Uno de los jefes militares más importantes de Estados Unidos negó recientemente, y de manera categórica, que la pandemia de coronavirus haya comenzado con experimentos en murciélagos en el laboratorio del Instituto de Virología de Wuhan, en China, como sospechaba el Departamento de Estado.
Y es que desde que el virus comenzó a extenderse por todo el mundo, ha habido todo tipo de conjeturas y teorías conspirativas sobre cómo y dónde surgió.
Por lo pronto, la evidencia apuntó siempre hacia China, pero ¿se escapó deliberadamente o por error?
En medio de las deterioradas relaciones entre China y Estados Unidos por la guerra comercial, el tema del COVID-19 escaló al ámbito político, luego de que el presidente Donald Trump comenzara a llamarlo “el virus de Wuhan” provocando un gran enojo en Pekín, pero en realidad, pocas personas en el mundo han cuestionado el uso del término.
Según un artículo publicado por Yanzhong Huang, del Council on Foreign Relations, un centro de estudio de la ciudad de Washington, “la historia tiene al menos un ejemplo moderno de un debate altamente politizado sobre la aparición de enfermedades infecciosas”, cuando las acusaciones se enfocaron en contra del propio Estados Unidos.
En 1951, China, la otrora Unión Soviética y Corea del Norte acusaron al ejército estadounidense de utilizar armas biológicas en la Guerra de Corea (1950-53), lo que resultó en una investigación internacional en 1952. Estados Unidos y sus aliados calificaron las acusaciones como un engaño.
Así también hay muchas otras situaciones que responsabilizan al gigante asiático.
Según afirma Huang, “China, por ejemplo, nunca disputó que fuera el punto de origen de la pandemia de influenza asiática de 1957, la pandemia de influenza de Hong Kong de 1968, la epidemia de SARS 2002-2004 y el brote de influenza H7N9 de 2013. Tampoco ha mostrado interés en desafiar la hipótesis de que China fue el punto de partida de la llamada gripe española de 1918 o la peste bubónica del siglo XIV”.
En todo caso, el Pentágono siempre ha puesto en duda la acusación más controvertida de que China creó el virus y se aseguró de propagarlo a nivel mundial, al no impedir a sus ciudadanos que viajaran al extranjero.
Ahora, el general John Hyten, vicepresidente del Estado Mayor Conjunto de Estados Unidos ha señalado que el COVID-19 es un virus natural, que se manifestó por primera vez en Wuhan y que "no fue creado en un laboratorio ni lanzado al mundo a propósito".
A pesar de esta declaración tranquilizadora, seguramente sustentada en inteligencia confiable y conocimiento científico, el general Hyten sí advirtió, que la pandemia podría dar ideas a los adversarios que han observado el dramático impacto que han tenido en general las enfermedades biológicas en todas partes.
Ya sea que haya o no una vacuna segura y verdaderamente disponible antes del 3 de noviembre, ya está visto que el coronavirus y su huella en la economía y los empleos será crucial para los votantes estadounidenses decidir.
Con la posibilidad de que se avecine una segunda ola del virus, no se pueden descartar decisiones políticas claves. ¿Será inevitable un segundo cierre nacional o Estados Unidos elegirá su economía una vez más?
Es una decisión que concierne a todos los gobiernos, pero en la economía más grande del mundo pesará más, ya que prácticamente empezó el periodo electoral con el voto anticipado en algunos estados.
A estas alturas de la contienda electoral, el debate sobre cómo la administración Trump hizo frente a la pandemia en su primera fase podría beneficiar las esperanzas presidenciales del rival demócrata Joe Biden.
Sin embargo, nadie, desde el propio Presidente hasta el ciudadano común, quieren una repetición de las terribles imágenes mostrando calles vacías en todas las ciudades de Estados Unidos. Las estampas de un Nueva York, convertido en un pueblo fantasma, fue quizás una de las imágenes más impresionantes de la pandemia.
Si Trump puede evitar un segundo confinamiento, sin que cause un aumento incontrolable de infecciones y muertes, las dudas sobre el manejo inicial del coronavirus por parte de su administración pueden dejarse de lado, si se tiene la certeza de que el país está bajo el liderazgo adecuado, ya que la confianza vence la incertidumbre.