MIAMI.- Donald Trump volvió a jugar con fuego. No sólo insistió en que la candidata demócrata Hillary Clinton quiere destruir la segunda enmienda (que protege el derecho a poseer y portar armas) sino que fue más allá: "ella anda con un numero de guardaespaldas como nunca se había visto. Creo que todos ellos debieran desarmarse de inmediato. [...]Ella no quiere armas, entonces veamos que le podría pasar. Sería muy peligroso", sugirió.
Esta esa una reiteración de lo que ya había dicho en el mes de agosto, cuando sugirió que si Clinton nombraba a un magistrado de la corte, de orientación liberal, con seguridad acabaría con la segunda enmienda y entonces insinuó, de manera indirecta, que quienes defienden el libre comercio y porte de armas se verian obligados a actuar para defender su derecho.
Trump hizo estos comentarios en una manifestación en el centro de convenciones James L. Knight, en el downtown de Miami. Con una concurrencia de cerca de 3.000 personas volvió a insistir en que si hubiera habido alguien armado en el lado de la víctimas, en atentados terroristas como los de Paris, Orlando o San Bernardino, “otra sería la historia”.
Antes de que apareciera en escena, al candidato lo antecedieron, entre otros, el exalcalde de Nueva York, Ruddy Giuliani; Reince Priebus, el presidente del Comité Nacional Republicano y el representante estatal del mismo partido, Carlos Trujillo. Ninguno de los otros miembros de la bancada republicana del Condado Miami-Dade, tanto a nivel federal como estatal, se hizo presente en este acto. Tampoco lo hicieron políticos locales, comisionados o alcaldes.
Trump despertó grandes aplausos cuando dijo solidarizarse con los cubanos en su lucha contra el comunismo (la gran mayoría se puso de pie cuando el candidato republicano preguntó quién era de la isla). Dijo que la apertura diplomática estaba “beneficiando a los Castro”. Prometió que echaría para atrás las políticas del presidente Obama hacia la isla, y pondría condiciones como la libertad de los presos políticos y respeto a las libertades.
Con respecto a Venezuela (nadie se puso de pie cuando preguntó quién era de ese país) dijo que era solidario con la gente oprimida en esa nación: “El sistema es malo pero la gente de ese país es maravillosa”, expresó. Se refirió al desarrollo económico en Doral, municipio “donde tiene muchos amigos”, especificó.
En un momento dado, el candidato contó que había estado en la Pequeña Haití, donde le regalaron un pequeño escudo que llevaba en su solapa. “El amor que sentí allá es increíble. Quieren soluciones no políticos como la corrupta Hillary Clinton”, puntualizó. En una esquina del auditorio, en las primeras filas, había un pequeño grupo de afroamericanos con camisetas blancas y una pancarta que decía “negros con Trump”. Caminó hacia ellos, los señaló y después dijo “estamos unidos y todos somos americanos”.
Volvió a repetir la situación de desempleo, crimen y falta de educación en los vecindarios de afroamericanos, producida por, según él, administraciones demócratas que llevan años sin resolver los problemas. De nuevo pronunció su polémica pregunta: “¿Qué tienen que perder, ustedes [la comunidad afroamericana]? No puede estar peor, sus ciudades están peor que Afganistán”, enfatizó. “Los afroamericanos van a votar en cifras sin precedentes por Donald Trump”, vaticinó.
También se refirió a que en Cuba, China y Arabia Saudita habían irrespetado al presidente Obama cuando llegó a esos países, en el Air Force One, y no era recibido por los presidentes o gobernantes. “Eso no va a pasar nunca más conmigo. Me vuelvo a montar en el avión y me voy”, advirtió.
Anunció que la Guardia Fronteriza le dio su apoyo y aclaró que era la primera vez que esa fuerza armada se alineaba con un candidato. También habló de respaldo que le dio The Fraternal Order of Police, el sindicato más grande de la policia de Estados Unidos.
Los deplorables
Trump entró a escena con la música de "Los Miserables" y detrás de sí, una imagen de la película que decía en francés Los Deplorables. “Bienvenidos todos ustedes, deplorables, irredimibles”, saludó de manera irónica a sus simpatizantes, que aplaudían y gritaban con gran entusiasmo. Por supuesto que hacía referencia al comentario de Hillary Clinton cuando señaló que dentro de la base del candidato republicano había una canasta de deplorables, caracterizados como xenófobos, homofóbicos, racistas y autoritarios.
Dijo que Florida era como su segundo hogar, que daba empleo a miles de afroamericanos e hispanos en sus empresas. Anunció que estaba ganando en varios estados, entre ellos el Estado del Sol. “Está será una victoria para la familia, los trabajadores y los veteranos. Voy a la presidencia para representar a todas las personas”, precisó.
Señaló que mientras “Clinton ha gastado cientos de millones de dólares en propaganda mentirosa, yo no he gastado casi nada. Tenemos un movimiento que nunca se había visto en este país. No es cierto que no haya entusiasmo”, indicó al tiempo que la asistencia estalló en aplausos.
“Hillary Clinton hizo desastres en todo el mundo; lo que toca no funciona”, expresó Trump quien aprovechó para decir que "no tenía energía y no estaba preparada para ser presidente de Estados Unidos”.
Planteó que hará una reducción masiva de impuestos, acabará con las regulaciones de los últimos diez años que significan miles de millones de dólares y “están destruyendo nuestra riqueza”. “Voy a renegociar el NAFTA (Tratado de Libre Comercio de América del Norte), el peor acuerdo en la historia del país”. Insitió en que se opondrá al acuerdo transpacífico: “No necesitamos otros acuerdos multinacionales”.
Mencionó el derecho que tienen los padres a escoger la educación de sus hijos, sea pública, privada, escuelas especializadas (“magnet schools”) o escuelas chárter.
Terminó su discurso diciendo que, con Trump, “habrá un gobierno de la gente, para la gente y por la gente. Vamos a hacernos cargo de los mineros y de nuestros trabajadores”, indicó.
Cuando los asistentes salían del acto político, en la calle, en Brickell Avenue, había decenas de manifestantes que pedían que Trump diera a conocer sus impuestos y repudiaban sus posturas antiinmigrante y racistas.