MIAMI.- Alain Pupo nos recibe ataviado con traje blanco y camisa roja, mezcla de colores que simboliza sus creencias, porque según afirma, le han dicho que podría ser hijo de Chango y Obatalá, orishas mayores del panteón yoruba que en el sincretismo religioso predominante en Cuba, en la fe católica se ven representados en Santa Bárbara y la Virgen de la Mercedes, respectivamente. Ambas imágenes están presentes a través de postales y pequeñas estatuas en su sala de consulta ubicada en Miami.
Pupo asegura ser portador de una habilidad que le permite interpretar “los mensajes que vienen del más allá” [en alusión a la dimensión de los difuntos]. También se define como un guía espiritual porque es “capaz de descifrar qué espíritu puede acompañar a alguien”.
Este hombre que alcanzó fama mediática por sus presentaciones en espacios televisivos del sur de Florida, asegura que esos mensajes “del más allá”, su abuela se los transmite.
Me considero un consejero. Practico el mundo espiritual para ayudar a las personas a conectarse con sus seres queridos compartiendo mensajes que ellos les envían para que logren transitar mejor por este pedacito de espacio al que le llamamos vida”, dijo Pupo, quien atribuye la espiritualidad a un don heredado de su abuela paterna, Aida Pupo Pupo, quien también fuera alguien muy popular por sus creencias de espiritismo y santería en La Habana, Cuba.
“Mi abuela era la inteligencia en bruto. No tenía un grado escolar, pero fue el ser humano más inteligente y filosófico que he conocido. Yo pude ver cómo a grandes intelectuales se les humedecían los ojos y quedaban impactados frente a una simple explicación o reflexión de ella”, recuerda Alain, quien afirma no haber sido criado con arrumacos o canciones de cuna, sino que oyendo patakís [parábolas y leyendas propias de la creencia yoruba], además de consejos y enseñanzas litúrgicas de la religión Lukumí, popularmente conocida como santería.
“Es interesante porque mi abuela paterna fue una gran espiritista en La Habana, pero mi abuela materna era cristiana. Por otra parte, mi abuelo paterno pertenecía a la Sociedad Secreta Abakuá [asociación fraternal llevada a Cuba por los esclavos], y mi abuelo materno era ateo. Mi abuela Aida Honrar a la matriarca paterna es la mejor manera de agradecer el don de la vida, el progreso de la familia y la guia espiritual que une a todos en momentos dificiles Seguir sus enseñanzas, el mejor homenaje a la abuela supo guiarme para que sacara lo mejor de cada uno y se lo agradezco”.
Lo que nadie sabe de Pupo
Descubrí a Alain Pupo en la presentación de su último libro Bala perdida, en Barnes & Noble de Kendall, fue tal la aglomeración de personas que la reconocida librería vio superada su capacidad. Cientos hicieron filas por horas para verlo, saludarlo y recibir sus consejos, hecho que nadie previó, ni siquiera la tienda con una vasta experiencia en la presentación de libros y autores.
¿Quién es Alain Pupo? Se preguntaba el gerente del lugar, quien pensó que con 50 sillas resolvería la presentación, y luego tuvo que ofrecer disculpas por aminorar la presencia del clarividente cubano en el lugar.
“El mánager me subestimó, pero al final me llamó y se disculpó conmigo. Me dijo que nunca había vivido algo así en esa librería, y yo le dije que no mirara superficialmente a las personas”.
“Lo que yo hago, a veces recibe muchas críticas y hasta burlas, pero me quedo con el inmenso cariño, respeto y amor que me da la gente”, dijo Pupo, quien asegura que jamás caerá en el juego mercantil que a veces intentan imponerle.
“Nunca me verás en un programa de televisión anunciando qué equipo de fútbol va a ganar, o qué artista le es infiel a otro. Mi abuela lo primero que me dijo cuando empezamos a hacer esto juntos fue: ‘Tú vas a seguir siendo mi nieto, no una industria. Tienes que ser el Alain de siempre”.
Honrándola en su día
Para Alain Pupo, su abuela Aida es el amor más grande que ha conocido. La persona que le enseñó los valores que hoy profesa, por eso que no deja de rendirle tributo, a casi 40 años de su partida.
“Mi abuela era espiritista, pero su fundamento religioso fue la religión Lukumí. Ella tenía hecho santo, Oya, orisha que representa a la muerte y el cementerio, que en la religión católica se sincretiza con la Virgen de la Candelaria. Es un santo muy fuerte. Yo la veía consultar con las cartas, la vi tirar chamalongos [trozos hechos con la cáscara del coco], caracoles, y era muy efectiva porque se ayudaba mucho con lo que presentía. A ella nunca le habló ningún espíritu, ni tampoco sentía voces, pero era capaz de transmitir todos los pensamientos que recibía del más allá”.
“Ella me dio la bendición de escucharla, y me da todos los mensajes que yo comparto con la gente que acude a mí”, definió acerca de las sesiones definidas como consultas que desarolla rodeado de imágenes de santos católicos como la Caridad del Cobre, Santa Barbara, San Lázaro, la Madre Teresa de Calcuta, y la Virgen de Guadalupe, de quien asegura que es devoto.
Sobre la pared principal de su consulta cuelga la imagen de su abuela, además de una pieza de ropa que ella vistió. Ahí también está el último poso de café que ella coló en Cuba, además de llaves antiguas, que entrega como amuletos.
“Una vez mi abuela me dijo: ‘Un día vas a trabajar y te van a regalar el dinero. Las personas acudirán a ti para que tú les expliques de qué trata un ser humano’. Ella era muy visionaria, y en cualquier momento llegamos a eso porque acercarse al mundo espiritual se está convirtiendo en una necesidad de primer grado”.