viernes 6  de  diciembre 2024

Catalina Botero, mi heroína

Hallé alivio al enterarme de que esa mujer valiente no retrocedía, y le seguía contando al mundo cómo se pisotea la libertad de expresión en nuestras naciones

nEstimado joven colombiano: El otro día vi que habías colgado en tu pared un cartel de James Rodríguez con el uniforme del Real Madrid. Te comprendo. Los seres humanos necesitamos héroes, y James Rodríguez se ha ganado el respeto de casi todos, en todo el planeta, por su pericia, su alegría y sus lágrimas sinceras. n

Pero quiero confesarte algo: yo admiro a una heroína colombiana que se merecería un cartel quizás más grande aun, que ustedes lo deberían colgar en el centro de la Plaza Bolívar, en Bogotá. Se llama Catalina Botero, y durante ocho largos años se enfrentó a la selección de todos los gobiernos totalitarios de América Latina, defendiendo el arco de la libertad de expresión. La televisión no le dio tanta cobertura a la noticia de que hace muy poco abandonó el cargo de Relatora para la Libertad de Expresión en la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, y los medios de comunicación quizás la olviden pronto, pero eso no sería justo, y quiero que sepas por qué. n

Conocí a Catalina Botero cuando fui a pedirle ayuda a Washington. El gobierno de mi país, intolerante, estaba a punto de meterme preso por un artículo que yo escribí. n

Salí furioso, luego de una conversación más bien breve, en la que ella se limitó a escucharme cortésmente. Yo había esperado que se indignase con mi relato, que derramase lágrimas conmigo, que me diese a entender que comprendía mis angustias. Pero se limitó a tomar notas de lo que yo decía, a sonreír como colombiana, y nada más. n

u201cOtra cara bonita, que quién sabe cómo se habrá ganado el cargo u201d, me dije a mí mismo, decepcionado, mientras me tomaba un café colombiano al pie de su oficina, en la calle F, donde Juan Valdez acababa de inaugurar una sucursal. n

Aun así, tuve que volver a verla, para contarle de nuevos artículos míos, nuevas persecuciones y nuevas amenazas de cárcel, esta vez inminentes. No cambió un ápice: en cada ocasión me escuchaba y tomaba notas, nada más.

nPoco a poco fui comprendiendo, sin embargo, que ella sólo hacía su trabajo: escuchar a las partes, revisar los hechos serenamente y adoptar una postura objetiva, sin que sus simpatías influyesen para nada. n

Pero cada vez que emitía un dictamen, era un golazo jurídico para las dictaduras del continente. u00a1Qué odio le agarraron! u00a1Se convirtió en el blanco de sus peores ataques! Hugo Chávez, Rafael Correa, Evo Morales, cada vez que pronunciaban su nombre, un rictus ensombrecía su rostro. Me imagino las presiones que habrá recibido, las amenazas que le habrán llegado, pero nunca cedió. n

Yo me salvé de la cárcel cuando huí de mi país para refugiarme en Miami. No sé en cuántas tardes de desconsuelo hallé alivio al enterarme de que esa mujer valiente no retrocedía, y le seguía contando al mundo cómo se pisotea la libertad de expresión en nuestras naciones. n

Catalina Botero ya no estará más en la Relatoría de la Libertad de Expresión. No espero que la lleven al Real Madrid. Deberían llevarla a un sitio más grande, de honor, de mucho privilegio académico. Se lo merece. Se lo ganó sudando la camiseta de la democracia y la libertad.

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