En las entregas anteriores, comenté cuáles eran las verdaderas raíces de lo que sucede actualmente en Cataluña. Permítaseme que hoy explique las consecuencias internacionales en relación con el continente americano.
En las entregas anteriores, comenté cuáles eran las verdaderas raíces de lo que sucede actualmente en Cataluña. Permítaseme que hoy explique las consecuencias internacionales en relación con el continente americano.
De entrada, debe señalarse que el actual gobierno nacionalista tiene una clara “escoración” hacia la extrema izquierda. Su vicepresidente, Junqueras, pertenece a la Esquerra Republicana de Catalunya (ERC), un partido que participó en el alzamiento armado contra la república de 1934 y que, durante la guerra civil, torturó y asesinó a millares de personas en Cataluña. La ERC se caracteriza por un abierto antisemitismo, una acentuada simpatía hacia el islam, una alianza expresa con la organización terrorista vasca ETA y un apoyo cerrado a dictaduras como la chavista.
De hecho, Junqueras fue objeto de un acto de repudio de los exiliados venezolanos en Miami hace pocos meses. Lógico porque su partido ha bloqueado en el parlamento español y en el europeo todos los intentos de sancionar o, al menos, condenar a la dictadura chavista.
A la ERC pertenece también Marta Torrecillas la farsante cuya imagen gritando que la policía española le había roto los dedos uno a uno recorrió el mundo. Apenas unas horas después quedaba de manifiesto que sólo tenía una ligera inflamación en uno de los dedos. Torrecillas utilizó a niños y ancianos como escudos humanos y también participó en el ataque contra un acuartelamiento de la Guardia civil días antes del referéndum.
Más radical que la ERC es la CUP, un grupo de extrema izquierda, que forma parte del Gobierno catalán. Algunos de sus miembros más significados pertenecieron a la organización terrorista catalana Terra Lliure (Tierra libre). Sus simpatías hacia los regímenes de Cuba o Venezuela son clamorosas como también lo es su carácter apenas ocultamente violento.
La CUP comenzó a constituir hace meses Comités de Defensa de barrio cuya finalidad es enfrentarse con las fuerzas del orden, identificar a los “fascistas” y acabar con la oposición. A la CUP pertenecen buena parte de los nacionalistas catalanes que agredieron a más de 481 policías y guardiaciviles –39 tuvieron que ser retirados inmediatamente para recibir atención hospitalaria– el 1 de octubre, día del referéndum ilegal.
Podía actuar impunemente porque el propio presidente de Cataluña, Carles Puigdemont, garantizó a las hordas de la CUP que la policía regional, los mozos de escuadra, no serían utilizados en su contra.
Con estos antecedentes, no puede sorprender que ya hace unas semanas el rabino de la comunidad judía de Barcelona recomendara a sus correligionarios abandonar Cataluña para evitar sufrir –expresamente lo afirmó– el destino de Venezuela. El rabino no exageraba lo más mínimo. A decir verdad, Cataluña puede convertirse en la Venezuela del Mediterráneo y en esas circunstancias tiene un papel esencial el partido Podemos, la sucursal del chavismo en la Unión Europea.
Durante años, los dirigentes de Podemos –Monedero, Iglesias, etc.– formaron parte del grupo de corifeos de Hugo Chávez. Sus grabaciones de alabanza al totalitarismo chavista pueden encontrarse con facilidad en Youtube y no merece la pena que sean descritas aquí. También está más que documentado que Podemos recibió cuantiosas cantidades del chavismo como también las ha recibido de la dictadura islámica de Irán. Para Podemos, el proceso independentista de Cataluña constituye –igual que pasó con la extrema izquierda en el pasado– un auténtico regalo. No es que Podemos sea independentista. Es que sus dirigentes han captado que el nacionalismo catalán puede ser el ariete con el que acabar liquidando un más que erosionado sistema español. Pero de sus planes concretos hablaré la semana que viene.