@bguzqueda
El mercado global de la energía le está dando la espalda a todos los gobiernos regionales con visión socialista y cada vez es más difícil que salgan del pozo donde están
@bguzqueda
Los hechos son irrefutables: el mercado global de la energía le dobló la mano a todas las administraciones políticas de visión socialista.
En Venezuela, el famoso dicho del difunto presidente Hugo Chávez “pónganme el precio del petróleo a cero que Venezuela no entra en crisis” es poco menos que una solemne estupidez. Con el precio del barril tan bajo como ahora, el país está haciendo largas colas por alimentos y medicinas. Está prácticamente en una quiebra técnica.
Venezolanos hacen largas colas para conseguir gas en la ciudad de San Cristóbal, Táchira. (ARCHIVO)
Igual en Bolivia. La “economía blindada boliviana” para su presupuesto general de 2016 calculó el precio del gas natural en 5 dólares por millón de BTU (para Argentina) y en 4,4 USD/millón BTU para Brasil. Pero en realidad, el precio estaba a 3,8 y 3,6 dólares respectivamente porque el presupuesto estatal boliviano del año fue calculado en base a un barril de petróleo de 45,16 dólares, a un envío promedio de 58 millones de metros cúbicos día (MMmcd3) de gas natural a Brasil y Argentina (únicos mercados compradores externos).
Les falló el cálculo, tanto a Venezuela como a Bolivia. Un apunte: las fórmulas de cálculo de precio en los contratos de venta de gas son actualizadas trimestralmente en base a precios de derivados del petróleo.
El caso boliviano
El caso del gas natural boliviano es preocupante. Los precios se cayeron. Bolivia recibirá de Argentina por gas apenas 3,8 dólares por millón de BTU (unidad termal británica) comparativamente a los 8,3 dólares que recibía a principios de 2015 (cuando el barril de petróleo cotizaba encima de 100 dólares).
Un trabajador camina en la Planta hispano-argentina Repsol YPF, en la región
de Río Grande de Santa Cruz, Bolivia. (ARCHIVO)
La factura a Brasil también podría estar reducida: a sólo 3,6 millón de BTU de los hermosos 7,2 USD/millón BTU que en 2015 se recibía.
Después de esa danza de cifras, varios expertos en economía coinciden en que la reducción del ingreso boliviano es notoria. Bolivia exportó 6.000 millones dólares en gas en 2014, 3.700 millones en 2015 y en 2016, las cifras continuarán bajando en tanto los precios del barril de petróleo no vuelvan a trepar. Sin embargo, hemos visto un tímido repunte que lógicamente dependerá de factores globales como la producción de OPEP y la pulseada entre el petróleo convencional y el no convencional.
En picada
A medida que baja el precio del petróleo, baja también el precio del gas. Venezuela y Bolivia sucumbieron a la mano mágica del mercado. Ni las amenazas del difunto Chávez ni la “economía blindada boliviana” pudieron torcer la mano del poderoso mercado global de la energía. Así nomás había sido.
Los más afectados de éste lío son los actores inmediatos de la sociedad: municipios, gobernaciones de departamentos (o gobiernos estaduales) y universidades, que verán reducidos sus ingresos drásticamente.
Un caso “paradigmático”, o mejor dicho, un caso de estudio para las maestrías en hidrocarburos latinoamericanas es el siguiente: la poco feliz asociación boliviano-venezolana para explorar (petróleo y gas en el área boliviana de Liquimuni) que, amén de tener años de retraso, no se conocen resultados efectivos de los procesos de perforación, y menos si será una zona comercialmente explotable.
Al escenario de los “números feos” hay que agregarle que las “fórmulas” de reactivación de la economía-energética boliviana no dieron resultado.
Estamos esperando informes de la cantidad de reserva (de volúmenes de gas), que serían útiles para conocer si se podrán cumplir acuerdos y contratos externos de venta, y con el mercado interno. Si para 2020 Bolivia no tiene un “piso” de reservas mínimas 11 TCF (trillón pie cúbico de gas) y una producción constante de 70 mmm3d, será complicado el escenario.
Una muy criticada “Ley de Incentivos” se puso en marcha para atraer capitales externos a Bolivia. Todos sabemos que en plena crisis de petróleo pretender inversiones requiere más que mucha iniciativa. Y ello parte, necesariamente, por tener una legislación saneada, moderna, transparente y de vanguardia en electricidad, hidrocarburos que permita reglas claras. No hay resultados de esa “iniciativa” vía “incentivos”. El mundo está mirando a otra parte.
Ya dijimos, en anteriores comentarios, que se necesita un mínimo de 60.000 dólares para el sector hidrocarburos boliviano (inversiones en exploración, producción, refinamiento, transporte, comercialización, investigación y además, gas química) sin contar inversiones en electricidad (generación, transmisión, etc). Cifra alta pero razonable.
La idea en lo inmediato sería que hagan una reducción de los proyectos ociosos, una reducción de costos, racionalidad de operaciones. En lo político, se debería fortalecer al ministro del ramo y darle el mando total sobre la estatal petrolera y de electricidad. Mando único y necesario para reordenar y generar una reingeniería para el ahorro y para buscar iniciativas. Son tiempos difíciles.
* BORIS SANTOS GÓMEZ ÚZQUEDA consultor del sector privado