El trabajo número uno de China
En un extenso análisis sobre este tema, el diario The Epoch Times reveló recientemente que el hecho de que la República Popular China (RPC) nos robe secretos tecnológicos relativos al sector agrícola, constituye una amenaza para nuestra seguridad nacional.
Es decir, "por muy pequeño que sea un núcleo de una semilla, este no es diferente a una minicomputadora biológica. En él está todo el código genético, propiedad intelectual que contiene miles de millones de dólares de valor potencial [y] que, si cae en manos de un adversario, podría darle el control sobre la producción de alimentos de un país e, incluso, más allá", indicó el reporte.
En opinión del analista de logística y cadena de suministro Ross Kennedy, "un adversario inconfundible aquí es, [obviamente], China". En ese país, hogar de 1,400 millones de personas, "poseer los medios para aumentar su propia seguridad alimentaria nacional es el trabajo número uno".
En declaraciones a NTD, filial de The Epoch Times, el también fundador de Fortis Analysis dijo que "China ha demostrado estar dispuesta a hacer lo necesario para obtener esa tecnología", así sea mintiendo, robando y haciendo truques, en una especie de "guerra asimétrica de la zona gris", como suele llamarle a este malsano accionar.
Los secretos de la vida en un grano de maíz
Ya sabemos que la RPC desea obtener la supremacía global. "Al robar tecnologías agrícolas de EEUU y desarrollar una versión propia, China podría satisfacer las necesidades más básicas del país mientras nos socava, económica y diplomáticamente, en su búsqueda del liderazgo mundial en la producción agrícola", puntualizó el experto.
Según él, "la mayoría de la gente no se da cuenta de que se pueden robar algunos granos de maíz o unas cuantas semillas de soja, y perpetuar una campaña de espionaje industrial multimillonaria. [Y] si eres capaz de descifrar el código de un organismo genéticamente modificado, entonces podrías robar cientos de millones o, incluso, miles de millones de dólares en propiedad intelectual".
Para este especialista versado en la materia, quien pueda hacer eso, "estaría revelando los secretos de la vida de ese maíz, esa soya, [así como] dando un gran paso adelante en términos de tiempo y ventajas de costos para alimentar a su propia población", justo lo que, a todas luces, intenta hacer el régimen autocrático de Pekín.
El dilema alimentario chino
En mayo pasado, la Comisión de Revisión Económica y de Seguridad Estados Unidos-China dio a conocer su reporte “Intereses de China en la agricultura estadounidense: aumentando la seguridad alimentaria a través de la inversión en el extranjero”, en el que dejó bien clara la situación del país asiático en cuanto a producción agrícola se refiere.
Según ese informe, "en 2021, China importó una cantidad récord de maíz, 28,35 millones de toneladas métricas, [lo que representó] un 152% más que en 2020 y más del 10% de lo estimado por el Ministerio de Agricultura y Asuntos Rurales de China (MARA, por sus siglas en inglés) para el consumo total del país".
Si eso le resulta llamativo, considere también el posible déficit de granos que el gigante asiático podría experimentar de aquí a 2025. Estamos hablando de "alrededor de 130 millones de toneladas, incluidos unos 25 millones de toneladas de cereales alimentarios básicos", de acuerdo con el mismo texto.
Todo indica que "la disminución de la tierra cultivable, los cambios demográficos y los desastres naturales, agravan esas tendencias y presentan desafíos de seguridad para los líderes chinos". Para superarlos, han tomado medidas internas y acudido a inversiones en el extranjero, pero como estas no bastan para resolver su dilema alimentario, se han girado para EEUU con ese propósito y no siempre de manera lícita.
La actividad ilegal en cuestión es, obviamente, el robo de nuestra PI agrícola, hecho que, hágase notar, entraña un verdadero riesgo no solo para nuestra estabilidad económica, sino también para nuestra seguridad nacional.
El tráfico ilegal de semillas transgénicas
El tráfico ilícito de semillas genéticamente modificadas (GM) por parte de China, es otra arista del mismo problema. Gracias a esta actividad ilegal, Beijing impulsa su desarrollo en este sentido, se ahorra años de investigación y recursos, y -¡el colmo de los colmos!- socava a los competidores estadounidenses en los mercados internacionales.
