A los once años, presté juramento de “apoyar y defender a la Constitución y a las leyes de los Estados Unidos de América de todos sus enemigos, extranjeros y domésticos”. Esa promesa solemne me guió a lo largo de mi trayectoria militar y sigue guiando mis acciones hoy en día, especialmente al hacer mi selección respecto a nuestro próximo Presidente y Comandante en Jefe. Para mí, la única opción es Hillary Clinton.
Yo nací en la Habana, Cuba, y emigré a los Estados Unidos antes de cumplir los tres años. Mi familia y yo nos establecimos en Miami en 1955 y vivimos como residentes con green cards. Hicimos visitas anuales a Cuba hasta que Fidel Castro tomó el poder y las cosas empeoraron de manera dramática. Sentados en el avión al final de nuestra última visita, mi padre me dijo, “Mira con cuidado a través de la ventana. Nunca vas a volver a ver este lugar.” Tuvo razón.
Al regresar a los Estados Unidos mis padres y yo solicitamos y recibimos la ciudadanía. Presté el juramento y me dediqué a ser un ciudadano ejemplar. Estudié con diligencia y disfruté de las libertades que ofrece este país. Sabía la suerte que representaba el poder vivir aquí.
Tras completar mis estudios universitarios me uní a la Fuerza Aérea. Completé mi entrenamiento como piloto durante la Guerra de Vietnam y serví a lo largo de la Guerra Fría. Durante mi servicio activo completé una maestría con el apoyo de la Fuerza Aérea. Posteriormente estuve en la Reserva, seguí estudiando con apoyo del VA y me ofrecí a volver al servicio activo después de los ataques del 11 de septiembre. Una y otra vez, mi juramento de defender a la nación ha guiado mis decisiones.
Apoyar a Donald Trump representaría una traición hacia mi promesa. Cuando Trump promete “Volver a hacer grande a los Estados Unidos”, menosprecia al país que yo amo. Durante la época en que yo me uní a la Fuerza Aérea, Trump evadió su deber de servir a través de una exención médica espuria. Ha socavado a mi Presidente, ha fomentado el odio hacia los inmigrantes y los refugiados, y se ha rehusado a denunciar la intolerancia expresada por algunos de sus seguidores. Ha proclamado que mandaría a los soldados de los Estados Unidos a cometer crímenes de guerra al torturar a sus prisioneros. Como inmigrante y miembro orgulloso de las fuerzas armadas, pronunciamientos como estos representan un ataque hacia mis valores.
Hillary Clinton comparte mi visión para un Estados Unidos que promueve el bienestar a través de un más amplio acceso a la educación y la atención médica para todos los miembros de nuestra sociedad. Ella se ha comprometido a preservar los beneficios del GI Bill que hicieron posible que yo continuara mis estudios. De igual manera, Clinton respeta las leyes internacionales y entiende las diversas perspectivas de distintas partes del mundo. Entiende las complejidades de trabajar a nivel internacional para llegar a acuerdos y reducir amenazas nucleares. Ella tiene el conocimiento, la experiencia y el temperamento firme que se necesitan para hacer decisiones difíciles, y ella no insiste en forzar al resto del mundo a cumplir con las costumbres de los Estados Unidos. Dado el papel fundamental que he jugado durante la Guerra Fría y la guerra contra el terrorismo, yo entiendo de primera mano la importancia de esas capacidades para mantener la seguridad de nuestra nación.
A mi modo de ver, a Donald Trump le gustaría regresar el país a los años de mi niñez, a los años ‘50. Yo amé esos años, pero no quisiera volver a ellos —fue una época de fuentes de agua segregadas, de falta de acceso a la asistencia médica y de entrenamientos para protegernos de posibles ataques nucleares. Alrededor del mundo, los Estados Unidos era percibido como un matón, como describieron Eugene Burdick y William Ledderer en el 1958 en su novela The Ugly American, “El Americano Feo”. El terrorismo que nos afecta hoy en día tiene sus raíces en esa época, en el resentimiento furioso provocado por las acciones del “Americano Feo”. Donald Trump sería el paradigma del “americano feo” y desharía las décadas de trabajo que llevamos avanzando para superar nuestra imagen de matones. En la era actual del terrorismo, recaer de esta forma podría tener un impacto desastroso.
Por consiguiente y para cumplir con el solemne juramento que hice hace muchos años de proteger a esta nación de todos sus enemigos, me es fácil hacer mi selección en estas elecciónes. Es mi obligación prevenir el peligro a nuestra nación que provocaría la presidencia de Donald Trump y ayudar a elegir a Hillary Clinton como la próxima Presidenta de los Estados Unidos.
(*) Brigadier General, USAFR, Retirado