domingo 17  de  marzo 2024
ANÁLISIS

Mediodía de fuego en Vaticano

Ahora San Pedro se parece al Parlamento italiano: estamos en el duelo final entre la derecha y la izquierda

Por Luigi Bisignani

Traducido por Marinellys Tremamunno
Artículo original publicado en el periódico italiano Il Tempo

Querido director, se encargó Bergoglio (papa Francisco) en animar el tiempo litúrgico ordinario del calendario romano que transcurre entre el Bautismo de Jesús y la Cuaresma, con dos giros de trama dignos de Dan Brown. Con el primero, desconcertó a los Palacios Apostólicos relegando al encantador padre Georg Gänswein, “el hombre que susurra a los dos papas” (llamado así por la prensa italiana por ser hasta hace poco secretario especial de Benedicto XVI y hombre de confianza para las reuniones oficiales del papa Francisco, N. del T.), en una especie de arresto domiciliario (“redistribución ordinaria de los deberes y funciones del prefecto de Casa Pontificia”, de acuerdo a declaraciones del portavoz del Vaticano Matteo Bruni, en pocas palabras una suspensión a tiempo indeterminado, N. del T.); con el segundo, se reunió con el ex presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, irritando Suramérica.

Dos episodios distintos que demuestran cómo (el papa) Francisco sigue una agenda propia y se siente con derecho a intervenir en las habitaciones secretas que albergan al (papa emérito) Ratzinger, advirtiendo así a todo el sector tradicionalista de la Iglesia que ya no se reconoce a sí mismo en su doctrina, sino más bien en aquel polvorín entre Estados Unidos y Rusia en el que se ha convertido el Centro-Suramérica. Con Colombia y Bolivia listos para explotar. En el fondo, la lucha, no demasiado clandestina, por un futuro cónclave. Pero vamos en orden. Parece que el Papa emérito terminó, muy a su pesar, en un triángulo de fuego. En el antiguo convento de Mater Ecclesiae, que una vez albergó a una comunidad de mujeres religiosas y que hoy acoge a Ratzinger en oración perpetua al Santísimo, tuvo lugar el último episodio que enfrentó a los dos Papas.

Desde hace tiempo, Benedicto ha sido disputado entre la Asociación Laical Memores Domini (las mujeres consagradas que lo cuidaron desde el comienzo de su pontificado), la secretaria Sor Birgit Wansing y Georg Gänswein, el George Clooney en sotana que hemos visto en muchas revistas, autodefiniéndose el “quitanieves del Papa”, por su capacidad para suavizarlo todo. Gänswein nunca pensó que el propio Bergoglio podría eliminarlo, pues lo había soportado mal como el potente Prefecto de la Casa Pontificia. Según los susurros de los confesionarios, solo en ausencia del apuesto conserje alemán, el Papa emérito escribió al cardenal Robert Sarah, el autor ultraconservador del libro que expresó la oposición de Benedicto a Francisco sobre los temas del celibato y la apertura del sacerdocio a las mujeres. Este lanzamiento tuvo lugar antes de la publicación del documento en el que Bergoglio evitó modificar los principios discutidos en el Sínodo del Amazonas, que muchos temían que podría conducir a una revolución copernicana en la Iglesia de Roma. Parece que, sugiere el documento, ha sido Sor Birgit, pero sin embargo sirvió a Francisco para humillar al Padre Georg, después de comprender cuán voluminosa se había vuelto la presencia de Benedicto XVI, especialmente cuando violaba el silencio que había prometido al retirarse.

La reacción del Papa no tardó en llegar. Sin previo aviso, Georg, un amante de los Beatles y Pink Floyd, ha sido degradado y puesto al servicio exclusivo del papa alemán, de quien ya no podrá alejarse. El intento de exiliarlo a Maguncia (ciudad alemana a orillas del río Ri, N. del T.) como obispo fue inmediatamente abortado por las barricadas levantadas contra él por la curia local, debido a su cuestionado carácter. Con este movimiento, Francisco se inspiró en el famoso dicho de Mao “golpear a uno para educar a cien”, pero a los conservadores, especialmente a aquello alemanes y africanos que se identifican en los cardenales Müller y Sarah, que ya están preparando una represalia.

A esta agitación, Bergoglio agregó cándidamente la reunión de una hora, en comparación con los 15 minutos habituales de audiencia otorgados a los jefes de Estado en funciones, con el ex presidente de Brasil Lula, recientemente liberado de la prisión y símbolo de la izquierda al poder en América del Sur, en contraposición al actual presidente Bolsonaro. Una iniciativa que de un solo golpe hizo enojar a Trump y regocijar de alegría a Putin, quien está jugando todas sus cartas no solo para defender a Maduro en Venezuela, sino sobre todo para fortalecerse en toda el área, ahora que también puede contar con un presidente amigo en Argentina, Alberto Fernández, después del breve paréntesis de Mauricio Macri. Según algunos cables (de noticias), parece que después de Bergoglio Lula estaría volando precisamente a Moscú, mientras que en Brasil está en el aire una guerra judicial contra Bolsonaro, también favorecida por la Iglesia más reformista y cercana a los problemas ecológicos y a la protección de la naturaleza.

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El Papa Francisco recibió en visita privada al expresidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva.

El Papa Francisco recibió en visita privada al expresidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva.

Todo cuadra. Cuando Lula volvió a ser libre, en su primera declaración agradeció con palabras de afecto al papa Francisco, quien durante su cautiverio le había enviado cartas y un rosario. Bergoglio, luego de las palabras de Lula, le escribió nuevamente, especificando, entre otras cosas, que sería un honor conocerlo en persona. Mientras todo esto sucedía, Bolsonaro repentinamente hizo que el Parlamento Federal (brasileño) presentara un proyecto de ley para la explotación minera y energética del Amazonas: perforación e industrialización de las aguas sin límites. Una señal de guerra a Francisco por su apoyo a Lula. Este año, el tiempo litúrgico ordinario duró menos de lo habitual en América.

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