MIAMI.- La familia Kravec y sus allegados conmemoraron este miércoles 30 de noviembre la partida de Rafael, cabeza de hogar e influyente líder en el Sur de la Florida para las comunidades hispana y hebrea.
MIAMI.- La familia Kravec y sus allegados conmemoraron este miércoles 30 de noviembre la partida de Rafael, cabeza de hogar e influyente líder en el Sur de la Florida para las comunidades hispana y hebrea.
Con la venia de la representación diplomática de Israel en Miami, que considera a Rafael Kravec como “un verdadero amigo de Israel”, se realizó una velada para rendir tributo al líder comunitario, fallecido en 2020, durante la etapa de cuarentena por el impacto de la Covid-19.
“Es un homenaje muy importante, él falleció durante Covid y mucha gente no tuvo chance de homenajearlo. Y este evento nos está permitiendo mostrar lo que su vida fue y su legado para la familia, así como celebrar su vida que fue tan extraordinaria”, dijo a Diario Las Américas Saul Kravec, hijo de Rebeca y Rafael Kravec.
Varios de sus más allegados y personas que trabajaron con él le dedicaron al homenajeado emotivas palabras, recordaron anécdotas mientras se proyectaban imágenes de su vida y accionar a lo largo del mundo. Entre los oradores estuvieron el rabino Eliot Pearson, Jacob Solomon, Ike Fisher, Jaime Suchlicki y el pastor Ortiz.
La ceremonia conducida por Gabriel Baredes no se centró en la muerte del ser querido sino que su objetivo fue agasajar la vida de quien por décadas trabajó en función de los valores de las comunidades a las que perteneció y sirvió. Para su hijo Saul Kravec se trata de “honestidad, trabajo duro y unidad de familia. También, y muy importante, ayudar a las comunidades”.
“Sus hijos —dijo— seguimos envueltos en las mismas causas que él. Para él no fue difícil porque él amaba a la gente, era muy sociable, no importaba si se trataba de un primer ministro o un empleado de mantenimiento, trataba a todas las personas por igual”.
El cónsul general Maor Elbaz Starinsky dijo a DIARIO LAS AMÉRICAS que aun cuando no conoció personalmente a Rafael Kravec porque este había fallecido cuando él comenzó su servicio diplomático en Miami, cree que es importante destacar su legado y compartirlo.
“Como cónsul mi deber es ayudar a que las personas aprendan a apreciar y compartan la gratitud hacia quienes nos han prestado sus servicios de una manera tan excepcional. Mostrar a su familia y a las personas que lo siguieron en la comunidad que apreciamos su labor y legado. Muchas personas vinieron después de dos años de la muerte de Kravec”, valoró.
Por su parte, Rebeca Kravec dijo a este diario que para ella fue muy emotiva la celebración de la vida de su esposo, quien gozaba de una personalidad alegre, llena de una positividad pegadiza. Rebeca celebra especialmente su legado por haber venido “de una familia tan pobre” que emigró de Lituania a Cuba en la década de 1920.
“Primero llegó el papá y después la mamá con dos hijas de Lituania, se establecieron en un lugar muy pobre y realmente el papá no era un gran emprendedor o negociante y entonces la mamá era viajera, vendedora ambulante, o sea que el papá hacía unos trajecitos de niños y ella los vendía por todo el interior de Cuba, se montaba en un autobús y viajaba desde una punta a la otra y hay veces que no podía regresar a La Habana donde vivía y le pedía a alguien dormir al menos en el mostrador de la tienda, y cuando venía ella con las manos vacías eran una señal buena porque había vendido todos los paquetes”, contó Rebeca,
“Entonces el papá le decía ‘hoy, vamos a comer como los ricos’ y Rafael que era el preguntón de todos los hermanos le decía ‘papá, cómo comen los ricos’ y él le decía ‘tarde’. Era porque la mamá después de vender traía el dinero y tenía que ir al mercado a comprar las cosas y cocinarles a los siete niños y eso era comer como los ricos, iban a comer tarde”.
En cambio “cuando la mamá venía con paquetes los niños sabían que ya había algo que no estaba bien, abrían una lata de cóctel de fruta y las repartían entre los siete, le echaban galletas en pedacitos y ese era la comida de ellos”. En ese entorno, “siempre Rafael quería aprender el yiddish, que es el dialecto judío y eso se aprende en colegios privados y no, no tenían dinero los padres para mandarlo, pero aprendió, tuvo la oportunidad de una beca, fue uno de los seleccionados y aprendió el yiddish perfecto a tal punto que ya sabía leer el periódico que venía en ese dialecto.
Rafael Kravec llegó a Miami procedente de Cuba en 1960 “sin un centavo”, a raíz de que el gobierno castrista intervino la empresa mayorista para la que trabajaba en La Habana. Así lo describen sus allegados y lo recoge la web Cubans in America.
“En 1981, Kravec comenzó a administrar la empresa French Fragrances, Inc. En 1992, la división de perfumes tuvo el éxito suficiente para funcionar por sí sola como una empresa privada y, por lo tanto, se formó French Fragrances para continuar desarrollando y fabricando perfumes, colonias y otros. productos cosméticos perfumados. Después de su formación, Kravec se convirtió en el primer presidente y director ejecutivo de la empresa.
“También se desempeñó como presidente y director ejecutivo y director de FFI desde su formación en julio de 1992 hasta la consumación de la fusión, como presidente y director ejecutivo y director de Halston Perfume, Fine Fragrances, FRM Services, Inc. (“FRM”) y National Trading Manufacturing, Inc. (“National Trading”).
Sobre su integración a la comunidad judía, su esposa rememora que “él estaba muy vinculado, pero al ser tan pobres, las hermanas trabajaban cargando telas y todo lo que hoy en día se considera abuso hacia muchachas de 14 o 15 años, pero ellas tenían que trabajar para traer algún dinero para comer. Rafael sí comenzó a conocer gente porque era un animal social, si no tenía con quién hablar, le hablaba las piedras (...)". Ella está convencida que su personalidad la forjaron historias como esta: "Cuando estaba fuera de lugares de eventos, donde hacían un cumpleaños o algo, él se paraba afuera y miraba a la gente que entraba pensando que a lo mejor uno de ellos le iba a decir: ‘Ven Rafael, ven conmigo a la fiesta’. Nadie le decía nada y sin embargo, nunca se amargó, creció y nunca guardó rencor, siempre quiso ayudar a la comunidad, a todos.
“A muchas de las personas que emigraron para acá él los conocía. Desde niño también siempre ayudó, a él no le importaba de qué religión eras, sino que su premisa era ayudar al prójimo. Tenía un gran amigos, un sacerdote que todavía vive en Cuba, que tiene la Iglesia en Trinidad y siempre cuando venía, él lo recogía y le decía que cómo estaba la Iglesia y él compraba productos para que él le diera por lo menos una vez al día a esas personas mayores que no tenían familia y eran cristianas; o sea, que él no le importaba eso. Sí explicaba que era necesario ir a Israel para conocer la verdad de todo y aprender todo lo que ha pasado, toda la historia”.