domingo 24  de  marzo 2024
Crónica especial

En plena guerra, un proxeneta recluta jóvenes ucranianas

El proxeneta habla con las chicas, les ofrece prostituirse. Dice que tiene contactos en Francia y España, donde pueden cobrar mucho y salir de aquella crisis
Diario las Américas | CAMILO LORET DE MOLA
Por CAMILO LORET DE MOLA

La estación central de Liv se ha convertido en un hervidero de personas desde que esta mañana los rusos atacaron con misiles una base militar cercana. Estamos lejos de Kiev y cerca de Polonia, una zona supuestamente excluida de los conflictos.

Hay centenares de familias llegando de todas partes de Ucrania y buscando cualquier medio de transporte para escapar hacia las fronteras.

A duras penas conseguimos movernos con la cámara por los pasillos del lugar donde las personas hacen filas para un próximo tren que no se sabe cuándo llegará ni cuál destino tendrá.

En ese barullo lo vimos operar: el hombre es seguido por dos o tres jovencitas atractivas que, con desespero, tratan de no perder el paso y mantenerse en el grupito que conforman cuando tiene que atravesar el salón repleto en una u otra dirección.

El tipo está a la caza de mujeres jóvenes y atractivas, cada vez que divisa una se mueve hacia ella sin controlar a las que ya tiene convencidas, que con sus pertenencias a rastras le persiguen con carreritas cortas.

El traductor nos cuenta de lo que habla con las chicas, les está ofreciendo prostituirse, asegura que tiene contactos en Francia y España, donde pueden cobrar mucho y salir de aquella crisis.

Me asombra que sea tan directo, creía que las víctimas de la trata humana eran siempre engañadas con promesas de trabajos legítimos y de buenos ingresos, para sorprenderlas después con un destino de explotación y deuda.

"Eso es cuando no hay guerra", me aclara el traductor, "para muchas la opción de ser puta en Francia es un paraíso comparado con la incertidumbre de que un cohete ruso te caiga en la cabeza aquí". "Eso es cuando no hay guerra", me aclara el traductor, "para muchas la opción de ser puta en Francia es un paraíso comparado con la incertidumbre de que un cohete ruso te caiga en la cabeza aquí".

Lamentablemente las crisis humanitarias son también el caldo de cultivo para estos delincuentes.

Pero no solo nosotros detectamos al proxeneta: Dos agentes de la policía se lo llevan preso, para frustración de las muchachas que ya se veían viajando, escapando, entregando sus almas a la profesión más antigua del mundo y de las más difíciles también.

Quisiera acercarme y decirles lo que pienso, pero ellas se han dispersado. Algunas regresan a las filas del próximo tren, otras levantan la cabeza y buscan a un nuevo candidato, alguien que las venda como ganado, como esclavas, alguien que arruine esa belleza que en medio de la incertidumbre sigue brillando en Liv.

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