jueves 28  de  marzo 2024
REPORTAJE

Médicos entre bombas: aumentan los ataques contra hospitales en Siria

Desde hace semanas, activistas y cooperantes denuncian bombardeos regulares contra hospitales y otras instalaciones médicas en zonas bajo control rebelde en el noroeste del país

IDLIB.- Fahd estaba en urgencias cuando oyó el sonido de un avión de combate. El joven ayudante anestesista y sus compañeros del hospital de Kfar Tajarim, en la provincia de Idlib, tenían mucho trabajo esa noche, atendiendo a las víctimas de un ataque ocurrido muy cerca. Sin embargo, el ruido era cada vez más alto.

"Y entonces se produjo una explosión", recuerda. "Sobre nuestras cabezas caían piedras y metralla". La luz se cortó y la gente comenzó a gritar en pánico.

Fahd intentó salir del edificio pero los escombros bloqueaban la puerta de urgencias. Dos o tres minutos después, los aviones volvían a atacar el hospital, cuenta a través de Internet. "No sabía si sobreviviría".

Así contaba el sirio de 29 años lo ocurrido la noche del 25 de abril, cuando a las 2:00 de la madrugada dos bombas sacudieron el hospital de la localidad. Los videos mostraban después un profundo cráter junto a la clínica, rodeada de escombros. Los activistas responsabilizaron del ataque contra ese territorio bajo control rebelde a Rusia, el principal aliado del presidente Bashar al Assad en el conflicto.

Desde hace semanas, los activistas y cooperantes denuncian bombardeos regulares contra hospitales y otras instalaciones médicas en zonas bajo control rebelde en el noroeste del país.

En abril se contabilizaron 24 ataques sólo en la provincia de Idlib, casi totalmente bajo control de grupos rebeldes. "Eso supone un ataque cada 28 horas", señala Noelia Monge, coordinadora en Siria de la organización Médicos del Mundo.

Desde comienzos de año, la situación ha empeorado en la zona rural, donde se calcula que viven unos dos millones de personas. En primer lugar, la pobre provincia, golpeada por la guerra, tuvo que acoger a decenas de miles de desplazados huidos de los territorios bajo control rebelde en la ciudad norteña de Alepo y sus alrededores. Y después comenzaron los enfrentamientos entre milicias radicales rivales que dificultaron el trabajo de los cooperantes. Más tarde, llegaron los ataques aéreos.

El 4 de abril fue un día funesto en Jan Sheijun, al verse inundada de gas sarín. Activistas y gobiernos occidentales lo atribuyeron de inmediato a un ataque con armas químicas de la aviación siria. Más de 80 personas murieron y centenares resultaron heridas. Y por si fuera poco, los periodistas informaron de un ataque contra el hospital de la ciudad donde estaban siendo tratadas las víctimas. Un video muestra una explosión en la clínica mientras un reportero estaba informando en el lugar.

A finales de abril las bombas alcanzaron incluso una maternidad, también en Kafr Tajarim. Al igual que muchas otras instalaciones médicas, quedó inservible. Activistas y organizaciones humanitarias no tienen dudas de que tras el ataque se esconde una estrategia del Gobierno y su aliado ruso para difundir el miedo y el terror y destruir el suministro médico. "Se trata de un bombardeo sistemático", señala el responsable de la clínica de Kafr Tajarim, Wali al Mohammed.

También Noelia Monge ve "un mensaje claro del régimen", en referencia a una situación similar en Alepo a finales del año pasado. Mientras se intensificaban los combates por el control de esa ciudad, aumentaban también las informaciones sobre bombardeos a hospitales. Entonces los seguidores del Gobierno argumentaban que los "terroristas" utilizaban las instalaciones para perpetrar ataques. Activistas y trabajadores sanitarios lo negaban siempre.

Los ataques hacen cada vez más difícil la situación de los civiles, ya que en algunas regiones bajo control rebelde apenas hay suministro médico.

En el sur de Idlib y el norte de la fronteriza provincia de Hama, 11 instalaciones médicas quedaron fuera de servicio, según Médicos sin Fronteras (MSF). Sólo un hospital opera en la zona. Pero cada visita a una clínica supone también un peligro, asegura MSF. Por eso la gente con frecuencia renuncia a acudir.

También la ONU ha mostrado su indignación por la ola de ataques.

Las zonas de seguridad que entraron esta media noche en vigor pretenden ahora calmar la situación, según señala el acuerdo firmado por Rusia, Irán y Turquía el jueves en la capital kazaja de Astaná. Pero sigue siendo una incógnita si con ello terminarán los ataques a las clínicas. Activistas y opositores ya han mostrado su escepticismo. Al fin y al cabo, ya está en vigor un alto el fuego en el país desde finales de diciembre.

FUENTE: dpa

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