La historia de la humanidad está llena de relatos acerca de cómo la gente se traslada de un sitio a otro en busca de mejores condiciones de vida.
La historia de la humanidad está llena de relatos acerca de cómo la gente se traslada de un sitio a otro en busca de mejores condiciones de vida.
Estados Unidos ha sido por excelencia una nación de inmigrantes, y según el propio Departamento de Seguridad Nacional “esa diversidad es la columna vertebral de nuestras artes, industria y cultura”. Es decir, es la esencia misma de la sociedad estadounidense.
Mucho ha pasado desde que el Congreso aprobara la primera Ley de Naturalización en 1790, que dictaba entonces que cualquier persona blanca libre de ‘buen carácter’, que haya vivido en Estados Unidos durante dos años o más, solicitase la ciudadanía estadounidense.
La ley se amplió en 1870 para permitir que "los extranjeros blancos libres y los extranjeros de origen africano y las personas de ascendencia africana" adquirieran la nacionalidad.
Cuando el presidente Joe Biden escogió a la entonces senadora por California Kamala Harris como vicepresidenta se consideró una decisión inspiradora, que fue bien recibida por añadir diversidad cultural a su administración
Kamala Harris, aunque nacida estadounidense, es de madre hindutamil y padre jamaiquino.
Cuando Harris tomó posesión en 2017 como senadora, habló en nombre de los inmigrantes y refugiados que estaban siendo atacados, y como miembro del Comité de Asuntos Gubernamentales y Seguridad Nacional del Senado luchó por una mejor protección para los llamados dreamers o jóvenes que llegaron al país sin permiso, de la mano de sus padres, cuando eran niños, y pidió una mejor supervisión de las condiciones deficientes en los centros de detención de inmigrantes.
Sin embargo, a pesar de su historial profesional y de su posición privilegiada como primera mujer en ocupar el importante cargo de vicepresidenta de la nación, el camino político no ha sido fácil pues hasta ahora ha permanecido un poco a la sombra del nuevo titular de la Casa Blanca.
Durante los primeros dos meses de la nueva administración, Harris desempeñó un segundo plano hasta que Biden hizo público que le encargaba la importante tarea de solucionar el caos migratorio en la frontera con México, que es uno de los problemas internos más complejos y desafiantes que enfrenta Estados Unidos.
Desde que el presidente Joe Biden anunció que Kamala Harris lideraría los esfuerzos diplomáticos para detener el flujo de migrantes en la frontera sur, muchos en Washington DC se preguntan por qué todavía no ha ido a la frontera con México o al llamado triángulo norte, conformado por Guatemala, Honduras y El Salvador, cuando la situación es tan apremiante, con visos de crisis humanitaria.
Y es que la llegada de los demócratas al poder atrajo nuevamente la inmigración de miles de menores y familias completas, tanto de Centroamérica como de otras regiones del mundo.
Según las nuevas provisiones de Biden, los menores que no estén acompañados por sus padres o tutores pueden quedarse en Estados Unidos, pero quienes vienen con ellos son regresados a México, mientras el Gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador decidió cercar sus fronteras, atribuyendo la decisión a la pandemia.
¿Está acaso la vicepresidenta perdiendo la oportunidad de hacerse cargo de uno de los mayores desafíos nacionales?
El punto es que todo el mundo está ávido de respuestas y todavía no se han producido.
La administración Biden está actuando en varios frentes para revertir las restricciones de la era Trump sobre la inmigración, según sostiene el Pew Research Center. “Los pasos incluyen aumentar las admisiones de refugiados, preservar el alivio de deportación para los inmigrantes no autorizados que llegaron a Estado Unidos cuando eran niños y no hacer cumplir la regla de ‘carga pública’ que niega las tarjetas verdes a los inmigrantes que podrían usar beneficios públicos como Medicaid”.
La Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza detuvo en marzo pasado a 172.331 migrantes que cruzaban sin permiso de México a Estados Unidos, lo que significa el total mensual más alto en 15 años. Entre ellos hay 18.890 menores que no estaban acompañados, la mayor cantidad de menores migrantes detenidos en un solo mes en la frontera sur.
Obviamente no hay respuestas fáciles, pero Harris deberá encontrar el equilibrio perfecto entre aliviar las tensiones en la frontera y producir una respuesta humanitaria a largo plazo que mantenga la reputación de Estados Unidos, tanto dentro como fuera del país, como defensor de los principios ciudadanos en base a la justicia.