RUI FERREIRA
Especial
@ruiefe
El padre de uno de los dos jóvenes desaparecidos en julio pasado frente a las costas de Florida mientras se encontraban de pesquería, quiere que las autoridades le entreguen el teléfono celular iPhone que fue hallado la semana pasada en la embarcación encontrada a la deriva en el Océano Atlántico en las cercanías Bermudas.
Pero el padre del segundo adolescente ha pedido a un juez federal que no entregue el aparato con miedo de que las autoridades nunca puedan tener acceso a su contenido. Entre bambalinas se encuentra la controversia acaecida hace unos meses, cuando el Gobierno federal quiso que la firma Apple ayudara a descifrar el contenido de un aparato similar que perteneció a dos terroristas muertos en un atentado en San Bernardino, California. Eventualmente, el FBI pagó un millón de dólares a una empresa informática para ‘abrir’ ése celular ante la rehúsa de Apple en hacerlo aduciendo cuestiones de seguridad y privacidad.
Ahora, el padre del joven desaparecido Austin Stephanos, Blu Stephanos, teme que si las autoridades intervienen en el caso la familia no va a lograr que los técnicos de Apple voluntariamente ‘abran’ el celular y analicen su contenido que pudiera arrojar alguna luz sobre lo que sucedió a los dos adolescentes. Sin embargo, el progenitor del joven también desaparecido, Perry Cohen, han interpuesto una querella para obligar a las autoridades a mantener en su poder el celular de Austin Stephanos ya que temen que si es entregado a su familia jamás se sabrá la verdad ya que se corre el riesgo que de su contenido sea borrado.
El centro de la controversia es que la familia Stephanos aparentemente ha logrado un acuerdo con técnicos de Apple al mismo tiempo que contrataron un especialista informático para acceder al contenido de la ‘nube’ relacionada con el celular en cuestión. Pero el especialista ha concluido que el servicio nunca fue activado. Por ende, la única copia que existe de esos datos se encontraría dentro del teléfono celular en cuestión, el cual permaneció cerca de ocho meses bajo agua y se encuentra bastante deteriorado.
El celular se encuentra en este momento en poder de agentes del Servicio de Protección de la Fauna y Vida Silvestre que, desde que fue recuperado, anunció su intención de entregarlo a la familia Stephanos. “A la luz de lo que sucedió en San Bernardino con los intentos del FBI de recuperar el contenido de un iPhone codificado, sentimos que lo mejor seria evitar la presión de que estos esfuerzos sean abordados por la prensa, porque no queremos correr el riesgo de poner en causa la cooperación del fabricante”, dijo el padre Stephanos, quien aseguró que toda información relevante será compartida con la otra familia.
Sin embargo, para los Cohen el asunto no es tan simple. “El teléfono representa una conexión con mi hijo. Les agradezco a todos su apoyo en esto”, dijo Pam Cohen. En la querella, la familia muestra su preocupación de que un acceso poco profesional al contenido pueda borrar todo.
“No estamos al tanto de sus últimos momentos pero ellos nos persiguen y es terrible. Lo extraño mucho y haría lo imposible por tenerlo de regreso. Su búsqueda fue la mayor operación de rescate que el Servicio Guarda Costas ha llevado a cabo en la era moderna, por eso ocho meses después se han recuperado dos pedazos importantes (el segundo es la embarcación en si que apareció volcada a la deriva) y por eso me pregunto porqué las autoridades no pueden reabrir las investigaciones y buscar respuestas. No tiene sentido”, dijo Pam Cohen.
Si el celular no quedó definitivamente estropeado, en su interior pudieran encontrarse textos y fotografías que revelen lo que realmente sucedió a los dos jóvenes de Jupiter, en la costa este de Florida.
Los adolescentes, de 14 años, fueron vistos por última vez el 24 de julio pasado cuando salieron de pesca en una embarcación que tenía apenas unos 110 dólares de combustible. Dos días después fue avistada a la deriva por un helicóptero del Servicio Guardacostas. Sin embargo, los rescatistas lo perdieron de vista hasta que la semana pasada un barco mercante que se dirigía a Noruega la volvió a encontrar y la entregó a las autoridades estadounidenses.
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