Los sucesos que desde hace algunos años acontecen en México, han colocado al país en una situación lamentablemente embarazosa por los elevados desequilibrios económicos y sociales, niveles de corrupción, muertes violentas e inseguridad ciudadana en que se vive.
En los últimos años se han producido hechos alarmantes de inseguridad e impunidad; como han sido los casos de los 43 desaparecidos de Ayotzinapa, los enfrentamientos entre narcos por sus contradicciones o el control de las plazas o con la fuerza pública.
Diariamente los medios informan la muerte, cuando menos de una decena de personas que aparecen en los diferentes estados, consecuencia de los enfrentamientos con la fuerza pública, los grupos rivales u otras razones conflictivas.
Súmense a ello los secuestros, los escándalos de corrupción, el lavado de dinero y sobre todo una política económica que promueve la desigualdad social y reduce las posibilidades del auto desarrollo, que ha empobrecido al país, generando pobreza, falta de trabajo o empleos mal remunerados. Indudablemente que la situación de México y los mexicanos se ha hecho compleja y sus perspectivas no son como para sentirse optimistas.
Según criterios de entendidos todo apunta al agravamiento o desemboque de una crisis del sistema político-económico, exacerbada por el mercantilismo y espíritu de lucro, el consumismo como modo de vida, reduciendo los ámbitos de la espiritualidad ciudadana; lo que ha promovido la discriminación del indio, la mujer y los pobres y a su vez ha propiciado una pérdida de valores que se manifiesta en cierta insensibilidad ante el dolor ajeno, o en ser indiferentes ante los variados y críticos problemas que enfrenta la sociedad mexicana y en particular los fenómenos extendidos de la corrupción y la violencia.
Se ha hecho claro que la apertura neoliberal, hizo involucionar la agricultura y a muchas industrias mexicanas, a ello se suma la extensa penetración del capital extranjero, fomentándose la pobreza y miseria, la reducción de la clase media y un significativo aumento del trabajo informal.
Pero tampoco hay dudas que México es un país generalizadamente cristiano y católico, cuya espiritualidad religiosa se encuentra presente. En esas contradictorias y complejas circunstancias llegó el papa Francisco a México, señalando por arriba de todos los males y con positivo optimismo, que México además de su ancestral y positiva cultura, la principal riqueza del país son sus jóvenes, que hoy representan algo más de la mitad de la población mexicana; agregando que ello permite pensar o proyectar un futuro, un mañana, porque un pueblo con juventud es capaz de renovarse, de transformarse y es una invitación a alzar con ilusión la mirada hacia el futuro y a su vez desafiar positivamente el presente.
Francisco al convocar a los mexicanos a una seria reflexión y urgente responsabilidad, lo hizo señalando que un futuro esperanzador se forja en un presente de hombres y mujeres justos, honestos, capaces de empeñarse en el bien común, ese bien común agregó que en el presente siglo XXI no goza de buen mercado.
El carismático y jesuita Papa argentino sentenció, que la experiencia nos demuestra, que cada vez que buscamos el camino del privilegio o beneficio de unos pocos en detrimento del bien de todos, tarde o temprano la vida en sociedad se vuelve un terreno fértil para la corrupción, el narcotráfico, la exclusión de las culturas diferentes, la violencia e incluso el tráfico de personas, el secuestro y la muerte, causando sufrimiento y frenando el desarrollo.
No se detuvo en llamar la atención de los políticos, gobernantes o la ciudadanía; pero lo hizo también y públicamente a sus obispos y cardenales, advirtiéndoles sobre las enfermedades más comunes que minan la salud del clero, entre los cuales señaló la tentación de los acuerdos bajo la mesa.
El papa Francisco le hizo un importante llamado al clero mexicano, los exhortó a actuar con transparencia en su proceder cotidiano; exhortándolos a “ser obispos de mirada limpia, de alma transparente, de rostro luminoso, a no tener miedo a la transparencia, porque la iglesia no necesita de la oscuridad para trabajar”.
Siguió diciéndoles que sus miradas no se cubran de las penumbras de la niebla de la mundanidad, o corromperse por el materialismo trivial, ni las ilusiones seductoras”. Advirtiéndoles finalmente de no ponerse en manos de los actuales “faraones”, en implícita referencia a los poderes fácticos que gobiernan en el país.
Distanciándome relativamente de México y el papa Francisco, sin dejar de tomar en consideración que mucho de los males existentes son responsabilidades compartidas y en especial entre los productores, intermediarios y consumidores del jugoso mercado de las drogas, con complicidades en muchos lugares y niveles. Y sin desconocer las lamentables secuelas que arrastra de corrupción, violencia y muertes que origina; ahora que se acercan las elecciones en los EEUU, hemos conocido como con insistencia y agriamente, el contradictorio y polémico precandidato a la presidencia por el partido republicano Donald Trump, ha estado arremetiendo en contra de los mexicanos; señalando recientemente “que eran en la práctica un estorbo al desarrollo de su nación”. Como era de esperar la respuesta de la comunidad latina no se hizo esperar, rechazando sus planteamientos e incluso el señor Trump recibió hasta un jitomatazo.
Al candidato se le olvida el gran aporte desde muchos ángulos de los mexicanos a la nación estadounidense del norte, su sudor, sacrificios y esfuerzos. No obstante no tener dudas sobre las razones migratorias e importancia del trabajo de los mexicanos en los EEUU y sus relevantes aportes laborales en la agricultura, la industria o los servicios y el papel productivo que juegan en la nación americana.
Se me hace evidente aunque a todos los hispanos nos hiera o duela y además nos solidaricemos con ellos y entre sí; que los planteamientos discriminatorios o xenofóbicos del señor Trump, se sustentan en los factores corrosivos y de descomposición apuntados anteriormente.
Son esos fenómenos los que se encuentran afectando la sociedad mexicana y su imagen fuera de ella; posibilitando que individuos como el candidato republicano se manifieste de dicha despectiva e injusta manera.
Especulando algo más detenidamente sobre ello, se puede llegar a pensar, que probablemente sus expresiones se encuentren representando lo que piensan, aunque no lo expresen, muchos otros ciudadanos estadounidenses, de lo contrario es difícil entender, que el candidato a la presidencia se encuentre de puntero en las encuestas entre los contendientes a la presidencia del país por el partido republicano.