Me cuentan que en los próximos días, Junqueras, miembro del Gobierno de Cataluña y factótum de la Esquerra Republicana de Catalunya (ERC), va a pasar por estas tierras, de América. Pésima noticia para los que amamos la libertad y los derechos humanos.
La ERC ha sido históricamente un partido de golpistas. En 1934, la ERC se alzó contra el Gobierno legítimo de la Segunda República española, lo que para intelectuales como Salvador de Madariaga quitó a la izquierda la menor sombra de legitimidad para condenar la sublevación de Franco dos años más tarde.
Peor fue su actuación durante la guerra civil. La ERC controló el Gobierno catalán en comandita con los comunistas y secuestró, torturó y fusiló con una profusión sobrecogedora.
De manera bien significativa, aquel gobierno de la ERC ejecutó en Cataluña a más personas, durante los tres años escasos de la contienda fratricida, que la dictadura de Franco en la misma región a lo largo de casi cuatro décadas.
A día de hoy, la ERC no sólo propugna la independencia y defiende a los terroristas catalanistas – con ETA llegó a un pacto a principios de este siglo – sino que ha contribuido junto a otras fuerzas nacionalistas a tener un impacto en la economía de Cataluña verdaderamente devastador.
Cuando los nacionalistas llegaron al poder en esta hermosa región española, la misma se encontraba a la cabeza de España. Ahora es la séptima región amén de la más endeudada y de contar con un bono público que las agencias internacionales de calificación consideran situado dos escalones por debajo del bono basura, algo así, como el bono excremento.
No puede ser de otra manera dada la corrupción que implantaron. Esta misma semana, ha ingresado en prisión el hijo mayor de Jordi Pujol, presidente del Gobierno autónomo de Cataluña durante casi un cuarto de siglo.
Las empresas huyen desde hace años de Cataluña y no será, desde luego, porque esta región no viva y sobreviva a costa del resto de España. Su aporte al producto interior bruto español es de un 17 por ciento.
Sin embargo, es la región en la que se gasta más dinero en infraestructuras, la que se lleva el sesenta - ¡sí, sesenta! – por ciento del FLA, que es el fondo de ayuda económica para las diecisiete regiones españolas, y la que tiene un déficit tan escandaloso que se calcula que no alcanzará cifras razonables antes del año 2050.
Añadan ustedes que esa misma región mereció hace apenas un lustro un documento expreso del Departamento de Estado de EEUU señalando que era motivo de honda preocupación, no sólo por su inmensa corrupción conectada con redes del crimen internacional, sino también porque en ella se reclutaba a la mayoría de los terroristas islámicos de Europa.
La razón era lógica. Impulsados por su odio al español y su deseo de sustituirlo por el catalán – la lengua madre de unos tres millones de personas – los nacionalistas habían preferido abrir las puertas de la región a gentes procedentes del norte de África, que no sabían español, que a inmigrantes procedentes de Hispanoamérica que padecían la horrible mancha de conocer la inmortal lengua de Cervantes.
No puede sorprender que las amistades internacionales de la ERC no sean mejores. Si en el 2008, utilizaba la televisión de Evo Morales para atacar a España, a inicios de este mes de abril, la ERC impidió que el congreso español condenara las atroces violaciones de derechos humanos perpetradas por Maduro en Venezuela.
Esta semana, volvió a hacer lo mismo en el senado. Ahora Junqueras, el capo de la ERC, viene a Miami en busca de apoyos. Para aceptar recibirlo, habrá que odiar mucho la causa de la libertad y ser muy estúpido a la hora de invertir.