miércoles 20  de  marzo 2024
CIRCULACIÓN

Fragilidad capilar: Hemorragias diminutas

Los vasos más pequeños de nuestro sistema circulatorio componen una delicada red que, al desgarrarse, genera una evidente pérdida de sangre 

BELÉN GONZÁLEZ / DLA

Los capilares son los vasos sanguíneos más pequeños de nuestro sistema circulatorio, y por ende, los más delicados. Estos pueden debilitarse por múltiples razones y romperse muy fácilmente, condición que se conoce como fragilidad capilar.

Técnicamente hablando, esta debilidad en la pared de los capilares, puede ser consecuencia de alteraciones congénitas, infecciones, problemas hormonales, reacciones alérgicas, déficit vitamínico o trastornos metabólicos, pero más allá de su origen, la característica principal es la aparición de morados, moretones o cardenales, como prefiera llamarlos, que evidencian una leve extravasación de sangre o derrame que aparecen principalmente en la piel.

Estas marcas son comunes en las personas con fragilidad capilar, y aunque esta condición puede afectar a todo tipo de personas, se asocia principalmente a tres factores: la edad, los tratamientos con corticosteroides y la deficiencia de vitamina C.

Zonas delicadas

Existen ciertas áreas de nuestro cuerpo que resultan más sensibles a estas pérdidas de sangre, así como factores que determinan tal situación. La fragilidad capilar en la nariz, por ejemplo, es bastante común, siendo principalmente las temperaturas extremas, la exposición prolongada al sol, fumar y el consumo excesivo de alcohol, las causas más frecuentes de la dilatación crónica de los capilares nasales.

En el caso de los brazos es común la llamada capilaritis, un trastorno de los vasos sanguíneos vasculares que origina el almacenamiento de sangre debajo de la piel, una condición de origen desconocido pero asociada al consumo de medicamentos como los anti-inflamatorios, la aspirina, la cortisona, los agentes anticoagulantes y algunos fármacos empleados en el tratamiento del asma.

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Está también la ruptura de capilares en las piernas, generados por problemas en la circulación de la sangre, así como  la aparición de vasos sanguíneos rotos en el ojo, que si bien no implican necesariamente una condición médica grave, puede indicar la presencia de un problema subyacente más serio.

Petequias

Uno de los signos de la fragilidad capilar es la aparición de las petequias, pequeños derrames vasculares cutáneos del tamaño de una cabeza de alfiler, que inicialmente tienen un color rojo, violáceo o negruzco pero que con el paso de los días van modificando su tonalidad hasta llegar al verde, el amarillo, e incluso, el marrón. Un recorrido cromático consecuencia de los sucesivos cambios químicos de la sangre.

Las petequias pueden producirse por diferentes factores, como: las picaduras de insectos, mordeduras de serpientes, arañas, succiones, pinchazos de alfileres, pinzamiento de la piel, golpes, leucemia, intoxicación, alergia, radiación o quimioterapia, entre otros.

El tamaño de estos diminutos derrames varía entre uno y cuatro milímetros, y generalmente aparecen en grupos. Cuando superan los cinco milímetros reciben el nombre de púrpura, y si exceden de un centímetro, se denominan equimosis. Siendo una de sus principales características el hecho de que no desaparecen al ejercer presión sobre ellas, como ocurre con otras lesiones capilares.

Hematomas

Su nombre proviene del griego “haimato” que se traduce como sangre, y “ōma” que quiere decir tumor, y definen la acumulación de sangre causada por una hemorragia interna producto de la rotura de vasos capilares, que aparece como respuesta a un golpe, contusión o magulladura.

Se les considera una equimosis, como se llama a ciertas manchas de la piel, aunque pueden desarrollarse no solo a nivel cutáneo sino en los órganos internos, y migrar gradualmente a medida que las células y los pigmentos se mueven en el tejido conectivo.

Los hematomas pueden clasificarse en tres grandes grupos según la estructura afectada y la gravedad del caso. En primer lugar están los subcutáneos, de carácter leve y localizados bajo de la piel;  le siguen los intramusculares, que como su nombre lo indican aparecen en la zona protuberante de un músculo incluyendo a los órganos internos; y finalmente están los periósticos que se producen cuando la contusión afecta a un hueso y se les considera los más peligrosos y dolorosos.

Los también llamados moretones, morados o cardenales, en referencia a su color, son más frecuentes en las personas mayores cuya piel ha perdido grosor y elasticidad, pues la falta de colágeno, tejido conectivo que la mantiene tersa y consistente, al deteriorarse favorece la fragilidad capilar. 

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