Las semillas GM robadas por la RPC igualmente sirven para mitigar el riesgo de sequía, plagas y enfermedades, así como para minimizar la cantidad de tierra necesaria para plantar. Por añadidura, posibilitan la reducción de ingresos de empresas dedicadas a este rubro, como, por ejemplo, Monsanto, hoy propiedad de la firma alemana Bayer.
Hablando de Monsanto, en abril de este año, el ciudadano chino Xiang Haitao, quien trabajaba en esa empresa de biotecnología agrícola, fue condenado a 29 meses de cárcel, tres años de libertad supervisada y una multa de 150 000 dólares por robar el algoritmo Nutrient Optimizer.
El fiscal federal del Distrito Este de Missouri, Sayler Fleming, señaló que "el señor Xiang usó su estatus de información privilegiada para robar valiosos secretos comerciales en beneficio de su China natal", algo que no podemos permitir.
Según recoge el portal Justice.gov, Fleming también fue enfático cuando dijo que "continuaremos con nuestra vigorosa aplicación de las leyes de espionaje económico y secretos comerciales, [pues] estos delitos representan un peligro para la economía de los EE UU, y ponen en riesgo el liderazgo de nuestra nación en innovación y nuestra seguridad nacional».
El fiscal general adjunto de la División de Seguridad Nacional del Departamento de Justicia, Matthew G. Olsen, por su parte, apuntó que "Xiang conspiró para robar un secreto comercial importante a fin de obtener una ventaja injusta para él y la RPC".
Mediante una nota de prensa citada por Yahoo News, Olsen también resaltó el hecho de que "las empresas víctimas invirtieron mucho tiempo y recursos para desarrollar esa propiedad intelectual". El Nutrient Optimizer es un software que ayuda a los agricultores a recopilar, almacenar y visualizar datos de campo para mejorar la eficiencia productiva.
Si el chino en cuestión hubiera logrado transferirlo a su país, como estaba a punto de hacerlo, imagínese el daño que eso nos habría causado. Y que conste: este es tan solo el ejemplo más reciente del hurto de PI que sufrimos en el ámbito agrario.
Es que EEUU le está dando a los chinos donde les duele. En primer lugar, nuestro país es el mayor exportador de cultivos transgénicos a nivel mundial, y en segundo, tal actividad nos reporta miles de millones de dólares en ingresos, incluidos los provenientes de la propia China, que, solo en 2021, tuvo que destinar 173,91 millones para esto.
A eso hay que añadir el elevado costo que entraña la creación de semillas robustas, como resultado de la reproducción de dos líneas puras de semillas endogámicas para obtener un híbrido.
«Desarrollar un solo consanguíneo podría costar entre 30 y 40 millones de dólares en pruebas de laboratorio, trabajos de campo y ensayos prueba-error, pues hay que evaluar decenas para poder desarrollar un solo híbrido», indicó LA Times en un artículo sobre el tema.
¡Qué pasa! A sabiendas de que deben mejorar urgentemente su producción agrícola dada su densidad poblacional, y ladrones, al fin al cabo, los chinos comunistas se han ido por la vía más fácil, esto es, «robar propiedad intelectual y tecnología agrícola de EE. UU. en lugar de intentarlo, investigarlo y desarrollarlo ellos mismos», según remarcó el reporte de la comisión antes citada.
Para el propio Kennedy, entretanto, esto "podría parecer una tontería, pero si [el régimen de Beijing] puede obtener tres, cuatro, cinco, seis, 10 variedades diferentes de semillas, tendrá la capacidad de aplicar ingeniería inversa a la tolerancia de esa semilla a varios pesticidas o insectos".
Por medio de esa técnica, además,la nación asiática podría desbloquear la capacidad de una semilla para producir con un alto rendimiento y una gran adaptabilidad a diversos climas, cosa que le resulta difícil, de momento, porque, según este experto, no tiene buena tecnología genética para lograr semillas capaces de prosperar en condiciones climáticas desafiantes.
Las semillas devenidas armas
Unas semillas, aparentemente simples, pueden convertirse en un gran problema en las manos equivocadas. Esto es lo que se desprende de las declaraciones de Kennedy cuando dijo que China también podría convertir las semillas en armas para acabar con la capacidad de un adversario de producir cultivos a escala.
¿Cómo podrían convertirlas en armamento? Pues activando o desactivando los desencadenantes genéticos que hacen que los cultivos fallen, creando toxinas en las plantas para envenenar a los animales o ciertos tipos de bacterias u hongos para aumentar drásticamente la presión de la enfermedad en la tierra.
