentido de ese espíritu que se ha visto en estos meses de enfrentamiento, de irrespeto a las instituciones, cree que eso va a trascender?
Yo tengo confianza y esperanza de que el pueblo estadounidense ama la libertad y las normas y tradiciones que han llevado a este país a ser la potencia del mundo. Y no va a querer retroceder en ese legado. Pero al mismo tiempo si hay una esperanza de lo que ha sido esta presidencia, es que hay un apetito por la vida cívica del país. A veces no es malo que haya ciudadanos que sientan que algo está en juego, a lo mejor dieron por hecho muchas cosas que se pueden acabar, eso lo hace a uno proteger más esas cosas. Espero que esa sea la huella de esta presidencia… si es que termina, como ha sido tradición en este país, en un cambio de presidencia en un proceso electoral.
¿Podría ser aplicable para la Florida eso de que la marca “demócrata” es más tóxica que la marca “Trump”?
No creo. Al contrario. Creo que Trump va a representar el fallecimiento del Partido Republicano, un partido histórico que siempre representó ideales concretos e importantes. Uno de ellos era el patriotismo, el reconocimiento y el papel que Estados Unidos jugaba en el campo internacional. Trump ha contaminado eso. Se dijo en el pasado que la crisis de Watergate (que provocó la renuncia del presidente Richard Nixon en 1974) fue un cáncer; la presidencia de Trump representa un cáncer para Estados Unidos. Desafortunadamente vemos que casi la totalidad del partido republicano apoya en estos momentos la presidencia actual.
Pero al mismo tiempo la crítica más fuerte que ha habido dentro del Partido Demócrata, dadas las cuatro derrotas en cadena que ha tenido en elecciones especiales, es que no ha podido encontrar un mensaje económico que vaya paralelo al tema de Rusia y la investigación especial.
Creo que es válida la crítica de que el Partido Demócrata no ha podido comunicar y argumentar de cómo sus políticas han beneficiado no sólo al sur de la Florida sino al país. Y creo que esa crítica es válida incluso con el último mandato del presidente Obama y también en la campaña de Hillary Clinton, en los que no pudieron explicar, de una forma que conectara con el pueblo, de cómo la política de los demócratas, comparada con la de los republicanos en la presidencia, ha impactado al país. Una cosa es tener logros y una política correcta, como lo han demostrado los demócratas, y otra es cometer el error de no comunicar esas políticas de manera que las entienda el pueblo.
-Esta es una pregunta especulativa pero vale la pena hacerla: Trump llega en un momento en que la economía goza de buena salud, hay pleno empleo, el mercado inmobiliario se ha recuperado en gran parte. Qué hubiera pasado con un Trump en 2008, cuando estalló la crisis financiera mundial ¿Se habría dado el lujo el Partido Republicano de ser cómplice de las salidas en falso de su presidente?
Gracias a Dios es una pregunta hipotética. Y no tenemos que vivir esa realidad. Lo que sí vemos es que, por alguna razón, el presidente Trump está obsesionado con Obama. Está tratando de desmontar todo su legado y sus logros. Creo que donde hay consensos, fuera del partidismo, es que las medidas que tomó el presidente Obama no sólo rescataron la economía estadounidense y mundial, sino encaminaron al país hacia su franca recuperación económica.
¿Qué tanto puede aguantar el país una paralización legislativa como la que hay en este momento?
Creo que todo depende del apetito del electorado. Al fin y al cabo seguimos siendo una democracia representativa, y son los votantes los que se tienen que mirar al espejo. Si el votante no participa en el proceso, sin una voz clara y contundente, tiene que esperar lo que tiene como gobierno.
¿Podrá sobrevivir este gobierno con un triunfo demócrata en algunas de las cámaras, o en las dos, en las elecciones de 2018?
Si eso sucediera, el Gobierno actual tendrá que decidir qué postura quieren mantener. Si ganan los demócratas, una o dos de las cámaras, creo que debe entender que es un mandato para cambiar las cosas a como se están haciendo en la actualidad.
-Sería bueno saber, a través de una encuesta, si la política de Trump hacia Cuba significa realmente una nueva política o más una manera en que la bancada cubanoamericana en Washington trata de perpetuarse.
Sería interesante ver esa encuesta. En nuestra opinión, y hemos estado estudiando este tema bastante, el presidente Trump lo presentó como si fuera borrón y cuenta nueva. No creo que en la práctica se refleje esa realidad. Hay cosas que sí se han cambiado, pero se mantienen las piezas principales de la política de Obama hacia Cuba.
-¿Podría haber un cambio demográfico y político que conllevara también a un cambio en Cámara y Senado federal de la tradicional representación cubanoamericana del Condado Miami-Dade?
El cambio, si es que viene, tendrá más que ver con el desencanto que no sólo se percibe en el sur de la Florida sino en todo el país, con el mandato del presidente Trump. Sólo cuenta con la aprobación del 36% de los estadounidenses en el ámbito nacional. Creo que incluso en el sur de la Florida -que es la base del voto anti-Trump como lo vimos en las pasadas elecciones- esos números deben estar peores para el presidente.
Y tal vez tendrá qué ver también el proceso de reemplazo y derogación del Obamacare que podría resultar en un triunfo del Partido Demócrata. En 2010 fue la aprobación de esa ley (la ley de salud asequible) lo que produjo la victoria de los republicanos en Senado y Cámara.
Si ellos –los demócratas- no son negligentes, no cometen errores, creo que sí ganan. Una cosa es el discurso y otra la realidad. No es sino ver los tres escaños en el sur de la Florida de los representantes republicanos, los tres encajan en los distritos con mayor inscripción en el Obamacare. Sabemos que dos de esos representantes, Carlos Curbelo y Mario Díaz-Balart, votaron a favor de la política del Partido Republicano y el presidente Trump que eliminarían los beneficios y el acceso a los servicios médicos que ahora provee el Obamacare. Ese voto les va a costar y va a tener eco en el camino de las elecciones (de mitad de término) de 2018.
-Alguna vez el senador republicano, cubanoamericano, Marco Rubio respondió que si de verdad la mayoría estuviera en contra del embargo y a favor de la normalización de las relaciones con Cuba, no votarían por él ni por sus compañeros Mario Díaz-Balart, Ileana Ros Lehtinen y Carlos Curbelo. ¿Cuánto tiempo más ese argumento seguirá siendo válido?
-Antes que nada, no creo que el tema de Cuba haya sido la razón fundamental por la cual se han elegido los representantes o senadores federales. Tenemos evidencia de candidatos, como el demócrata Joe García, que ganaron y no representaban ese punto de vista. Lo que sí reconozco, y nos dicen las encuestas, es que hay una brecha generacional y una brecha que depende del año en que llegaron a este país los exiliados cubanos y dicho año determina cómo ven las relaciones entre Estados Unidos y la isla. En lo que está unido el exilio cubano es que el 100% quiere un cambio de gobierno en su país de origen, y quieren ver caer ese régimen. En donde sí hay diferencias es cómo llegar a esa meta.