MIAMI.- Los ministros del Gobierno venezolano deben mirarse cada día al espejo para repetir cien veces: “El jefe siempre tiene la razón”. Poner en práctica este irónico dicho popular es la única forma de asumir las estupideces y ocurrencias que el presidente Maduro improvisa un día sí y otro también en cadena nacional.
El pasado sábado, el sucesor de Chávez anunció la creación de un sistema de visas obligatorio para todo ciudadano estadounidense que pretenda visitar Venezuela. El objetivo sería crear un sistema “para proteger” al país sudamericano de las interferencias de EEUU.
Otro de sus paranoicos anuncios fue “realizar una lista de prohibición para que no se le otorgue visa a algunos funcionarios que no deben venir jamás por haber violado los Derechos Humanos en países como Siria, entre ellos, George W. Bush, Marco Rubio, Ileana Ros-Lehtinen y Bob Menéndez”.
Después de este ridículo mundial, con cámaras y acción, la ministra para Relaciones Exteriores, Delcy Rodríguez, se reunió ayer con el encargado de negocios de EEUU para Venezuela, Lee Mclenny.
Rodríguez tuvo que dar la cara para explicar el desastre diplomático generado por su jefe y en el que a la postre, los grandes perjudicados serán los propios venezolanos. Al mismo tiempo que la mismísima Cuba, último representante de la Guerra Fría y promotor del comunismo y el antiimperialismo, busca una negociación con su histórico enemigo, Maduro y Cabello intentan tapar su deriva económica y sus atropellos continuos a los derechos humanos, inventando un conflicto con los EEUU. Es una realidad, y no precisamente positiva, que América Latina dejo de estar en el foco de interés de Washington. Por eso, es una locura total intentar mantenerse en el poder aludiendo a intentos de golpe de Estado presuntamente preparados por Estados Unidos. En este caso, el de Venezuela, “el jefe nunca tiene razón”.