Cuba USA palabras cruzadas, fue el título de un libro que edité a principios de los años 80, después de haber realizado un amplio recorrido por diversas universidades norteamericanas, otras instituciones y efectuar numerosas conferencias, donde en aquellos escenarios me hicieron innumerables preguntas sobre Cuba y su proceso revolucionario. Por supuesto las circunstancias eran muy diferentes a las actuales.
Hago tal referencia sólo para significar, desde mi modesta experiencia, la intención existente desde aquel entonces, de que a través del diálogo y el conocimiento recíproco entre las dos sociedades y países, se podrían buscar puntos de coincidencias, aspectos necesarios de negociación o solución de conflictos; lo que contribuiría a encontrar vías hacia la normalización de las relaciones entre los dos países.
Desde diciembre del 2014 a la fecha apenas han transcurrido 15 meses y el proceso de normalización de relaciones ha continuado avanzando; desbrozando obstáculos y diferencias pero con el debido respeto y voluntad entre las partes, como único procedimiento para poder construir una nueva y sólida relación amistosa. No obstante resulta evidente, que todavía no se han dado los pasos sustanciales que requiere la normalización de relaciones para consolidarse plenamente.
De acuerdo con mi percepción sobre las nuevas relaciones que se desarrollan; no sólo las autoridades cubanas sino el pueblo en general y de acuerdo con las encuestas, una mayoría de la comunidad cubana en EEUU, manifiesta gran interés en que se continúe avanzando en dicho proceso.
Pero la convulsa historia de más de medio siglo no se puede obviar, porque fueron años conflictivos y de confrontación permanente y no se trata ahora de historiar las responsabilidades de unos u otros; sino de ser consecuentes con la necesidad actual de construir una nueva etapa de relaciones. Sin embargo, para alcanzar tal propósito se hace imprescindible mantener la confianza y avanzar en la dirección correcta o deseada, porque sólo así se logrará arribar a buen puerto, el de una verdadera y sólida normalización de relaciones entre las dos naciones.
A nadie escapa que existen diferencias políticas que persistirán en el mediano o largo plazo. ¿Quién y dónde no se tienen? Algunas diferencias podrán llegar a comprenderse o tolerarse, otras eventualmente no tendrán solución, pero no obstante no hay justificación ni necesidad de agredirse y será necesario convivir con respeto y sobre todo dialogar para buscar soluciones, que es como logran entenderse los seres humanos.
Las relaciones entre la mayoría de los cubanos de las dos orillas, desde hace tiempo fluyen con suficiente normalidad y si no son más normales o incluso más fructíferas, son por las trabas que aún se derivan de las leyes del embargo/bloqueo u otras medidas.
Es comprensible que el proceso de normalización de relaciones posee trascendencia no sólo para Cuba y los EEUU, sino para la comunidad internacional en general y especialmente para los países de América Latina y el Caribe.
Algunos medios de comunicación incluso han dicho “que Cuba está de moda”; pero la realidad es que el proceso de normalización ha despertado un enorme interés internacional, en los propios estadounidenses y los cubanoamericanos; lógicamente en estos últimos por reencontrarse con su país de origen.
Los recientes acuerdos entre la administración norteamericana y el Gobierno cubano, de formalizar los vuelos de sus aerolíneas a Cuba, o autorizar a una primera empresa (de tractores) a invertir y colocarse en el país, entre otras de las acciones anteriormente tomadas; hacen visibles los esfuerzos que en esa dirección continúan realizando ambos gobiernos y significativamente la administración norteamericana.
A su vez dentro de Cuba se aprecia que el Gobierno continúa desarrollando las líneas fundamentales de su programa de reformas y ha anunciado la celebración del séptimo Congreso de Partido para mediados de abril, marco que supone que del mismo se deriven nuevos acuerdos, definiciones estratégicas o mayores avances en el programa de las mismas.
En ese contexto de novedosas situaciones e interesantes caminos que se transitan, es que arribará a Cuba el 21 y 22 de Marzo, el Presidente de los EEUU de Norteamérica, Barak Obama.
No hay dudas de la importancia o trascendencia de esa visita, porque con ella se da un paso fundamental acerca de la excelente negociación diplomática que realizaron los dos gobiernos, que conociendo los peligros y prejuicios existentes, se encaminaron a dejar atrás la incomunicación, la ausencia de dialogo, la larga confrontación y la enemistad política, para avanzar hacia buenas, amistosas y perdurables relaciones.
Con independencia de la trascendencia que de por si constituye la visita y las positivas secuelas que dejará al proceso de normalización; muestra a su vez la voluntad y posición consecuente de los presidentes Barak Obama y Raúl Castro, acerca de la decisión tomada de dejar atrás décadas de diferencias y enemistad entre dos países y pueblos, que geográficamente son vecinos y además cuentan con una amplia y larga historia de relaciones comunes.
El presidente Obama al visitar el pequeño archipiélago caribeño y reunirse con quien desee, con seguridad será recibido con el mayor respeto, consideración y simpatías por parte de las autoridades y pueblo cubano. Para el presidente estadounidense significará una extraordinaria oportunidad de conocer Cuba y relacionarse no sólo con las autoridades sino con el pueblo.
De esa manera podrá acercarse más a sus realidades y apreciar por sí mismo, la situación de un país enfrentado a innumerables obstáculos y limitaciones, que con sus aciertos y errores, sueños o utopías, por arriba de todo ha sabido crecerse en el sacrificio, para poder defender su soberanía y las conquistas sociales alcanzadas desde que apareció la república.
No abrigo dudas del éxito de la visita a Cuba, ni tampoco el positivo impacto que tendrá para los cubanos en la isla, en los propios EEUU, entre los estadounidenses e internacionalmente.