El pasado viernes, mientras muchos ciudadanos respondían con su paro civil la convocatoria que algunos líderes hicieron dentro de distintas propuestas de protesta contra la pretensión de la tiranía castrochavista de eternizarse en el Poder eliminando el derecho constitucional a un referéndum revocatorio que no solamente saque a Nicolás Maduro, sino que dé por terminados estos casi 18 años de horror rojo iniciados en 1999, José Luis Rodríguez Zapatero, ese personaje que rezuma corrupción, odio, mediocridad y resentimientos afirmaba en Madrid que Venezuela “necesita un consenso esencial para refundar la convivencia, la concordia, la coexistencia política básica y los acuerdos para la funcionalidad política". Lo afirmaba sin siquiera emitir una opinión sobre la inaceptable violencia que nuevamente desplegó el régimen castromadurista contra los manifestantes que en todas las ciudades y pueblos de nuestro país salieron a la llamada “Toma de Venezuela” y que ha sumado nuevos muertos, heridos y detenidos a la larga lista de víctimas de esta tragedia.
Y es que nada sorprende en esta descarada complicidad de unos vivarachos ambiciosos que pretenden eternizar en Venezuela la misma Peste que destruyó a Cuba. Vivarachos que hay que desnudar y mostrarlos tal como son, así tenga que repetir y repetir… De Zapatero recordar nuevamente su guiso donde se “partió la cochina” con el avispado José Bono ministro de Defensa de su gabinete cuando fue presidente del Gobierno de España y lograron contratos millonarios para la venta de armamento a la Fuerza Armada sin dejar de interesarse también por las negociaciones de insumos para el área de energía eléctrica. Zapatero, José Bono y Raúl Morodo un trío insaciable que quedó buchón…
Ahora Zapatero tiene nuevos compinches, pero igualmente ávidos de plata… Leonel Fernández el dominicano que probó el biyuyo venezolano, le gustó y quiere más; Martín Torrijos que monta más “Operaciones” porque en Venezuela se le prende el bombillo, y el ahorro no es de energía sino de billetes en sus millonarias cuentas. El siempre listo Ernesto Samper, sintiéndose en casa porque nada le es más cómodo y rentable que un narcoestado. Los tiranos Castro, monitoreando todo y moviendo compinches que a los tontos les parezcan impecables y de esta manera no perder la Venezuela provincia cubana.
Así el pasado lunes 24 Maduro llegó al Vaticano y mostró que hay claustros no tan santos donde se cuecen no habas sino planes perversos y además la justicia, la caridad, la honestidad no son ingredientes. Le recibió ese papa que tan involucrado está en el cuento del diálogo, parapeto para encubrir la verdadera motivación que no es otra que mantener en el poder al castrochavismo. El mismo que pretendió chantajear a los colombianos para que votaran a favor de Timochenko y la banda. Ese Bergoglio incapaz de un comentario que frene la barbarie roja, que condene sus crímenes, su infinita maldad, bendice si a Maduro y le dice: ¡Ve en Paz! Bergoglio no completa la frase. Esta es: Ve en paz a un pobre país ensangrentado, saqueado, desahuciado, pero que te tendrá en el Poder por mis malignos oficios…
Y para garantizarle esa tranquilidad le monta un tinglado con nuevas caras. Traslada a Emil Paul Tscherrig nuncio apostólico en Argentina quien váyase a saber si ordenando o persuadiendo, logra quebrar la valiente y digna posición de la Conferencia Episcopal Venezolana y los empantana en esos fangos malolientes que llaman dialogo, y aparece pues Monseñor Padrón, con Chuo Torreaba, con Julio Borges y algunos otros cómplices menores, logrando no tiempo sino desesperanza en los ciudadanos que ya no podemos más con tanto horror, con tanta confabulación, con tanta indecencia.
Dialogo que busca desmoralizarnos, hacernos creer que nadie es de fiar, que la maligna banda será eterna… Bergoglio y los otros cooperantes ni nombran el referéndum revocatorio, salida constitucional que proponen los opositores venezolanos y que ya el castrochavismo mató sin siquiera nacer… Todos con seguridad comparten la posición que ha dejado clara el pillo Rodríguez Zapatero al decir: El objetivo es convencer a las partes de que miren a largo plazo"…
Y en ese largo plazo se han montado muchos cómplices, muchos farsantes y mientras eso pasa, un país donde aún el ciudadano es mayoría, se sigue llenando de muertos, de presos de conciencia, de humanos que van perdiendo la confianza y verán el éxodo como la única vía para no ser una estadística más en la Venezuela del espanto rojo.