Es que, según el reporte mencionado, las semillas pueden tener aplicaciones militares. Es decir, Pekín podría piratear fácilmente el ADN de las semillas transgénicas de EEUU. y llevar a cabo una guerra biológica, al crear algún tipo de plaga que podría destruir nuestros cultivos. El informe ejemplificó con esporas de hongos que podrían usarse como agentes de guerra biológica para atacar cultivos básicos.
Si bien la RPC podría ganar esta guerra agrícola con tan solo enfrentarse a dos grandes empresas del sector, como Dow Chemical Company y Dupont, que controlan gran parte de la producción de alimentos de EE. UU., los chinos solo necesitan penetrar o crear problemas en una, en opinión de Kennedy.
Es que con la tecnología agrícola que nos han robado, no solo serían capaces de satisfacer las demandas alimentarias de su nación, sino también proporcionar alimentos al resto del mundo y socavar los esfuerzos de nuestro país.
"Tal robo de tecnología puede convertirse en una palanca diplomática masiva para China, y permitirle socavar los esfuerzos diplomáticos y de seguridad nacional estadounidenses en todo el mundo", remarcó el especialista.
En cuanto a la Iniciativa de la Franja y la Ruta, el experto subrayó que, así como China exporta tecnología de construcción para ese proyecto, también podría crear otro similar, algo así como una franja y una ruta relativa a alimentos y energía.
"En lugares como África, donde hay abundancia de tierra cultivable y mano de obra, pero no tecnología moderna de semillas, China podría entrar y decir: “Oye, podemos dar el equipo agrícola, los métodos, la maquinaria y esta propiedad intelectual muy costosa, pero, [a cambio], queremos acceder a estos minerales críticos, o construir una base militar en su costa, o lo que sea”, ejemplificó Kennedy.
Como la vida de las semillas es muy corta, prosiguió, China tendría una forma para mantener el control anual sobre ciertas cosas. O sea, al controlar las semillas, podría dictar los términos que deben seguir los países que dependan de ese recurso. Desde su punto de vista, esta sería una variante más de la llamada diplomacia de la trampa de la deuda.
La producción china en suelo americano
Puede que esto le parezca increíble, pero la RPC también participa en el sector agrícola estadounidense. Un ejemplo claro de esto lo constituye la compra por parte de los chinos del principal productor de carne de cerdo del mundo, Smithfiel Foods, ubicado en Virginia. Desde 2013, esa compañía está en manos del procesador de carne chino WH Group (antes Shuanghui International Holdings).
A raíz de esa operación, la firma china obtuvo más de 146.000 acres de tierra que se extienden a lo largo de seis estados y le reportan grandes cantidades de carne de cerdo.
El objetivo del régimen chino, claro está, es poder hacerse con la mayor cantidad posible de tierras de cultivo estadounidenses para abastecer exclusivamente a China, indicó el mismo artículo de The Epoch Times.
Entretanto, el citado reporte de la Comisión de Revisión Económica y de Seguridad Estados Unidos-China reveló que la inversión del país asiático en tierras agrícolas de EEUU se ha disparado y lea bien esto: más de 25 veces. Es decir, ha pasado de 13.720 acres a 352.140 en tan solo una década (de 2010 a 2020).
Para Kennedy, "este es un problema enorme", ya que "tales tierras podrían convertirse en un vector potencial para que el régimen [comunista] organice diversas formas de espionaje contra los Estados Unidos". Por lo tanto, dijo, "las amenazas del espionaje agrícola chino exigen una mayor conciencia nacional y un cambio de mentalidad".
Evidentemente, justo así debemos proceder. Si se fijan, los chinos comunistas están en todas: lo mismo roban PI del sector económico, sanitario y armamentístico que del científico, industrial y tecnológico, además del agrícola. La verdad, ya no saben qué hacer para superarnos.
Lástima que sean tan bajos y recurran al robo brutal y descarado para sustraernos lo que con tanto sacrificio, tiempo y dinero hemos conseguido. A esta mala hierba que es la República Popular China hay que cortarla de raíz. Fuego con ella. Por invasora y parásita, no merece condescendencia alguna.
Sobre el Dr. Rafael Marrero
Multipremiado economista, empresario, comentarista de noticias y autor Bestseller. Su nuevo libro “América 2.0: La Guerra de Independencia de EE.UU. Contra China” está disponible en Amazon. https://bravozulupublishers.com