“El socialismo lleva la muerte histórica inscrita en su frente”. Esta frase de más de medio siglo es del célebre economista Friedrich Hayek; ya no es una hipótesis sobre el sistema socialista sino que durante decenas de años fue probada por el método científico para convertirse en ley.
Por eso hoy estamos seguros que las críticas de Winston Churchill al socialismo es una realidad concreta irrebatible por la práctica. Empero leamos esas ideas de este estadista británico. “El socialismo es la filosofía del fracaso, el credo de los ignorantes, la prédica de la envidia. Su misión es distribuir la miseria de forma igualitaria. El socialismo es la cátedra del rector”.
Seguramente, está enajenado de la realidad quien desconozca ese concepto hecho ley sobre el socialismo. Los países orientales europeos lo abandonaron en 1989 y dos años después se desintegró el Imperio soviético. Aún ese arcaico y abusivo sistema está vigente con sus cualidades adversas de falta de libertades e irrespeto a los derechos humanos (DDHH) en Corea del Norte y Cuba.
La destrucción de la libertad personal y económica es una premisa para la instauración de la economía planificada inspirada en la búsqueda de “justicia social”. Pero lo cierto es que es el “camino a la servidumbre” de la población. Esto es la cuestión principal del éxodo de personas cubanas.
En la actualidad, varios miles de cubanos están por llegar a los Estados Unidos, se encuentran en Suramérica y Centroamérica, la gran mayoría en Costa Rica. Ellos se van acoger a la Ley de Ajuste Cubano de 1966.
El Gobierno comunista de Cuba y sus acólitos como el diario mexicano La Jornada culpan y arremeten contra los EEUU y la Ley de Ajuste Cubano por la crisis de migrantes isleños. Esas actitudes son hipocresías, porque sabemos que la causa es el mal engendrado socialismo y, sobre todo, del desprecio de la dictadura totalitaria de Castro a los derechos humanos básicos del pueblo cubano.
Los cubanos debemos estar eternamente agradecidos a la amabilidad de los americanos por aprobar una ley tan humanista como la Ley de Ajuste Cubano. Es verdad que algunos individuos se han aprovechado desmedidamente de esa gentileza del pueblo estadounidense para residir con enormes beneficios en ambos lados del Estrecho de la Florida. Por eso, en el sentido más profundo, en el del humanismo, debemos mantener el sentido común que nos lleva a la reinterpretación más realista de la ley y ajustarla a su letra original; ideas meritorias impulsadas por el diario digital Bloomberg View y los congresistas cubanoamericanos, el senador Marco Rubio, y el representante Carlos Curbelo.
Puedo decir sin melodramatismo, no es una idea especulativa, la política de “pies secos-pies mojados” favorece a la dictadura de Castro; es más, es la válvula de escape estabilizadora de su régimen tiránico. Hay que terminar con ella. No debemos permitir que una agencia del Gobierno estadounidense, el Servicio de Guardacostas, sea copartícipe en perseguir y entregar a los victimarios a las personas que escapan de la dictadura socialista.
Debemos de ser humanitarios, cumplir con el mandato original de la Ley de Ajuste Cubano, pero preservar en libertad a los que escapan de la isla del infierno castrista; quizás en un centro migratorio fuera del territorio estadounidense hasta que se defina su ubicación final. Además, en solidaridad con los cautivos debe hacerse toda la presión con que cuenta el Gobierno norteño para acelerar el respeto de los DDHH básicos en la Isla. La Ley de Ajuste Cubano llegará a su fin después de la desintegración de la dictadura comunista.
Hace más de dos décadas se llegó al “fin de la historia”. Sentimos una inmensa y profunda paz porque la muerte del socialismo es irreversible; en Cuba sólo hay que darle sepultura, y para eso contamos con la soberanía de nuestras ideas. El camino a la libertad es el de la insurrección nacional o Revolución de los DDHH propuesto por el Proyecto Emilia.
Del mismo modo, esta revolución es la nacida del Bill of Rights inglés, consolidados esos derechos modernamente con la revolución americana (1776) y tomados por nuestros padres patrios. Cimentada esa Carta de derechos en las leyes fundamentales de la república en arma y las Constituciones de 1901 y 1940. Esta historiografía constitucionalista cubana es la inspiración intelectual de nuestra lucha por la liberación de Cuba. Esto es indispensable para la nación cubana, con el objetivo de poder vivir en paz, prosperidad y libertad en una Cuba libre.