lunes 17  de  noviembre 2025
OPINIÓN

¿Diplomacia o política del garrote con China?

El paìs asiático, en ascenso, que desafía el concepto mismo de democracia, es la mayor prueba geopolítica de este siglo
Diario las Américas | SONIA SCHOTT
Por SONIA SCHOTT

La sala de recepciones más grande del Departamento de Estado lleva el nombre de Benjamín Franklin, a quien se le considera el padre del servicio exterior estadounidense.

Y es que Franklin no sólo fue activista político, científico ilustre y distinguido hombre de letras durante la era colonial, sino que, además, fue el primer diplomático en funciones del país.

Sus habilidades lograron convencer a Francia para sellar una alianza con las 13 colonias y consolidar la independencia estadounidense.

Hace unos días, desde esa misma sala, y aprovechando el simbolismo histórico, el secretario de Estado Anthony Blinken dijo que Estados Unidos dará prioridad a la diplomacia sobre la acción militar.

El mensaje de la administración Biden parece indicar que se evitará añadir nuevos conflictos a la agenda de política exterior.

El presidente Joe Biden prometió darle preferencia al multilateralismo y la cooperación internacional, pero dejó claro que Estados Unidos no vacilará en usar la fuerza cuando sea necesario para defender intereses vitales.

Y es que el camino está lleno de obstáculos, según William Burke-White, del Instituto Brookings de Washington DC, quien sostiene: “A medida que la administración de Biden avanza en sus funciones, se enfrenta a un panorama global radicalmente transformado, en el que debe promover una gama de prioridades de Estados Unidos a través de herramientas de políticas multilaterales, incluidas las instituciones internacionales, el derecho internacional y la diplomacia multilateral. El descuido del orden internacional y el abandono de los compromisos internacionales bajo la presidencia de Trump ha distanciado a Estados Unidos del espacio de políticas multilaterales, disminuyendo su influencia. Al mismo tiempo, una China en ascenso se ha vuelto mucho más eficaz y asertiva a la hora de dar forma a las normas internacionales y establecer las agendas de las instituciones internacionales. Incluso con el control democrático unificado del Gobierno de Estados Unidos, las opciones de política de la nueva administración están severamente limitadas por profundas divisiones políticas sobre el papel de Estados Unidos en el mundo y el valor del orden internacional. Este nuevo panorama exige enfoques frescos sobre cómo Estados Unidos trabaja con sus socios, confronta a sus rivales y promueve sus intereses de manera multilateral”.

Una China en ascenso, que desafía el concepto mismo de democracia, es la mayor prueba geopolítica de este siglo, según el mismo Biden ha admitido.

"Es el único competidor capaz de combinar poder económico, diplomático, militar y tecnológico para representar un desafío sostenido a un sistema internacional estable y abierto", señaló el reciente reporte temporal de seguridad estratégica.

Las tensiones entre Estados Unidos y China tienen su cauce en la creciente influencia que Pekín quiere ejercer en la zona Asia-Pacifico, las prácticas económicas que son mal vistas por Washington, la violación a los derechos humanos y su creciente deseo por extender su política de mano de hierro sobre Taiwán y Hong Kong.

En realidad, esa rivalidad es una lucha de poder para influenciar el orden mundial. Se trata de una batalla ideológica entre democracia y autoritarismo, mientras la rivalidad tecnológica se entiende como una proyección del poder geopolítico.

Eso ha dado pie a que la administración Biden asegure que continuará con el enfoque duro hacia China adoptado por Trump, aunque lo hará en coordinación con los aliados.

Por lo pronto, China sigue impulsando un programa comercial y económico en el marco de su iniciativa denominada La nueva Ruta de la Seda (One Belt One Road) que pretende formar un conjunto de enlaces marítimos y ferroviarios entre China y Europa.

La economía china, después de la pandemia, ha crecido en un seis por ciento, y los duros métodos adoptados en las primeras etapas de la propagación del COVID-19 significan que es probable que el país vuelva a la normalidad más rápido que muchos otros.

Pekín está decidido a lograr la superioridad sobre Estados Unidos sin arriesgarse a provocar conflictos armados, al menos por ahora, y Estados Unidos está decidido a contener esa rápida expansión del poder e influencia china. La pregunta sigue siendo ¿lo hará con diplomacia o usando la política del garrote?

¡Recibe las últimas noticias en tus propias manos!

Descarga LA APP

Deja tu comentario

Te puede interesar