MIAMI.- SERGIO OTÁLORA
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@sergiootalora
La batalla por el control de las armas de fuego llega a las zonas escolares ante el alarmante aumento de estudiantes asesinados o heridos por malhechores
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Las cifras son escalofriantes: en los últimos 12 meses hubo más de 20 menores muertos y 50 heridos por la acción de las balas en zonas de alta criminalidad en el Condado Miami-Dade. En los alrededores de una escuela secundaria, en Carol City, una balacera entre pandillas rivales alcanzó a impactar las ventanas del centro educativo, pero los vidrios de seguridad impidieron la entrada de los proyectiles.
A una cuadra de la escuela elemental Francis Tucker, localizada en el oeste de Coconut Grove, hubo un ataque armado a un edificio de la policía. Uno de los tiros penetró uno de los salones de clase, donde había cuatro estudiantes y una maestra y una bala pasó muy cerca de un niño de diez años con limitaciones físicas. Ese día, sin duda, fue su día de suerte.
Pero otros no han tenido el mismo destino, como Brian Herrera, de 16 años, que fue asesinado el 22 de diciembre de 2012. Después de tres años, su madre, Anabel Herrera, denunció que este crimen no se ha resuelto. Hubo muchas pistas sobre quienes lo cometieron, pero ningún testigo ha estado dispuesto a declarar por el miedo.
En el senado estatal de la Florida, en Tallahassee, discuten un proyecto de ley que busca precisamente la protección de testigos. De acuerdo con la iniciativa legal, se prohibiría que sus nombres aparecieran en los medios de comunicación y que nadie pudiera tener acceso a ellos, mediante una petición legal para que esas identidades, señaladas en documentos públicos, fueran reveladas.
“Tengo la esperanza de que esta iniciativa legislativa se convierta en ley porque cuenta con el apoyo de las autoridades de policía, de los padres de familia y del sistema escolar”, afirmó el superintendente del Condado Miami-Dade, Alberto Carvalho.
Escuelas seguras
Según el jefe de la Policía Escolar del Condado Miami-Dade, Ian Moffett, “nuestras escuelas son muy seguras”. Pero hay zonas difíciles que él mismo cita (áreas de Miami Gardens, de Liberty City, de South Miami y de Homestead) “donde se ha visto un incremento de la violencia armada”.
Una de sus estrategias ha sido prevenir e intervenir. Se trata de entrenar a los jóvenes de las escuelas de educación intermedia y secundaria para que no caigan en las redes de las pandillas. Es una mezcla de enseñanza y compromiso con la comunidad, como lo explicó Moffett.
“Sin embargo, también se necesita una actividad decisiva de la Policía cuando suceden los hechos de violencia. Nosotros y otras agencias estamos trabajando en eso para incluir a las autoridades federales, estatales y locales como socios en el tema de llevar a la justicia a quienes cometen delitos”, precisó.
De acuerdo con las cifras del jefe de la Policía Escolar, entre 2005 y 2015, en un lapso de diez años, se redujo el número de menores de edad arrestados en el Condado Miami-Dade. “En 2005 detuvimos a cerca de 50.000 jóvenes en todo el Condado. En 2015, 5.000 fueron a la cárcel”.
Pero al lado de esas cifras alentadoras, es un hecho que la violencia de las pandillas, vinculadas con el tráfico de drogas, se ha incrementado.
Armas
Carvalho ha propuesto que, así como en el Aeropuerto Internacional de Miami o en el Puerto de Miami nadie puede entrar armado, tampoco se permitan las armas en las zonas aledañas a los establecimientos de educación básica elemental y secundaria. “Las áreas vecinas de las escuelas están libres de droga, no se puede conducir a alta velocidad por calles aledañas; sin embargo, es ilegal pero no hay penas duras para quienes disparen un arma a cierta distancia de un colegio”, indicó el superintendente.
Sin embargo, en cuanto al acceso a revólveres o incluso rifles de asalto, la pelea parece ser desigual. “Comprar un arma es tan fácil como comprar un galón de leche. Cuando existe ese nivel de acceso a las armas, estamos muy cerca del desastre”, señaló Carvalho, quien añadió que esa facilidad para adquirirlas “nos define como pueblo”. Y se preguntó: “¿Hay necesidad de tener armas de guerra dentro de nuestra comunidad? ¿Qué lugar tiene un AK 47 [un rifle de guerra] en las calles de Miami?”.
Pero en el congreso estatal, el porte de armas a la vista de todo el mundo ha hecho su tránsito, a pesar de que esa modalidad no será permitida en las universidades. Pero a ellas si se puede llevar una pistola, siempre y cuando esté oculta y se deje en la guantera del carro del estudiante.
Moffett se opone de manera radical a la posibilidad de que pudiera haber personal civil armado en el interior de las instituciones educativas, tanto de educación básica como superior. Y ve problemas con las personas que tienen licencia para tener armas. “El asunto con esos permisos es que no hay un entrenamiento continuo para el público cuando renueva, por ejemplo, sus licencias cada tres o cuatro años. Y, por el contrario, un oficial de la Policía, en nuestros departamentos, está entrenado para usar armas, tiene reglas estrictas de uso de la fuerza, al desenfundar su arma, y en qué momento puede ser utilizada”, explicó el jefe de la Policía Escolar.
“Estamos cansados, fatigados, de tener que enterrar a nuestros niños y abrazar a sus madres. No más violencia, no más lágrimas”, pidió Carvalho. “Los delitos en nuestra comunidad han bajado, pero el crimen que impacta a los jóvenes se ha incrementado”, advirtió. “Y si vamos a resolver esa situación hay que proteger a los más vulnerables”.
La miembro de la Junta Escolar del Condado Miami-Dade, Raquel Regalado, cree que el sistema le ha fallado a las madres de los niños asesinados por las balas de la delincuencia y a las víctimas de la violencia. “Esto no se limita a un vecindario, aunque suceda en algunas áreas. Esto afecta a toda nuestra comunidad. Estamos alimentando una cultura de la violencia. Y necesitamos frenarla”, subrayó.
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