MIAMI.- La vida del joven hondureño Carlos Delcid dio un giro fatal de una extraña manera. Fue hace tres meses cuando acompañaba a una prima que tenía una cita médica, y en ese preciso instante le sobrevino un dolor agudo en el tórax que le hizo perder el conocimiento. El diagnóstico: un cáncer agresivo en etapa terminal.
Delcid tiene 25 años y, como muchos otros inmigrantes, no tiene papeles. Llegó a los Estados Unidos tras pasar la frontera cuando tenía 14 años. Hoy, al contar los pormenores de una vida llena de altibajos, sus ojos parecen volver a un pasado del que, con más fe que esperanza, quisiera aferrarse.
Su consigna era trabajar duro, conseguir “mucho dinero” y algún día traer a tierras del Tío Sam a la madre desconsolada que dejó una mañana en su natal San Pedro Sula, una de las ciudades con mayor tasa de desempleo en Honduras.
Del sueño a la realidad
Esos tiempos iniciales en un nuevo país fueron de una inmensa felicidad. La primera ciudad donde vivió fue Houston, en el estado de Texas, y casi de inmediato entró a la escuela. El nuevo idioma se le hizo fácil y a los pocos meses ya podía sostener una comunicación en inglés con sus compañeros de clase y otros adolescentes del vecindario. Más tarde, se trasladaría a Bridgeport, Connecticut, en busca de mejores oportunidades de vida, siempre con la imagen de su madre en mente.
A los 16 años tuvo su primer trabajo en una afamada cadena de comidas rápidas, pero al año decidió cambiar la fuente de ingresos pasando a laborar en el área de la construcción. ¿Por qué lo hizo? No podía olvidar que un día le dijo a su madre que cuando estuviera en Estados Unidos, le enviaría “mucho dinero”, y desde entonces, en cumplimiento de esa “promesa inviolable”, María Silvia Delcid Gómez recibía alrededor de 100 dólares cada quincena.
Con el paso de los años, el joven decide dejar atrás los gélidos inviernos del norte de los Estados Unidos y se establece unos meses en Atlanta, de donde finalmente opta por el sol, el calor y las playas de Miami, ciudad en la que completa un año en compañía de otros primos que le abrieron las puertas de su hogar. A los pocos días en la Capital del Sol, consiguió trabajo en lo que ya tenía experiencia: la construcción. El compromiso de enviarle “mucho dinero” a su madre seguía cumpliéndose.
De la realidad a la pesadilla
Delcid asegura que siempre había sido una persona saludable que con dos pastillas, agua y un poco de reposo sabía sobreponerse a cualquier virosis. Pero un día llegaría lo inesperado. Fue en una clínica privada, en la que acompañaba a su prima “Patty” para hacerse unos exámenes de rutina, en donde se manifestó por primera vez el linfoma que le cambió la vida en un santiamén.
Un médico que se encontraba en ese centro asistencial le hizo una rápida valoración y le dijo que debía trasladarse a un hospital para que le realizaran una serie de pruebas. Así lo hizo. En cuestión de horas los exámenes arrojaron el devastador resultado. El joven había visto por televisión casos de personas con cáncer, pero jamás pensó experimentar una situación de esa naturaleza. “¿Por qué a mí?”, se preguntaba sin hallar respuestas.
Con el progreso de los síntomas de la penosa enfermedad, Delcid dejó de trabajar. El cáncer que padece estaba tan avanzado que los médicos ordenaron las quimioterapias de rigor a la mayor brevedad posible. Cuenta que las radiaciones lo dejaban muy débil y por ello permanecía en cama hasta dos días sin poder levantarse. “Sentía que me estaba muriendo”.
Volver a ver a su madre
Ahora, por encima de ganar “mucho dinero” para ayudar a quien lo trajo a este mundo, su mayor deseo es ver a la madre. Con ese propósito, María Silvia sometió una solicitud de visa ante la embajada de Estados Unidos en el país centroamericano, pero le fue negada.
Desde entonces, Francisco Portillo, presidente de la organización caritativa hondureña Francisco Morazán, en Miami, asumió el caso como un reto más de su entidad sin ánimo de lucro, y tras llegar al convencimiento de que la solicitud “fue llenada de manera errónea, confundiéndola con una visa de turista”, en próximos días la mujer volverá a insistir ante la sede diplomática estadounidense para solicitar una visa humanitaria.
De hecho, el joven enfermo de cáncer cuenta con un fondo de ayuda que se alimenta de donaciones en la dirección electrónica Gofundme.com/maurycancerfighter en internet.
La situación que vive Delcid fue puesta en conocimiento del consulado de Honduras en Miami, durante una reunión a la que tuvo acceso DIARIO LAS AMÉRICAS, y en la que la funcionaria consular Mirta Ordóñez, se comprometió a solicitar una nota de la cancillería hondureña que será enviada a la Embajada de Estados Unidos en ese país, para coadyuvar en el otorgamiento de la visa de carácter humanitario a la angustiada madre.
Mientras se surten los trámites reglamentarios, el joven hondureño vuelve a ser internado en el Jackson Memorial Hospital para someterse a un nuevo proceso de quimioterapias.
Será un momento muy fuerte y decisivo en la salud de este centroamericano cuya especial motivación al venir a los Estados Unidos era amasar “mucho dinero”, pensando en una madre que un día la pobreza y la falta de oportunidades le arrebataron de su lado.